martes, 30 de mayo de 2017

3 peticiones de oración por Venezuela

  3 peticiones de oración por Venezuela


Por: Josué Barrios

Los cristianos somos llamados a orar pidiendo que el nombre de Dios sea santificado, su voluntad sea hecha, y venga su Reino. Es crucial que ese sea nuestro clamor cuando oramos por Venezuela en medio de la crisis que atraviesa el país.
Pero, ¿cómo podemos orar de maneras un poco más específicas?

1. Ora por los ministros y líderes políticos del país.

No suele ser fácil orar por personas con las que estamos en desacuerdo en muchos asuntos o nos desagradan, pero la Palabra de Dios es clara al respecto:
“Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:1-4).

2. Ora por misericordia para la nación.

¿La política es importante y puede ser de provecho? Claro que sí. Gloria a Dios por eso. Esa es la razón por la que no debemos desestimar la lucha política.
Pero los cristianos entendemos que lo que más necesita Venezuela no es un cambio político y económico, sino el evangelio de Jesucristo.
He vivido toda mi vida en Venezuela y puedo testificar del deterioro del país en todos los sentidos. La situación en esta nación es espeluznante. Pero no pidamos solo por una solución para esta crisis. Pidamos también, y principalmente, por un avivamiento en Venezuela. Roguemos a Dios que transforme los corazones de incontables venezolanos.
Además de eso, está el peligro de que la crisis social estalle más aún y termine de salirse de las manos de ambos bandos políticos en el país.
En más de 15 años de chavismo-madurismo nunca había visto a la gente tan indignada y enojada como ahora. En las calles y avenidas de diversas ciudades, hay enfrentamientos serios entre fuerzas del estado y manifestantes. Se ha derramado sangre, y puede derramarse aún más. Como cristianos, oremos pidiendo a Dios que obre al respecto.

3. Ora por sabiduría, fortaleza y madurez para la Iglesia.

Agradezco a Dios por los creyentes en Venezuela que se han mantenido fieles al evangelio, y es necesario que sigamos clamando por la Iglesia aquí.
Pidamos a Dios que la Iglesia sea sabia y fuerte en este momento. Venezuela necesita que seamos sal y luz en medio de la oscuridad, creciendo hacia la madurez, comprendiendo más la Palabra de Dios en medio de tantas corrientes con errores y herejías doctrinales.
La sana doctrina es lo más importante en el mundo porque, con el poder del Espíritu Santo, es lo que hace firme y saludable a una iglesia, llevándola a dar mucho fruto. Y Venezuela necesita iglesias saludables. Además, en este país la mies es mucha y los obreros son pocos. ¡Que el Señor edifique a Su iglesia y envíe más obreros!
Todos los días, al igual que a miles de cristianos, me toca predicar el evangelio a madres que no saben qué dar de comer a sus hijos, padres que perdieron a familiares en manos de la delincuencia, personas que no encuentran en farmacias las medicinas que necesitan, o estudiantes que han sido atacados por fuerzas del estado mientras solo buscaban expresarse y exigir que se respeten sus derechos (por ejemplo).
Es doloroso predicar a personas que atraviesan dolor. Pero Venezuela necesita la predicación de la verdad. Y necesitamos mucha gracia y sabiduría para extender la Palabra. Así que, pidamos a Dios que nos conceda reflejar a Cristo en nuestras vidas.

Fuente: josuebarrios.com

¿Estás seguro de ser salvo? Cómo saber si eres cristiano

  ¿Estás seguro de ser salvo? Cómo saber si eres cristiano

Por: Josué Barrios

“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Por eso es crucial que sepamos si hemos nacido de nuevo y, por tanto, somos verdaderos cristianos.

¿Estás seguro de que eres salvo?

Si no hemos pasado de la muerte espiritual a la vida espiritual en Cristo, estamos perdidos sin importar cuan llena de vida consideremos nuestra espiritualidad, y sin importar cuan auténtica creamos que es nuestra fe (cp. Efesios 2:1-9).
Además, hay quienes afirman ser cristianos y creer lo que enseña la Biblia, cuando en realidad no son hijos de Dios y no abrazan la verdad, sino que abrazan falsas doctrinas.
De hecho, hoy tenemos iglesias llenas de falsas conversiones. Jesús advirtió seriamente sobre eso (Mateo 7:21-23). El apóstol Pablo también: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Cor 13:5).
Para saber si en verdad hemos nacido de nuevo, no debemos compararnos con otras personas. Debemos mirarnos a la luz de la Biblia, para lo cual es crucial el ambiente de una iglesia local saludable y hermanos que te ayuden a examinarte objetivamente.
Tener certeza de nuestra salvación nos impulsa a vivir la vida cristiana con mayor gozo y confianza en el Señor (cp. 2 Pedro 1:10).

Un examen frente a la Palabra de Dios

La primera epístola del apóstol Juan se escribió de manera particular con este propósito: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…” (1 Juan 5:13).
Hace más de 150 años, el obispo J.C. Ryle sustrajo de esa epístola seis características de todo cristiano. Verte frente a ellas es útil para conocer si tienes vida eterna. Las he resumido en cinco:

1. El cristiano no lleva una vida de pecado y ama la pureza.

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado” (1 Juan 3:9).
Un cristiano no tiene perfección (1 Juan 1:8). Sin embargo, el cristiano tiene dirección. Por la gracia de Dios, su vida ya no se caracteriza por el pecado. Puede decir como John Newton: “No soy lo que debo ser, tampoco lo que quiero ser, pero por la gracia de Dios no soy lo que solía ser”.

2. El cristiano cree en Jesús como su Señor y Salvador.

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5:1).
El cristiano no deposita toda su confianza en el “Cristo” que predican los falsos maestros, sino en el verdadero, el que se revela en la Biblia, y eso evidencia que ha nacido de nuevo. En otras palabras, el cristiano afirma una doctrina correcta del evangelio. ¡La doctrina importa!
Ryle escribe: “[El cristiano] cree que, porque ha aceptado la obra consumada de Cristo y la muerte en la cruz, es considerado justo a los ojos de Dios, y puede encarar la muerte y el juicio sin temor”.

