martes, 27 de noviembre de 2018

El secreto espiritual de Abraham, por A.W. Tozer

   


Vemos claramente el propósito de Dios en la prueba que le permitió pasar a Abraham. Después que Abraham hubo pasado la prueba de no negarle a Dios su único hijo Isaac, se abrieron los cielos, y se oyó una voz que dijo: “Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único, bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:16–18)
El anciano varón de Dios levantó la cabeza para responder a la voz y se detuvo allí sobre el monte, fuerte, puro y grande; un hombre a quien Dios había elegido para un fin especial, el amigo preferido del Altísimo. Abraham era pues un hombre totalmente rendido a Dios, completamente sometido a él, y sin nada que pudiera llamar suyo. Había puesto todo en su amado hijo, y Dios se lo había quitado. Dios pudo haber comenzado de a poco, trabajando en la periferia de la vida de Abraham, pero prefirió ir derechamente al corazón y hacer la separación con un solo tajo. Así economizó tiempo y dolor, y la acción fue efectiva.
He dicho que Abraham no tenía nada que pudiera llamar suyo. Pero, ¿no era rico este hombre? Tenía siervos, ovejas, camellos, ganado y bienes de toda clase. Además tenía a su esposa, y sus amigos, y lo que era mejor aún, tenía a Isaac, su hijo.
¿Cuál era el secreto espiritual de Abraham?
Tenía de todo, pero nada era suyo. Este es el secreto espiritual, la dulce teología del corazón que se aprende en la escuela del renunciamiento. Los libros de teología sistemática no hablan de esto, pero los entendidos lo comprenden.
Después de esta amarga, pero bendita experiencia, creo que las palabras “mi” y “mío,” adquirieron otro significado para Abraham. El sentido de posesión que ellas conllevan había desaparecido de su corazón. Las cosas se habían ido para siempre. Era algo externo al hombre. Ya no tenían lugar alguno en el corazón de Abraham. El mundo podía decir, “Abraham es rico,” pero el anciano por dentro sonreía. No podía explicárselos a ellos, pero él sabía que nada poseía. Sus tesoros verdaderos eran internos y eternos.
Sin duda ninguna que el hábito de apegarse a las cosas materiales es uno de los más dañinos de la vida. Hábito que por ser tan natural, pasa tantas veces desapercibido. Pero sus resultados son desastrosos.
Con harta frecuencia negamos dar nuestros bienes al Señor por el temor de perderlos, especialmente cuando dichos tesoros son miembros de nuestra familia, o amigos queridos. Pero no tenemos razón para abrigar tales temores. Nuestro Señor no vino para destruir sino para salvar. Todo lo que encomendamos a su cuidado está seguro. La verdad es que no hay nada que esté realmente seguro si no se lo encomendamos a él.
Debemos dar también nuestros dones y talentos al servicio de Dios.
También debemos entregarle nuestros dones y talentos. Debemos reconocer que son simplemente préstamos que Dios nos ha hecho, y no debemos suponer que son propiedad nuestra. No debemos reclamar méritos por talentos o habilidades como no debemos alabarnos por el color de nuestro pelo o nuestros ojos. “Porque, ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7)
El cristiano suficientemente despierto reconocerá esta maligna tendencia de su corazón, y le apenará el hecho de que ella exista. Si su anhelo de conocer más profundamente a Dios es lo bastante fuerte, querrá hacer algo para remediar el mal. La pregunta es, ¿qué es lo que puede hacer?
Lo primero de todo es poner aparte todo intento de defensa y no hacer ningún intento de justificarse ante sus propios ojos o los ojos de Dios. Quien quiera que trate de defenderse a sí mismo, no tendrá quién acuda en su defensa, pero si se presenta indefenso delante de Dios, su defensor será el propio Dios. El cristiano deseoso de mejor vida espiritual debe olvidarse de cualquier treta resbaladiza que imagine su corazón, y presentarse franca y humildemente delante de Dios.
También debe tener presente que este es un asunto santo. Ningún tratamiento superficial o descuidado arreglará la situación. El que quiera recibir la ayuda y bendición de Dios, debe acercarse a él con la plena y absoluta determinación de que él le oiga. Debe insistir en que Dios acepte todo, y tome todas las cosas que hay en su corazón, y que el Señor mismo venga a ser el rey. Tal vez sea necesario que mencione cada cosa y cada persona por nombre. La persona que lo haga así, con franqueza, con sinceridad, sin reservas de ninguna clase, acortará el tiempo de su agonía, reduciéndolo de años a minutos, y entrará a la tierra prometida mucho antes que los que creen que a Dios hay que tratarlo con mucha precaución.
Las verdades espirituales se aprenden a través de la experiencia.
No debemos olvidar que estas verdades espirituales no se aprenden por repetición, como se aprenden las reglas de la física y otras ciencias. Las verdades divinas se aprenden por experiencia, sintiéndolas antes de poder saber lo que son. Si queremos conocer las bendiciones de Abraham debemos sentir en carne propia sus mismas angustias y agonías. La antigua maldición no desaparece sin producir dolores. El viejo miserable que hay dentro de nosotros no se rinde, ni muere, acatando nuestras órdenes. Ha de ser arrancado de nuestro corazón como se arranca una mala hierba fuertemente adherida a la tierra. Es necesario extraerlo con dolor y derramamiento de sangre, igual que una muela que se extrae de la mandíbula. Debe ser expelido fuertemente del alma, de la misma manera que Jesús echó a los mercaderes del templo. Por nuestra parte debemos resistir la tentación de tener lástima de nosotros mismos, uno de los pecados más reprensibles de la naturaleza humana.
Conclusión.
Si deseamos conocer a Dios en una creciente intimidad, debemos renunciar a todo deseo de propia complacencia. Tarde o temprano, Dios nos someterá a esta prueba. Cuando Dios pidió a Abraham que sacrificara a Isaac, el patriarca no sabía que Dios lo estaba probando. Si él hubiera asumido otra actitud diferente de la que asumió, la historia del Antiguo Testamento hubiera sido muy diferente. Dios hubiera hallado otro hombre como el que buscaba, y Abraham se hubiera hundido en el anonimato. De igual modo a cualquiera de nosotros puede llegarnos la prueba en cualquier momento, quizás sin que nos demos cuenta de que es una prueba. En el momento de prueba no habrá más que una sola alternativa, y todo nuestro porvenir dependerá de la elección que hagamos.
Padre, ansío conocerte, pero mi cobarde corazón teme dejar a un lado sus juguetes. No puedo deshacerme de ellos sin sangrar interiormente, y no trato de ocultarte el terror que eso me produce. Vengo a tí temblando, pero vengo. Te ruego que arranques de mi corazón todo eso que ha sido tantos años parte de mi vida, para que tú puedas entrar y hacer tu morada en mí sin que ningún rival se te oponga. Entonces harás que tu estrado sea glorioso; no será necesario que el sol arroje sus rayos de luz dentro de mi corazón, porque tú mismo serás mi luz, y no habrá más noche en mí. Te lo imploro en el nombre de Jesús, amén.
Adaptado de: W. Tozer, La Búsqueda de Dios: Un Clásico Libro Devocional, trans. Dardo Bruchez (Camp Hill, PA: Christian Publications, 1977), 26-31.

