jueves, 31 de mayo de 2018

¿Qué es lo que el Espíritu Santo hace por nosotros?

Todo lo que tenga un valor eterno en esta vida y en la eternidad viene a través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.

What does the Holy Spirit do?


  William Kennedy



¿Cuál es la función del Espíritu Santo? 


¿Qué es lo que el Espíritu Santo hace por nosotros? Todo lo que tenga un valor eterno en esta vida y en la eternidad viene a través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Sí queremos seguir a Jesús, y vemos que necesitamos ayuda para hacerlo, Dios envía Su Espíritu Santo. Solamente tenemos que pedir y ser obedientes para poder recibirlo. (Lucas 11:9-13; Hechos 5:32) Cuando llegamos a ser discípulos y recibimos el Espíritu Santo, este comienza a trabajar en nosotros, para transformarnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Los discípulos tienen su mente en las cosas del Espíritu, y serán guiados a vida y paz.

El Espíritu Santo nos da poder

 

“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8.
¿Para qué es el poder del Espíritu Santo? Pablo testificó que era su “anhelo y esperanza” que por la vida o muerte Jesús sería magnificado en su cuerpo. (Filipenses 1:20) La función más grande que cumple el Espíritu Santo es fortalecer a Sus discípulos para ser transformados a la imagen de Jesús; Su vida se manifiesta en nosotros, siempre y cuando mantengamos la muerte del Señor Jesús en nuestros cuerpos (2 Corintios 4: 10-11). Así damos testimonio de Jesucristo. No es posible para nosotros hacer esto con nuestra propia fuerza, sólo es posible a través del poder que el Espíritu Santo nos da.

Jesús abrió un camino nuevo y vivo a través de Su carne por el Espíritu eterno, y se ofreció a sí mismo sin mancha ante Dios, por eso también es posible para nosotros servir al Dios viviente en las obras que ha preparado de antemano para nosotros. (Hebreos 9:14; Hebreos 10:20) El Espíritu Santo nos guiará y nos enseñará la obediencia a la Palabra de Dios en nuestros padecimientos y seremos perfeccionados, tal como Jesús lo fue. (Hebreos 5:7-9)

Jesús dice que su Padre es glorificado cuando Sus discípulos llevan fruto.  Aquellos que lleven frutos serán limpiados para que lleven aún mas frutos (Juan 15:2,8). Este es el proceso de la santificación a través del Espíritu Santo, el cual nos lleva a tomar parte de la gloria de Jesús (Sus virtudes) (2 Tesalonicenses 2:14). ¡El poder del Espíritu Santo fortalece nuestra propia voluntad para no desanimarnos, y para poder permanecer firmes sin desmayar hasta el final!

El Espíritu Santo es nuestro Consolador

 

Jesús llamó al Espíritu Santo el Consolador. (Juan 15:26) Este nos guiará a toda la verdad, mostrándonos y haciéndonos reconocer nuestro pecado, la justicia y el juicio. (Juan 16: 8-15) Nos podremos ver a nosotros mismos, lo que mora en nuestra carne, a través del Espíritu en la luz de la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo nos da poder para vencer sobre el pecado consciente. Está escrito que si andamos en el Espíritu no satisfagamos los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Si andamos en el Espíritu y vivimos en el Espíritu, no nos volveremos vanagloriosos, irritándonos y envidiándonos unos a otros (Gálatas 5: 25-26). ¡Piensa en la comunión que surge de esta obra del Espíritu, mientras los frutos del Espíritu crecen en nosotros cada vez más!


El Espíritu Santo es nuestro intercesor

 

Otra tarea del Espíritu Santo es que es nuestro intercesor. (Romanos 8:26) Él tomará lo que es de Jesús y nos lo hará saber (Juan 16: 13-15). Nosotros no oramos como deberíamos, pero el Espíritu sabe como debemos orar. Por el Espíritu somos llevados a diferentes situaciones en la vida diaria que hacen que nuestra carne reaccione. Estas situaciones nos dan luz sobre el pecado que mora en en nosotros (en nuestra carne). Todos reaccionamos de diferentes maneras, ya sea por palabra o por acción. Sí pensamos en lo que hemos dicho o hecho, veremos que el pecado estuvo presente. No fueron las virtudes las que se manifestaron, pero sí nuestra naturaleza humana. Nos damos cuenta que hicimos los que odiamos, tal como Pablo escribe en Romanos 7:18-25.