3. El cristiano práctica la justicia.

“Todo el que hace justicia es nacido de él” (1 Juan 2:29).
Alguien que ha nacido de nuevo busca obedecer al Señor, no para ganarse su salvación (ya que eso sería rechazar el evangelio de la gracia), sino en agradecimiento a Dios por su salvación (cp. Efesios 2:8-10).

4. El cristiano ama a sus hermanos en la fe.

“Sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (1 Juan 3:14).
Nuestro Señor habló: “Un nuevo mandamiento os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado… En esto conocerán todos que sois mis discípulos” (Juan 13:34-35).
Una marca irrefutable de que somos cristianos, es que amamos — partiendo del conocimiento a la verdad— de todo corazón a otros cristianos, a pesar de nosotros mismos.

5. El cristiano vence al mundo.

“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5:4).
Ryle escribe al respecto:
“El hombre que ha nacido de nuevo no usa la opinión del mundo como su norma con respecto a lo bueno y lo malo. No le importa ir contra la corriente de las conductas, ideas y costumbres del mundo. Lo que dicen o hacen los demás ya no le preocupa. Vence al amor del mundo. No encuentra placer en las cosas que parecen dar felicidad a la mayoría de las personas. A él le parecen necias e indignas de un ser inmortal.
Ama los elogios de Dios más que los elogios del hombre. Teme ofender a Dios más que ofender a los hombres. No es importante para él si lo culpan o elogian, su meta principal es agradar a Dios”.
El cristiano posee algo mayor que lo que tiene este mundo, un gozo verdadero. Así es como vence al mundo.
“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (2 Juan 2:16-17).

Conclusión: Hay gracia para pecadores

Si habiendo leído esto puedes ver que eres cristiano y has sido verdaderamente salvo, es mi oración que tu gozo abunde y tu fe siga creciendo. Dios ha prometido terminar lo que empezó en ti (Filipenses 1:6).
Pero si al mirarte en el espejo de la Palabra de Dios, te das cuenta de que realmente no eres cristiano, te exhorto a que acudas hoy a Cristo. Conoce el verdadero evangelio. Reconoce tu pecado, arrepiéntete y pon tu confianza en Jesús. “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17).
Una versión de este artículo fue publicada primero el 19 de octubre de 2015.
Fuente: josuebarrios.com

lunes, 29 de mayo de 2017

EL PODER DE UNA MADRE QUE ORA: GRANDES CRISTIANOS Y SUS MADRES PIADOSAS

   