Fuente: https://semperreformandaperu.org

lunes, 26 de noviembre de 2018

¿Qué es la Teología Reformada?





Respuesta: Hablando en términos generales, la Teología Reformada incluye cualquier sistema de creencia que traza sus raíces a la Reforma Protestante del siglo 16 d.C. Por supuesto, los Reformadores mismos basaron su doctrina en las Escrituras, tal como es indicado en su credo de “sola escritura,” así que la teología reformada no es un “nuevo” sistema de creencia sino uno que busca continuar la doctrina apostólica.

En general, la teología reformada se mantiene firme en la autoridad de la Escritura, la soberanía de Dios, la salvación por gracia por medio de Cristo, y la necesidad del evangelismo. Es llamada a veces la teología del pacto por su énfasis en el pacto de Dios hecho con Adán y el nuevo pacto que vino a través de Jesucristo (Lucas 22:20).

La Autoridad de la Escritura: La teología reformada enseña que la Biblia es la Palabra de Dios, inspirada y autoritaria, suficiente en todo asunto de fe y práctica. 

La Soberanía de Dios: La teología reformada enseña que Dios reina con un control absoluto sobre la creación. Él ha ordenado en su presciencia todo lo que suceda y por lo tanto nunca es frustrado por las circunstancias. Esto no limita la voluntad de la criatura, como tampoco hace de Dios el autor del pecado.

La Salvación por gracia: La teología reformada enseña que Dios en Su gracia y misericordia ha elegido redimir a un pueblo para Sí mismo, rescatándolo del pecado y de la muerte. La doctrina reformada de la salvación es comúnmente representada por la palabra acróstica inglesa TULIP (conocida también como los cinco puntos del Calvinismo): 

T – Total Depravity (La depravación total). El hombre es completamente incapaz en su estado pecaminoso, está bajo la ira de Dios, y no puede de ninguna manera agradar a Dios. La depravación total significa también que el hombre, por su propia cuenta, no buscará conocer a Dios, hasta que Dios en Su gracia lo mueva a hacerlo (Génesis 6:5Jeremías 17:9Romanos 3:10-18). 

U – Unconditional Election (La elección incondicional). Dios, desde la eternidad pasada, ha escogido salvar a una gran multitud de pecadores, la cual ningún hombre pueda numerar (Romanos 8:29-309:11Efesios 1:4-6,11-12).

L – Limited Atonement (La expiación limitada). También llamada una “redención particular.” Cristo tomó sobre Sí el juicio por el pecado de los elegidos, y de ese modo pagó por sus vidas con Su muerte. En otras palabras, Él no sólo hizo “posible” la salvación, sino que de hecho la obtuvo para aquellos que Él hubo escogido (Mateo 1:21Juan 10:1117:9Hechos 20:28Romanos 8:32Efesios 5:25).