Estas acciones involuntarias que provienen de la carne y son puestas a la luz, se les conocen como “obras del cuerpo” y pueden presentarse como pensamientos, palabras e incluso acciones. No hay condenación por estas obras, porque no estamos de acuerdo en pecar conscientemente. Sin embargo, a través del Espíritu, podemos vencer estas acciones involuntarias después de que han salido de nuestros cuerpos; primero amando y reconociendo la verdad sobre lo que pasó, y luego estando en desacuerdo y odiarlas. “Porque si vivís según la carne, morirás; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” Romanos 8:13. Cuando el Espíritu es mi guía y mi fortaleza, continuo andando en la luz y puedo vencer estas obras antes de que sucedan de nuevo.

El Espíritu Santo da dones

 

Jesus les repartió variedad de dones a Sus discípulos; dones de sanidad, de profecía, de hablar en lenguas e interpretación, de la palabra del conocimiento, de la  palabra de sabiduría,  de hacer milagros, de discernir a los espíritus, etcétera. El Espíritu Santo dió tales dones para provecho de cada uno. Son utilizados por sus discípulos para construir y edificar el cuerpo terrenal de Cristo. “… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4: 12-13.  

Pablo exhortó a procurar pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente. Luego describe las cualidades del amor, y dice que sin ellas, no somos nada. “El amor es sufrido  es benigno;  el amor no  tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo; no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.” 1 Corintios 13: 4-8. Dejémonos medir por estas cualidades divinas, y dejemos que el Espíritu Santo trabaje con nosotros, para que podamos llegar a ellas en verdad.

“…para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que arraigados y cimentados en amor, seas plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3: 16-19.

Una vocación asombrosa, una gloria magnifica, a través del trabajo del Espíritu Santo. Humillémonos profundamente bajo la poderosa mano de Dios, a través de la guía de su Espíritu, para que la gracia venga sobre nosotros, y lleguemos a esa plenitud. De modo que hagamos lo que Pablo exhortó a Timoteo, ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. (1 Timoteo 4:15).


Fuente:  https://cristianismoactivo.org

miércoles, 30 de mayo de 2018

José Ángel Llamas. Conversión del mundo de la televisión al cristianismo


José Ángel Llamas nos dice de como su vida fue transformada al ver una franela que decía:”solo un hombre puede cambiar tu vida y ese se llama Jesús”.

Testifica que era un hombre vanidoso, el poder y la fama que tenía no fueron suficientes  para ser feliz, dice: “nadie me dijo que al llegar a la cima de la fama no había nada”.


            

Fuente: bibliatodo.com

martes, 29 de mayo de 2018

¿Es posible ser perfecto?

Is it possible to be perfect?



La Biblia habla acerca de ser prefecto, y acerca de ser perfeccionado, ¿Que significa esto? ¿Es posible alcanzarlo?
 
 

sábado, 26 de mayo de 2018

¿He ido demasiado lejos para recibir perdón?

No puedes nombrar un sólo pecado por el cual Jesús no murió.



Tienes un pasado, un pasado con acciones y comportamientos que han nublado tu espíritu, te han separado de Dios y que te hacen sentir francamente podrido. Pero ahora te arrepientes de lo que has hecho; quieres convertirte. Pero, ¿un pobre y miserable hombre como tú, todavía es apto para el reino de los cielos? Sabes que Dios es bueno pero, ¿es lo suficientemente bueno para perdonar lo que has hecho?

Lo único que excluye a una persona del cielo es el pecado no perdonado. Jesús tiene la autoridad para perdonar todo pecado y blasfemia. “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” Lucas 24:46-47. Jesús sufrió y murió por los pecados de todo el mundo (1 Juan 2:2), y tiene el poder para perdonar todo pecado, echarlos en las profundidades del mar, para que jamás sean recordados de nuevo. 

¿No crees que Él quiere hacer esto por ti también? No puedes nombrar un solo pecado por el cual Jesús no murió.
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:9-11.

Pablo escribe aquí a aquellos que alguna vez vivieron profundamente en el pecado, pero cuando escucharon la verdad del evangelio, reconocieron su pecado y entregaron su vida a Jesús. No sólo fueron perdonados, también recibieron ayuda del Espíritu Santo para terminar con estos pecados y vivir una vida en transformación.

Convertirse y recibir perdón

 

Cuando el apóstol Pedro enfrentó a los judíos en el día de pentecostés por el hecho de que habían crucificado al Hijo de Dios, el Mesías que vino para salvarlos, fueron compungidos de corazón. ¿Puedes imaginarte cómo debieron haberse sentido? Debieron haber pensado que no habría perdón por tales acciones. Pero Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados… Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados.” Hechos 2:38-41.