Tim Challies
Su nombre es conocido en todo el mundo. Multitudes acudían a su iglesia para oírlo predicar, y en todas partes la gente devoraba las ediciones impresas de sus sermones. Cuando él murió, 60.000 admiradores se enfilaron ante su ataúd y 100.000 alinearon su ruta fúnebre. Incluso hoy, la gente visita su tumba para rendir homenaje. Muchos más leen sus libros y se inspiran en sus sermones. Sin embargo, antes de que Charles Spurgeon fuera El Príncipe de los Predicadores, era un muchacho joven en los brazos de una madre piadosa.
En medio de todo su éxito y toda su fama, no olvidaría su primer y mejor instructor. “No puedo decir,” dijo, “cuánto debo a las palabras solemnes de mi buena madre.” Como su hermano diría, “Ella fue el punto de partida de toda la grandeza y la bondad de cualquiera de nosotros, por la gracia de Dios, lo he disfrutado.
En este artículo de la serie “Hombres Cristianos y Sus Madres Piadosas,” nos volvemos a otra madre que fue la influencia espiritual más formativa sobre su joven hijo, una madre que enseñaría y entrenaría a su hijo mientras suplicaba por su alma. En ella vemos el poder de una madre suplicante.
Una Madre Que Ora y Vigila
Charles Spurgeon nació el 19 de junio de 1834, en Essex, Inglaterra, el primer hijo de John y Eliza. Eliza había nacido y criado en la cercana Belchamp Otten, y aunque poco se sabe de su juventud, sabemos que se casó temprano, porque tenía sólo 19 años cuando dio a luz a Charles. John, al igual que su padre antes que él, era un pastor bi-vocacional, independiente, que trabajó como empleado durante la semana para apoyar su ministerio los fines de semana. Su trabajo y ministerio lo llevaron a menudo fuera de casa y dejaron a Eliza a cargo de los niños.¡Y había muchos niños! Eliza dio a luz a 17, aunque nueve morirían en la infancia.
Poco después de que Charles naciera, fue a vivir con sus abuelos, presumiblemente porque Eliza estaba luchando con un embarazo difícil o con un niño pequeño. Permaneció allí hasta los 4 ó 5 años, luego regresó a casa, aunque durante toda su infancia continuaría disfrutando de largas visitas con sus abuelos. Allí tuvo acceso a una gran biblioteca que despertó un amor de toda la vida por la lectura, y allí escuchó los debates teológicos y comenzó a desarrollar entendimiento y convicciones. Él obtuvo un cariño especial por las obras de los puritanos y, a los 6 años, leyó El Progreso del Peregrino la primera de lo que finalmente sería cientos de veces.
Cuando regresó a su familia, era el hermano mayor de tres hermanos, y era hora de que comenzara su educación. Fue también durante este tiempo que su madre se convirtió en su influencia espiritual más formativa. Aunque Charles se comportaba bien, era precocemente consciente de su profunda depravación. “Siempre que pude”, dijo más tarde, “me rebelé, me rebelé y luché contra Dios. Cuando Él quería que orara, yo no oraría, y cuando Él quería que escuchara el sonido del ministerio, yo no lo haría. Y cuando oí, y la lágrima rodó por mi mejilla, lo limpié y desafié a derretir mi alma. Pero mucho antes de comenzar con Cristo, Él comenzó conmigo.”
Cristo comenzó con él a través del ministerio atento de su madre. Debido a que John estaba tan ocupado con su trabajo y tan a menudo dedicado a cuidar de las almas de su congregación, gran parte de la responsabilidad de la crianza de los hijos recayó en Eliza. Aunque esto le preocupaba a John y, a veces le dejaba sentirse culpable, una experiencia le aseguró que sus hijos estaban en buenas manos. Durante un tiempo de ocupación, interrumpió su ministerio para volver a casa. “Abrí la puerta y me sorprendí al no encontrar a ninguno de los niños en el vestíbulo. Al subir en silencio, escuché la voz de mi esposa. Ella estaba en oración con los niños; a oí orar por ellos uno por uno por su nombre. Ella vino a Charles, y especialmente oró por él, porque él era de gran espíritu y temperamento atrevido. Escuché hasta que terminó su oración, y sentí y dije: ‘Señor, seguiré con tu trabajo. Los niños serán atendidos.’”
Algunos de los recuerdos más tempranos de Charles son de su madre reuniendo a los niños para leer la biblia a ellos y rogar con ellos para volverse a Cristo. Para sus hijos ella no era sólo una maestra, sino una evangelista.
Era costumbre de los domingos por la noche, cuando aún éramos niños pequeños, quedarse en casa con nosotros, y luego nos sentábamos alrededor de la mesa, y leíamos versículo por versículo, y ella nos explicaba la Escritura. Después de eso, llegó el tiempo de la súplica; había un pequeño pedazo de La Alarma de Alleine, o ElLlamado a los Inconversos de Baxter, y esto fue leído con observaciones puntuales hechas a cada uno de nosotros mientras nos sentábamos alrededor de la mesa; y preguntaba cuando seria el tiempo que pensaríamos sobre nuestra condición, cuánto tiempo más buscaríamos al Señor. Luego vino una oración de madre, y algunas de las palabras de esa oración que nunca olvidaremos, incluso cuando nuestro pelo fue gris.
En estas oraciones, suplicó a Dios que extendiera su misericordia salvadora a sus hijos. Charles recordó que en una ocasión oró de esta manera: “Ahora bien, Señor, si mis hijos continúan en sus pecados, no será por ignorancia que perecerán, y mi alma tendrá que rendirles un rápido testimonio contra ellos en el día del juicio si no retienen a Cristo.” El pensamiento de su propia madre testificando contra él traspasó su alma y agitó su corazón. Su intercesión causó una impresión tan profunda en su joven hijo que muchos años más tarde escribió: “¿Cómo puedo olvidar su ojo lloroso cuando me advirtió que me escapara de la ira venidera?” Otra vez ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y clamó a Dios: “¡Oh, que mi hijo viva delante de Ti!” El deseo más profundo de su corazón era ver a sus hijos abrazar a su Salvador.
Pero aún así, Charles no se volvió hacia Cristo. A partir de los 10 a 15 años, él se preocuparía y trabajaría sobre el estado de su alma. Él sabía de su pecaminosidad pero no conocía del perdón; él sabía de su rebelión pero no tenía confianza en su arrepentimiento. Leyó las obras de los grandes pastores y teólogos de la historia, pero no encontró alivio alguno. Y entonces, una nevada mañana de domingo, se sintió atraído por una pequeña capilla primitiva metodista, donde un simple pastor tomó el texto: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los confines de la tierra”. ¡Jesucristo! -exclamó-. “¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! Usted no tiene nada que hacer sino mirar y vivir.” La sencillez del mensaje era justo lo que Charles necesitaba, porque ahora entendía que Dios no le estaba llamando a hacer sino a creer. Y él lo hizo. Puso su fe en el Señor Jesucristo.
Poco después, escribió una carta a su madre en la que expresó su entusiasmo y su gratitud. Él le rindió homenaje por ser su principal maestro y por ser la que tan a menudo había suplicado a Dios por el don de la salvación. “Tu cumpleaños será ahora doblemente memorable, pues el tercer de mayo, el niño por quien oras con tanta frecuencia, el niño de esperanzas y temores, tu primogénito, se unirá a la Iglesia visible de los redimidos en la tierra y se unirá doblemente al Señor su Dios, por profesión abierta. Tú, mi Madre, has sido el gran medio en la mano de Dios para hacerme lo que yo espero ser. Sus amables y amonestadoras discusiones de la noche del Sabbath estaban demasiado profundamente arraigadas en mi corazón para ser olvidadas. Tú, por la bendición de Dios, preparasten el camino para la Palabra predicada y para ese libro sagrado, La Ascensión y el Progreso. Tengo animo, si me siento preparado para seguir a mi salvador, no sólo en el agua, sino que si me llama, incluso en el fuego, te amo como la predicadora a mi corazón de tal valor, como mi madre suplicante y vigilante.”
Spurgeon pronto se convertiría en El Joven Predicador y El Principe de los Predicadores. Primero miles y luego decenas de miles se reunirían para escuchar sus sermones. Pronto sus sermones serían transcritos y enviados a través del mundo. A lo largo de su vida, predicaría a millones. Recibiría la atención y los elogios de los presidentes y príncipes, pero debía todo a una madre cuya primera y más grande audiencia fuera su propia familia. En uno de sus primeros sermones, Spurgeon le rendía homenaje de esta manera: “Había un niño una vez – un niño muy pecador – que no escuchó el consejo de sus padres. Pero su madre oró por él, y ahora está de pie para predicar a esta congregación cada Sabbath. Y cuando su madre piensa en su primogénito predicando el Evangelio, obtiene una cosecha gloriosa que la hace una mujer feliz.
Eliza era una mujer alegre que obtuvo una cosecha gloriosa porque había sido fiel. El primer y gran deber de su maternidad era el cuidado espiritual de sus hijos, y ella se había aplicado a esa responsabilidad. Ella había enseñado a sus hijos la Palabra de Dios, había orado por sus almas, y ella les había rogado que se volvieran a Cristo. Ella había ganado la alabanza de su hijo: “Nunca podría ser posible para cualquier hombre estimar lo que debe a una madre piadosa.”
Para obtener más información sobre Charles Spurgeon, recomiendo Spurgeon de Arnold Dallimore, Living by Revealed Truth de Tom Nettles y Charles Haddon Spurgeon de WY Fullerton. La información para este artículo se extrajo principalmente de esos recursos.
Fuente: Evangelio.blog/ cristianosaldia.net/ elblogdejuliocesarbarreto.blogspot.com