I – Irresistible Grace (La gracia irresistible). En su estado caído, el hombre resiste el amor de Dios, pero la gracia de Dios obrando en su vida hace que desee lo que previamente él había resistido. Es decir, la gracia de Dios no fallará en realizar su obra salvadora en los elegidos (Juan 6:37,4410:16).

P – Perseverence of the Saints (La perseverancia de los santos). Dios protege a Sus santos de apartarse de la fe; por tanto, la salvación es eterna (Juan 10:27-29Romanos 8:29-30Efesios 1:3-14).

La necesidad del evangelismo: La teología reformada enseña que los cristianos están en el mundo para hacer una diferencia, espiritualmente a través del evangelismo, y desde el punto de vista social por sus vidas santas y el ser humanitarios. 

Otros distintivos de la teología reformada por lo general incluyen la observancia de dos sacramentos (bautismo y comunión), sostiene una perspectiva cesacionista de los dones espirituales (los dones no son dados a la Iglesia), y un punto de vista no dispensacional de las Escrituras. Puestos en alta estima en las Iglesias Reformadas son los escritos de Juan Calvino, Juan Knox, Ulrico Zwingli, y Martín Lutero. La Confesión de Fe Westminster personifica la teología de la tradición reformada. Las iglesias modernas de la tradición reformada incluyen las presbiterianas, las congregacionalistas, y algunas bautistas.

Fuente: gotquestions.org

viernes, 16 de noviembre de 2018

¡Pastores al filo de la muerte! Dios interviene de manera sobrenatural




Hace aproximadamente dos semanas en una ciudad del Medio Oriente, dos pastores pertenecientes a Assembly of Loving God que traducido es Asamblea del Dios Amoroso (iglesia clandestina) decidieron valientemente compartir el amor de Dios mediante palabras y buenas obras con musulmanes árabes locales.

Al obtener buenos resultados del trabajo que estaban realizando, estos líderes junto con sus propias familias, dedicaron su tiempo para reunirse regularmente con un grupo de 50 ex musulmanes para orar, adorar y enseñarles más sobre su nueva y viva fe.
Al parecer, uno de los vecinos se dio cuenta de lo que sucedía e informó al imán de la mezquita local quién reunió un grupo de personas enojadas y armadas para atacar brutalmente a los pastores, los llevaron a  su mezquita, los ataron a un pilar y siguieron golpeándolos para hacerlos volver al islam pero estos rechazaron sus apelaciones diciendo: “Jesús es nuestro Señor y Salvador”. Él nos salvó del pecado y la muerte que conocimos y experimentamos en nuestras propias vidas. Ahora somos nuevas creaciones en él. Puedes matar nuestra carne, pero tendremos una vida eterna con nuestro Salvador en el cielo. Por lo tanto, nunca perderemos nuestra fe en Jesús, sin importar lo que suceda”.
Tras varios días consecutivos de tortura, estos pastores fueron entregados a un grupo terrorista pero al ver que todos sus intentos eran fallidos decidieron castigarlos con la muerte.
Atando las manos y las piernas  de los hombres a sus espaldas, los sacaron a un área abierta. Con dos hombres parados detrás de los pastores arrodillados, los asesinos intentaron cubrir los rostros de los cristianos, pero alguien les dijo que no lo hicieran porque querían ver y experimentar aún más miedo mientras eran ejecutados.
En vez de esto, los pastores alzaron su mirada al cielo, para mirar a su Señor, y un aire refrescante invadió el lugar ¡Dentro una nube vieron a Jesús sentado en un trono! Miles de ángeles lo rodeaban. Estos pastores comenzaron a alabar al Señor con alegría y entusiasmo porque sabían que él estaba allí con ellos.
Los asesinos blandieron sus cuchillos sobre los cuellos de los hombres. Pero mientras se preparaban para derribar las cuchillas, algo sorprendente sucedió pues tanto ellos como sus armas cayeron al suelo y rayos de fuego que emanaban de Jesús descendían a través de la nube hacia los testigos de la ejecución.
El miedo se apoderó de los espectadores cuando escucharon a los pastores alabando a su Señor en voz alta, y solo se intensificaron mientras observaban a los aspirantes a asesinos caer, indefensos y desarmados. Vencidos por el terror y el calor ahora extremo, la multitud huyó. Las piernas y manos de los pastores fueron soltadas. Sin embargo, en lugar de levantarse, permanecieron de rodillas, alabando y agradeciendo a su poderoso Salvador.
Después de un tiempo aparecieron dos ángeles, quienes vinieron a levantar a los valientes pastores.
Este hecho sorprendente es prueba del poder y soberanía de Dios. Él hace lo que quiere, con quién quiere, cómo quiere y dónde quiere. Pero sea que Dios permita la vida o la muerte, sus hijos son sus hijos y nadie los arrebatará de su mano.

Fuente: bibliatodo.com


Libres de la aflicción