Incluso estas personas que negaron al Mesías, que lo rechazaron mientras estuvo aquí en la tierra y finalmente lo crucificaron, pudieron arrepentirse y recibir perdón por lo que habían hecho. Su bondad, amor y paciencia con nosotros no conoce límites.

Hay una condición para este perdón. No hay ningún perdón sin arrepentimiento, y no puede haber arrepentimiento sin que primero haya un reconocimiento del pecado. No puedes ser perdonado por algo si no tomas responsabilidad por tus acciones y aceptas la verdad – que efectivamente has pecado y necesitas convertirte. ¿Te arrepientes realmente de tus acciones en lo profundo de tu corazón? ¿Tienes una decisión firme que ya no quieres comportarte de esta manera; que quieres dejar los viejos hábitos del pecado y comenzar de nuevo como un discípulo de Jesús? ¡Entonces puedes ser perdonado! Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Mateo 7:7. Nadie que se arrepiente de su vida de pecado queda excluido del cielo.

Pero lo que Jesús dice en Mateo 6: 4-15 es de vital importancia: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
Jesús no pudo haberlo dicho más claro. Si pides perdón, pero tú mismo no estás dispuesto a perdonar a otros, entonces no habrá ningún perdón para ti. No puedes guardar rencor, de lo contrario entras a la eternidad sin perdón, independiente de lo que los demás te han hecho.

El único pecado imperdonable: Blasfemar contra el Espíritu Santo

 

Jesús habla de un pecado que es imperdonable.
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” Mateo 12: 31-32.

En este ejemplo, del cual Jesús habla, los fariseos habían afirmado que Jesús había hecho milagros por el poder del demonio “Beelzebú.” Pero de hecho había hecho estos milagros en el poder del Espíritu Santo. Esta fue su blasfemia, afirmar que lo que era en realidad puro y santo era impuro y malo. (Marcos 3:30)

El Espíritu Santo también es llamado el Espíritu de la verdad (Juan 16:7-13). Este señala la verdad sobre ti mismo – tu pecado, y lo que debes hacer con este. Si no reconoces la verdad, entonces, ¿cómo puedes arrepentirte? Si no te arrepientes, ¿cómo puedes ser perdonado? Si no eres perdonado, ¿cómo puedes tener alguna esperanza para la vida eterna? ¿Cómo podrás ser salvo?

Blasfemar contra el Espíritu Santo en este tiempo presente significa que uno de forma repetida y consciente ha endurecido su corazón contra la verdad y sigue en la incredulidad. Lo que uno hace es llamar el Espíritu Santo mentiroso, y esto en realidad es una blasfemia. No hay perdón para una persona que muere en la incredulidad, que continuamente ha rechazado las inspiraciones del Espíritu Santo. Esto es una blasfemia imperdonable. Pero mientras sientas que Dios obra en ti y te llama, significa que todavía hay esperanza para ti.

La verdad os hará libre

 

Si te preguntas: “¿Lo que he hecho ha sido tan malo que seré excluido del perdón y el reino de los cielos?” puedes estar seguro que no es así. Tu pobreza en el espíritu – el reconocimiento del pecado y el  anhelo de arrepentirte – te llevarán a convertirte a Dios. No es posible “accidentalmente” blasfemar contra el Espíritu Santo. Los que cometen este pecado imperdonable no están preocupados; no les importa si son o no perdonados, por causa de su incredulidad.

Así que tienes que ser uno que ama la verdad. La verdad os hará libres. Tienes una enorme gracia sobre tu vida – puedes ser liberado de ser un esclavo del pecado, y puedes ser un verdadero discípulo de Jesús. (Juan 8:31-34) No sólo es capaz de perdonar tus pecados, sino también salvarte de pecar. Haz uso de esta gracia – Él puede salvar completamente a todos los que reconocen la verdad sobre su necesidad. Cuando recibes el Espíritu Santo, que te muestra tu pecado, también te da la oportunidad de vencer el pecado.

El ladrón en la cruz fue salvo en su “lecho de muerte” sin nada para llevarse a la eternidad, pero Jesús le dijo: ¡Hoy estarás conmigo en el paraíso!” ¿No es mucho mejor arrepentirse y convertirse hoy a Dios, cuando te habla a tu corazón? Podrás ir directamente al cielo cuando mueras, ¡con la seguridad de la vida eterna si continúas en este camino! Sí, puedes arrepentirte y pedir perdón hoy, y comenzar en este camino de la justicia en este momento, con una conciencia limpia y justificada en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios.


Fuente:  https://cristianismoactivo.org

miércoles, 23 de mayo de 2018

¡Tengo una buena Idea!