sábado, 27 de mayo de 2017

5 razones para estudiar historia de la Iglesia


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César Pedraza

Este año se celebran quinientos años de la reforma protestante, un evento histórico de suma importancia para el pueblo evangélico y que despierta en nosotros cierta sensibilidad hacia la historia de la Iglesia. A causa de esto, muchos están interesados en aprender historia. En octubre se escuchará hablar de Lutero, Calvino, Zwinglio, etc., y sin duda querremos estar informados acerca de ellos y de qué, cómo y cuándo fue lo que hicieron. Sin menospreciar la tarea realizada por estos hombres de Dios, debemos entender que no fueron ellos, sino Dios mediante ellos, el que obró para preservar a Su Iglesia.
Cuando a Lutero se le preguntó cómo había hecho para transformar al mundo con sus enseñanzas, Lutero señaló: “simplemente enseñé y prediqué la palabra de Dios. Nada hice fuera de ello. Y mientras dormía o tomaba cerveza de Wittemberg con mis amigos Felipe [Melanchton] y Nicolás [de Amsdorf], la Palabra debilitó sobremanera al Papado, con un daño que nunca le había generado príncipe o emperador alguno. Yo nada hice. Todo fue obra de la Palabra. Tener en mente esto para este año será importante, no te olvides que toda la gloria debe ser para Dios, y no para los instrumentos que Él, en Su gracia y misericordia, usa. Lutero lo sabía, y dejó ejemplo de ello para que no lo olvidemos.
Entonces, si tienes el deseo de estudiar historia de la Iglesia, quisiera compartir contigo cinco buenas razones de por qué todo creyente debiera hacerlo.

1. Porque nos pone en perspectiva

Nos hace ver y entender cómo hermanos de distintas épocas han pasado por la mismas luchas, mismos gozos y misma esperanza a lo largo de la historia. Muchos de ellos enfrentaron problemas y conflictos que nosotros ni siquiera somos capaces de dimensionar o imaginar, pero para cada una de las distintas circunstancias la fuente de gracia y fortaleza fue una, Dios. Por dar un ejemplo, podemos señalar al octogenario obispo de Esmirna en el siglo II, Policarpo, quien se ocultó al oír que le estaban buscando, pero fue descubierto por un niño. Tras dar una comida a los guardas que le habían prendido, les pidió una hora de oración, lo que le permitieron, y oró con tal fervor que los guardas que le habían arrestado sintieron culpa de haberlo hecho. Sin embargo, lo llevaron ante el procónsul, y fue condenado y quemado en la plaza del mercado. El procónsul le apremió, diciendo: Jura, y te daré la libertad: Blasfema contra Cristo”. Policarpo le respondió: Durante ochenta y seis años le he servido, y nunca me ha hecho mal alguno: ¿Cómo voy yo a blasfemar contra mi Rey, que me ha salvado?”. En la estaca fue sólo atado, y no clavado como era costumbre, porque les aseguró a sus opresores que se habría de quedar inmóvil; y así fue, encontró la muerte. Es difícil contemplar este ejemplo y no sentirse humillado por la liviana forma que tenemos de ver la vida cristiana, y las constantes quejas injustificadas que tenemos como hijos de Dios.

2. Porque nos enseña nuestra herencia como cristianos

El cristianismo tiene una herencia o legado en la historia, y se espera que tomando aquello, continuemos dejando huella como seguidores Cristo y aprendamos de los errores cometidos para no caer nuevamente en ellos. Hay mucho que aprender al respecto, como por ejemplo que la persecusión en la Iglesia y las tribulaciones siempre fueron un factor de purificación y expansión del cristianismo. En cuanto a esto, recuerdo la oportunas palabras de Agustín, para un cristianismo contemporáneo que muchas veces vive asentado en la comodidad y el placer: “quien no ha tenido tribulaciones que soportar es que no ha comenzado a ser cristiano de verdad”.
Otro ejemplo es que cada vez que la iglesia se apartó de las Escrituras, cayó en un declive, pero siempre que volvió a ellas, Dios forjó un avivamiento. Es esta herencia la que sitúa a la iglesia del día de hoy dónde está, esto nos ayuda a saber de dónde venimos, qué debemos continuar haciendo, qué debemos evitar y hacia dónde debiésemos ir.

3. Porque nos muestra la fidelidad de Dios

La historia de la Iglesia a gritos nos dice: “Dios siempre es fiel”, sea en quietud y paz, o persecución y gran tribulación, el inmutable Dios no cambia, permanece fiel y preserva a Su Iglesia. El Señor Jesucristo dijo que edificaría Su Iglesia, lo ha hecho y lo seguirá haciendo. ¡Gloria a Dios!

4. Porque refuerza nuestra fe

Nuestra fe descansa sobre hechos históricos concretos. No está basada en hechos imaginarios o abstractos. La Biblia es un relato histórico que nos afecta a todos, pues si lo que la Biblia relata no ha ocurrido, entonces la historia humana no ha sido intervenida por Dios, la encarnación de Jesucristo es un mero invento y un mayor fraude es Su resurrección. Y como dijo el apóstol Pablo a la iglesia en Corinto: Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe… Entonces también los que han dormido en Cristo han perecido. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima. Gracias a Dios que el texto no termina allí y exclama ¡Mas ahora Cristo ha resucitado!, para quienes somos creyentes creemos que así ha sido. En nuestra fe, abriga importancia el hecho histórico, pues Dios se ha revelado en la historia de la humanidad y ha hecho que se registre dicha revelación en las Escrituras. Estas Escrituras han seguido impactando al pueblo de Dios por cerca de dos mil años, y lo seguirá haciendo, y cómo las Escrituras continuaron impactando al pueblo de Dios ha quedado registrado en la historia de la Iglesia, dejándonos ver que Dios hasta el día de hoy sigue transformando vidas y obrando por medio de Su Palabra.

5. Porque nos ahorra dos mil años de aprendizaje

Una razón obvia, pero no muchas veces considerada. En nuestra soberbia tenemos la tendencia de creer que sabemos más de lo que sabemos, y esta actitud es inherente de niños e ignorantes. Nos esforzamos por “reinventar la rueda” cuando el testimonio de los antiguos nos ayuda a aprender no sólo que “la rueda ya hace tiempo se inventó” sino muchas otras cosas más. Tenemos a nuestra disposición el testimonio de dos mil años de obra misionera, administración de la iglesia, resolución de conflictos, persecuciones, lucha contra las herejías, avivamientos y reflexión teológica. No despreciemos todo lo que podemos aprender al estudiar historia de la Iglesia, y a los grandes hombres de Dios que han vivido en las distintas épocas por las que la iglesia ha atravesado. Dios puso todo esto a nuestra disposición para nuestra edificación y crecimiento, es nuestro deber hacer un correcto uso de esta información.
Cada una de estas razones irá cobrando más y más sentido en la medida que te sumerjas en el estudio de la historia de la Iglesia. Y si bien no está listada como razón, se espera que el lector entienda y asuma lo siguiente: Si eres un creyente, salvado por la gracia de Dios, entonces eres parte de la Iglesia. La historia de la Iglesia, es tu historia, nuestra historia”. ¿No debiéramos entonces atender a ella con más cuidado? Tu quehacer en esta vida será parte de la historia de la Iglesia que se sigue escribiendo, ¡tú y yo somos parte de ella! Que Dios en Su gracia, nos conceda vivir vidas que le honren y glorifiquen en todo lo que hacemos. Que nuestro anhelo sea ser siervos fieles al servicio de Su obra, pues aunque Dios no nos necesita, tenemos el privilegio de ser parte de ella. Como dijo el historiador evangélico Jean Henri Merle: “Dios, que prepara Su obra a través de los siglos, la cumple a Su hora, muchas veces con los instrumentos más débiles”. Aún hay mucho por hacer.
Que el Señor te bendiga.
Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años,
en medio de los años dala a conocer...”, 
Habacuc 3:2.

                           

          César Pedraza

César tiene el privilegio de servir al Señor Jesucristo como Pastor en el sur de Chile, colabora en el Instituto de Capacitación Teológica de Temuco, y está felizmente casado con Katherine Rivas con quien tiene dos hijos: Miguel y Gabriel.
 Fuente: s.dejesucristo.org

jueves, 25 de mayo de 2017

¡Dile que me ayude!







Una Gran Lección: Marta y Maria servían a la mesa, pero María prefirió estar a los pies de Jesucristo para escucharle. ¿Cuántas personas están hoy en día afanadas en sus quehaceres como Marta?
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miércoles, 24 de mayo de 2017

¡REGRESA!







La forma como Dios nos ama, siempre sobre pasará lo que nosotros pensamos o creemos que nos puede amar.  Y es que lo que pasa, es que nosotros juzgamos el amor según nuestros propios criterios, según nuestra naturaleza humana, sin percatarnos que la naturaleza de Dios no es humana, sino una naturaleza Divina.
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martes, 23 de mayo de 2017

En la Casa de mi Dios por siempre viviré - Julio César Barreto




             


"En la Casa de mi Padre por siempre viviré" (Nada Faltará), es un tema que compuse (Letra y Música), para la gloria y la alabanza de mi Dios.  Mi amigo Daniel Salas hizo los arreglos musicales y la edición.
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lunes, 22 de mayo de 2017

Vicente Montaño en: "Los Protagonistas de nuestra Música"






Ágape en la radio; una programación edificante y la mejor música del Universo. Síntesis de "Ágape en la radio" se complace en presentarles esta entrevista efectuada al Pastor y Cantor del Señor; Vicente Montaño. Por cortesía del espacio televisivo: "Programa de a Diario", patrocinado por el Ministerio "Visión Celestial", desde Houston, Dallas. Bajo la conducción del Pr. Benjamin Pérez y la Producción de Sandra Viviana Padi. Soli Deo Gloria.



sábado, 20 de mayo de 2017

Tu Nombre levantaré - Coalo Zamorano y Gadiel Espinoza






DONES DEL ESPÍRITU – 2DA PARTE

   Dones-del-espiritu-2da-parte-02


ALGUNAS PALABRAS CON RELACIÓN A LOS DONES MÁS CONTROVERSIALES:

SOBRE EL DON DE PROFECÍA

El don de profecía ha sido muy mal entendido. La palabra profetizar en su significado primario no es predecir el futuro. De hecho, 1 de Corintios 14:3 dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación”. En esas tres cosas -edificación, exhortación y consolación- no encontramos ninguna predicción del futuro. De manera secundaria, el profetizar sí significa la predicción del futuro, pero en su forma primaria la palabra profetizar significa “exponer la voluntad de Dios”. De esa manera cuando el pastor predica un mensaje y está exponiendo la voluntad de Dios, eso es una actividad profética.
En cuanto a si los profetas están presentes hoy en día o no, tenemos que hacer la diferencia entre lo que es el oficio de profeta, como lo vemos en el Antiguo Testamento, y lo que pudiera ser una revelación que Dios traiga al corazón o la mente de alguien hoy en día. El hecho de que Dios sobrenaturalmente pueda revelar algo al corazón o a la mente de una persona no lo constituye en profeta. Lucas 16:16 nos habla de que la ley y los profetas fueron hasta Juan, refiriéndose a Juan el Bautista. Con este verso podemos ver que hubo una diferenciación entre lo que fue la época del Antiguo Testamento, donde Dios les dio la ley y los profetas, hasta Juan el Bautista; y luego a partir de ahí, Dios le estaba dando continuidad a su plan pero ya de otra manera. Y en esta ocasión lo hizo a través de los apóstoles y no a través de individuos constituidos como profetas.
Cuando el Nuevo Testamento usa el término de profeta, no lo usa de la misma manera que se usó en el Antiguo Testamento, y lo sabemos por varias razones:
  1. Lucas 16:16 establece que la Ley y los profetas fueron hasta Juan (el Bautista). Juan el Bautista fue la última figura similar al profeta del Antiguo Testamento y fue más bien una figura transitoria.
  2. En el libro de los Hechos, capítulo 21:8-14 encontramos lo siguiente: “Al día siguiente partimos y llegamos a Cesarea, y entrando en la casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, nos quedamos con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo, quien vino a vernos, y tomando el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies, y dijo: Así dice el Espíritu Santo: “Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles.” Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí le rogábamos que no subiera a Jerusalén. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Como no se dejaba persuadir, nos callamos, diciéndonos: Que se haga la voluntad del Señor”.
Aquí aparece el profeta Agabo, profetizando que Pablo iría a Jerusalén y que sería atado en cadenas y en respuesta a eso él, junto con la comunidad, le pide a Pablo que no vaya a Jerusalén. Pablo en su calidad de Apóstol le pide que paren de hacer esa petición porque lo único que estaban haciendo era entristeciendo su espíritu y que él tenía que ir a Jerusalén por designio de Dios. En este caso usted tiene al profeta con una opinión contraria a la del apóstol y esto nunca hubiese pasado en el Antiguo Testamento, donde el creyente tenía que obedecer la voz infalible del profeta. Note como al final terminaron diciendo: “que se haga la voluntad de Dios”. Si Agabo hubiese sido un profeta al estilo del AT, esa frase no tendría cabida porque lo que Agabo reveló hubiese sido la voluntad de Dios, y ya no habría que preguntarse acerca de cuál sería la voluntad del Señor. El verdadero profeta del A.T siempre era infalible según revela el texto de Deuteronomio 18 que citamos más arriba.
1 de Corintios 14:29-30 dice: “Y que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen”. Pero si a otro que está sentado le es revelado algo, el primero calle”. La idea aquí es que lo que un profeta diga sea com- probado por otros que estén en la congregación o por la misma congregación. De ahí que dice que si dos o tres profetas hablan que los demás juzguen; en otras palabras, disciernan lo revelado. La revelación del profeta del Antiguo Testamento no estaba sujeta al escrutinio de dos o tres profetas o de la congregación o comunidad donde él estaba profetizando, lo que él decía era incuestionable porque era Palabra de Dios. Como esta infalibilidad profética no existía en el Nuevo Testamento, obviamente cuando se traía alguna revelación tenía que ser juzgada por los demás. De ahí una vez más la expresión “que los demás juzguen”.
Todo lo anterior es para hacer la aclaración, primero, de cuál es el significado primario de la palabra profetizar y segundo, para aclarar que el don de profetizar de que habla el Nuevo Testamento no es equivalente al oficio de profeta del Antiguo Testamento.

SOBRE EL DON DE LENGUAS

Este es otro don que ha causado una gran controversia. Hay un grupo que entiende que este don, al igual que otros dones sobrenaturales, ya pasaron y que estuvieron presentes hasta que murió el último de los apóstoles. En el otro extremo, otros creen que estos dones están presentes, pero lo usan de una manera completamente antibíblica, violando parámetros que Pablo establece en 1 de Corintios 14. Otros como nosotros, estamos en una posición intermedia donde creemos que los dones están presentes hoy, pero que su ejercicio necesita ser regulado por la Palabra de Dios.
La primera manifestación del don de lenguas aparece en el libro de Los Hechos, en 2:4-8“4Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse. 5Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. 6Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando? 8¿Cómo es que cada uno de nosotros les oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido?”.
Esta experiencia en el libro de los Hechos obviamente fue una experiencia usada por Dios, donde Él permitió que individuos que hablaban diferentes lenguas humanas, pudieran oír el mensaje que Pedro estaba predicando en sus propios idiomas. Este don así expresado, no requirió de ningún intérprete porque cada cual oyó el mensaje en su propia lengua, y fue usado de una manera evangelística, para la predicación del mensaje.
Este don de lenguas es diferente, a nuestro entendimiento, del que aparece descrito en 1 de Corintios 14 y que es precedido por un verso introductorio en 1 Corintios 13 . 1 Corintios 13:1dice: “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”. Notemos cómo el apóstol Pablo dice “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas”, como tratando de hacer una diferenciación entre lo que son las lenguas humanas y las lenguas angélicas. Creemos que este don de lenguas que está más claramente descrito en el próximo capítulo 14 de Primera de Corintios, se refiere a lenguas angelicales y no a lenguas humanas por varias razones. En primer lugar, este don descrito en la carta a los corintios, requiere de un intérprete, y que ese intérprete tenga el don de la interpretación. Eso no fue requerido en el don de lenguas manifestado en el libro de Los Hechos, capítulo dos. En segundo lugar, en el libro de Los Hechos se nos describe el ejercicio del don de lenguas y este sirvió para evangelizar; pero el propósito del don de lenguas descrito en 1 Corintios 14 no tiene nunca el propósito de la evangelización, sino que su propósito es el alabar y glorificar a Dios como vamos a ver más adelante. En tercer lugar, de este don descrito en 1 Corintos 14 se nos dice que el que ha bla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios, y obviamente si no le habla a los hombres pues no debe ser el don de hablar lenguas humanas.
Habiendo dicho eso como introducción al don de lenguas, veamos algunas de las cosas que Pablo nos dice en 1 Corintios 14 en los primeros versículos de este capítulo:
1 Corintios 14:2 “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende…”.
Si no le habla a los hombres entendemos entonces que esta no es una lengua humana. Si solamente le habla a Dios, creemos que esta es una lengua angelical que solamente puede ser entendida por Dios.
1 Corintios 14:4 dice que “El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica, pero el que profetiza edifica a la iglesia”.
Pablo nos está estableciendo la diferencia entre lo que es el don de lenguas y lo que es el don de profecía. Cuando se profetiza, se profetiza para edificar la iglesia; cuando se habla en lenguas muchas veces la edificación primera la recibe aquel que ejerce el don, pero los dones se nos dan primordialmente para la edificación del cuerpo de Cristo.
1 Corintios 14:5 no dice que “el que profetiza es superior al que habla en lenguas”. Y eso es importante recordarlo, simplemente porque muchos son los que han elevado el don de lenguas a una categoría que no tiene, haciendo esta experiencia muy superior a cualquier otra experiencia, sólo por lo llamativa y atractiva que es.
Notemos cómo el apóstol Pablo dice que si hablo en lenguas y no se lo que dije hablo al aire (v.9). De manera que la experiencia del don de lenguas sin el entendimiento del mismo no tiene ningún sentido, sería el equivalente al hablar al aire, y ya sabemos lo poco productivo que es hablarle al aire. Pablo amplía esto más en 1 Corintios 14:14-17 “14Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento. 16De otra manera, si bendices sólo en el espíritu, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias el que ocupa el lugar del que no tiene ese don, puesto que no sabe lo que dices? 17Porque tú das gracias bien, pero el otro no es edificado”.
Aquí el apóstol nos está diciendo que él no quiere simplemente orar con el espíritu, que sería el orar en lenguas, sino que el quiere orar también con su entendimiento, porque sino, su entendimiento quedaría sin edificar.

Fuente: integridadysabiduria.org/ elblogdejuliocesarbarreto

DONES DEL ESPÍRITU – 1ERA PARTE

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Dones espirituales es una palabra que viene del griego que es JARISMATA, y es derivado de otra palabra que es JARIZESTHAI que significa mostrar favor o dar libremente. JARIS significa gracia. A la luz de lo que la Palabra de Dios dice y de este significado en el original, podemos decir que un don espiritual es la habilidad sobrenatural dada por Cristo al creyente por medio del Espíritu Santo en el momento de su salvación o después, para el servicio del cuerpo de Cristo.
La doctrina de los dones del Espíritu Santo es casi exclusivamente paulina. El único otro autor que habla acerca de estos dones es Pedro en su primera carta capítulo 4, versículo 10. La primera pregunta que tenemos que hacernos con relación a los dones es; ¿quién da los dones del Espíritu? Cuando nosotros leemos 1 de Corintios 12 y Efesios 4 , nos damos cuenta que los dones son dados a través del Espíritu Santo, pero los recibimos en nombre y por autoridad de la persona de Jesús.
1 de Corintios 12:7 dice “Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común”.Esto implica que el ejercicio de todo don espiritual debe tener como meta el que todo el cuerpo de Cristo sea edificado. Ningún don es dado o debe ser ejercido de manera egoísta o personal, para la edificación de esa sola persona que tiene el don.
Es bueno distinguir entre lo que son dones espirituales y lo que son talentos naturales. Los talentos naturales son dados por Dios, pero llegan a nosotros a través de nuestros padres, a través de nuestros genes. Son parte de la herencia biológica que recibimos de ellos. Sin embargo, los dones espirituales son dados por Dios independientemente de los padres. Esto quiere decir, que no es algo que yo recibo por herencia sino que es algo que yo recibo por gracia en el momento de mi conversión o después. No hay ningún versículo bíblico que establezca claramente cuándo son recibidos los dones; si en el momento de creer o después. Estos talentos naturales que están presentes en nuestro nacimiento pueden desarrollarse y quedar al servicio de todo hombre, creyente o no creyente. Sin embargo los dones del Espíritu  Dios los da primordialmente para beneficio de su iglesia, el cuerpo de Cristo, como vemos en 1 de Corintios 12, 14 y Efesios 4 .
En la Palabra de Dios hay 4 listas de dones. Estas listas no necesariamente son exhaustivas y por tanto ninguna de estas listas está completa por sí misma. Las mismas aparecen en 1 de Corintios 12:8-10; 1 de Corintios 12:28-30; Romanos 12:6-8 y Efesios 4:11 .
Para continuar con nuestra explicación acerca de los dones, quizás valga la pena hacernos la pregunta: ¿Quiénes reciben los dones? Una vez más, 1 de Pedro 4:10 dice “Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”. Esto implica que cada creyente recibe por lo menos un don; algunos han recibido más de uno, pero por lo menos un don es recibido por cada creyente, de acuerdo a lo que dice esta cita, “según cada uno ha recibido un don especial”.
El apóstol Pablo en 1 de Corintio 7:7 dice: “Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de esta manera y otro de aquélla”. Aquí el apóstol Pablo está haciendo referencia al don de continencia. Pero él, dentro de ese contexto, dice que cada cual ha recibido de Dios su propio don. Lo que una vez más nos afirma que por lo menos un don es dado a cada creyente. Por otro lado, es bueno recordar que ningún creyente tiene todos los dones. 1 de Corintios 12:29-30 dice lo siguiente:“¿Acaso son todos apóstoles? ¿Acaso son todos profetas? ¿Acaso son todos maestros? ¿Acaso son todos obradores de milagros? ¿Acaso tienen todos dones de sanidad? ¿Acaso hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos?. La respuesta es obvia, nadie tiene todos los dones.
Con relación a quién decide qué don yo recibo, necesitamos recordar que los dones son dados por el Espíritu de Dios de una forma soberana conforme al llamado que Él nos haya hecho. Los dones no me son dados por el grado de santificación que yo adquiera, sino que Dios nos equipa con sus dones conforme al llamado que Él nos haya hecho, para que podamos realizar el propósito para el cual Él nos creó y nos llamó.
1 de Corintios 12:11: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según la voluntad de El”. ¿La voluntad de quién? La voluntad del Espíritu que hace la distribución de los dones. De manera que debiéramos no necesariamente pedirle a Dios que nos de el don que queremos, sino pedirle a Dios que nos de el don necesario para nosotros llevar a cabo el propósito para el cual Él nos salvó.
Una vez más, quisiéramos enfatizar cuál es el propósito de los dones y quisiéramos hacer esto basados en Efesios 4:11-13 : “Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Ese es el propósito del don: “Edificar el cuerpo de Cristo”, hasta que todos lleguemos a la condición de un hombre maduro. Esto es algo que nosotros lo podemos ver de otra manera cuando Pablo hace referencia al don de hablar en lenguas en 1 de Corintios 14:19, donde él dice: “sin embargo, en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para instruir también a otros, antes que diez mil palabras en lenguas”. El énfasis de Pablo está en que la preferencia debe estar en que otros en- tiendan y sean edificados. Por eso él habla de que prefiere hablar cinco palabras con entendimiento antes que diez mil palabras en lenguas. Pablo está sumamente preocupado por el hecho de que el ejercicio de un don pudiera resultar en el no entendimiento de los demás.
El creyente que ha recibido un don pudiera ser negligente con su don, como vemos en las palabras de Pablo para Timoteo:
1 de Timoteo 4:14 “No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio”.
2 Timoteo 1:6 “Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos”.
Parece ser que el apóstol Pablo estaba tratando de estimular a Timoteo en un momento en que Timoteo quizás no estaba siendo fiel al ejercicio de su don. Él le está diciendo que “avive el fuego del don de Dios” y  recordándole también que no descuide el don espiritual que ya está en él; quizás esto era algo que estaba ocurriendo en Timoteo.
Entre los dones del espíritu quizás los más controversiales sean el don de profecía, el don de lenguas, el don de sanidad y demás. Creemos que se hace necesario hacer la salvedad nuevamente, de que los dones no son dados por la santidad de una persona o la santidad de una iglesia. El mejor ejemplo de esto es la iglesia de Corinto, que era una iglesia altamente pecaminosa donde Pablo nos informa en 1 de Corintios 3 que habían divisiones, chismes, que incluso cuando se celebraba la cena del Señor algunos se emborrachaban con vino y otros comían más de la cuenta y no dejaban comida para otros (Capítulo 11). Había un caso incluso de una persona que estaba viviendo con la mujer de su padre (su madrastra) (1 Co. 5). Sin embargo, esta es la iglesia en donde abundaban los dones espirituales. Esto nos da una idea de que los dones no nos son dados por nuestro grado de santidad.
Lo que si estaba ocurriendo en Corinto es que era una comunidad altamente pagana y los nuevos convertidos venían precisamente de ese trasfondo pagano y pecaminoso. Era una ciudad que tenía un templo con mil prostitutas y por consiguiente esta ciudad estaba inmersa en el poder del mundo de las tinieblas. La población estaba acostumbrada a ver grandes manifestaciones sobrenaturales de parte del poder de las tinieblas. En ese contexto, Dios entendió que fue necesario que Él se manifestara sobrenaturalmente precisamente para demostrar que Él como Dios era mucho más grande, mucho más poderoso que los dioses a quienes ellos servían.
Entendemos que el Dios que hizo eso ayer, lo hace hoy y lo hará mañana cada vez que Él entienda que sea necesario la autentificación de su mensaje o su mensajero. Es bueno recordar que el contexto de la iglesia de Corinto se da en ocasiones en la iglesia de hoy en día, en lugares donde el poder de las tinieblas tiene mucho lugar por el número de personas que practican lo oculto en ciertas comunidades. En estos casos, la lucha que se da alrededor de la iglesia es una lucha de poder, donde hay individuos que han vivido grandes experiencias bajo el poder de las tinieblas y que están acostumbrados a ver esas grandes manifestaciones. Esas personas con frecuencia desafían el mensaje de Dios o al mensajero de Dios, haciendo demostración de su poder y casi retando al mensajero de Dios a que demuestre que verdaderamente el Dios de la Biblia es más poderoso que el dios a quien ellos sirven. Este desafío a veces es abierto y otras veces es mas callado. Algo similar quizás pueda verse en la confrontación que tuvo Elías con los 450 profetas de Baal, donde Elías, para demostrar precisamente la supremacía de Dios, los retó a ir al monte Carmelo y a tener un duelo, por así decirlo, con esos “dioses”.  Allí quedó demostrado con manifestaciones sobrenaturales quién era Dios verdaderamente. De esa misma manera, creemos que Dios sigue hoy manifestándose sobrenaturalmente cuando Él entiende que así debe hacerlo.
Como una nota interesante queremos recordar que en el mundo occidental, que corresponde a lo que es América y Europa, y en partes del resto del mundo donde la educación ha ido avanzando, la gran lucha no es tanto una lucha de poder, como se vio en Corinto y como se ve en algunos lugares, sino que la lucha usualmente es una lucha por la verdad que se da en los centros académicos o en las universidades,. En lugares donde la verdad de Dios es retada, donde la gente enseña que no hay absolutos y donde con frecuencia se pone en entredicho lo que la Palabra dice. En medio de esa lucha por la verdad, Dios levanta grandes expositores, defensores y maestros de Su Palabra, que son los que están llevando a cabo su defensa. Y llevan a cabo esa defensa a través del mismo Espíritu que en otras localidades y en otros momentos hace manifestaciones sobrenaturales para la confirmación del mismo mensaje o mensajero.

Fuente: integridadysabiduria.org/ elblogdejuliocesarbarreto

Al Maestro con cariño