Por: Pr. Julio César Barreto /


No todas las cosas que pasan por la mente de los seres humanos son buenas. Algunos pensamientos son regulares, malos, perversos, completamente inútiles. Pero, hay que reconocer que existen en contraposición, buenos pensamientos, buenas ideas. Tanto lo uno como lo otro tiene inevitablemente sus consecuencias, es decir; los pensamientos luego se convierten en acciones y esto repercutirá en la vida de la persona. 

Nuestra mente procesa mucha información y en base a ello tomamos decisiones, que pueden hasta salvarnos la vida. A manera de ilustración veamos esta anecdota que está emparentada con el genero de la parábola y que busca mostrarnos una realidad de nuestra vida y cómo debemos detenernos a pensar, a reflexionar, para luego tomar una decisión (que dependiendo de cuál  sea la que tomemos) nos resultará de un gran provecho.  


hombre sediento


(*) Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. 

Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: “Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar”.


El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua… ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca… o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?

Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia… Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: “Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente”.

Amigo mio, en esta vida (a todos sin excepción) nos llegará el momento de  experimentar "sed", no la de cuerpo físico sino la de adentro, la del alma, y que se prolonga a nuestro espíritu. Es entonces cuando nos llega una voz, con un mensaje maravilloso: "Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna". (Juan 4:14)

Al escuchar este mensaje se presenta el dilema; ¡Qué hacer? ¿Voy  Jesús?. Es entonces cuando por el Poder de Dios somos iluminados y surge en nuestro corazón la mejor idea de nuestra vida entera y decimos: ¡Tengo una buena Idea! ¡Iré a Jesús!.  


* https://historiaybiografias.com

lunes, 21 de mayo de 2018

¿Qué significa creer en Dios?

Creer en Dios es creer que le hay, y que Su Palabra es verdadera. Eso por supuesto, tiene un significado para la vida cotidiana...


sábado, 19 de mayo de 2018

¿Qué es el fruto del Espíritu?

El fruto del Espíritu es la naturaleza divina (amor, longanimidad, bondad, etc.) que se convierte en mi naturaleza cuando muero al pecado.




viernes, 18 de mayo de 2018

El significado de la salvación

La salvación pone toda nuestra vida en orden – empezando por el arrepentimiento, y separando todo pecado e impureza.





El pecado ha causado mucho daño en la vida, el corazón y la mente del hombre. Pero podemos decir con certeza que toda la salvación – desde el principio hasta el final – consiste en limpiar y reparar este daño.

El proceso de salvación

 

Primero que nada, cristianismo es separarse de toda mala compañía y de toda la impureza en este mundo. (2 Corintios 6:14 – 7:1) La vida de un cristiano no se puede unir con la impureza ni con los incrédulos.

En segundo lugar, la Palabra de Dios – palabras de vida y la luz de vida – deben penetrar nuestro hombre interior, y constantemente partirdiscernir nuestros pensamientos, palabras, obras y acciones, para que nuestro viejo hombre (el hombre de pecado) y sus características vayan desapareciendo. Esta es una constante santificación. Primero somos perdonados y lavados de nuestros pecados por medio del arrepentimiento, y después refinados o purificados por medio de la Palabra de Dios. (Malaquías 3:2-3) Nos limpiamos de toda impureza en nosotros, pero somos purificados en nuestro hombre interior de todo lo que ya no sirve y que se había infiltrado en nosotros.

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12.

Salvación: una separación

 

Si no se toma sinceramente la Palabra de vida en el corazón – en otras palabras, aceptarla en realidad – no habrá esta purificación; y el daño del pecado continuará. Frecuentemente esta terrible confusión existe en los en los corazones de la gente, en sus relaciones, sus hogares y sus asambleas.
Sin embargo, cuan maravilloso y bendecido se vuelve cuando la Palabra separa alma y espíritu a un grado cada vez más profundo, juzgando los pensamientos y las intenciones del corazón para que eso que es pecado en nosotros ¡pueda ser separado!

Los líderes en el antiguo pacto fueron reprendidos porque no enseñaban a a la gente a distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo santo y lo profano, etc. (Levítico 10:10) De hecho podemos decir que todo depende de esta unica cosa.

La cantidad de cosas de las que nos hemos separado en nuestro interior miden el progreso que he tenido en el camino de la vida.



Este artículo es una versión adaptada de un artículo que fue publicado por primera vez en noruego en la revista oficial de BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en diciembre de 1957
© Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag

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jueves, 17 de mayo de 2018

De una leve tribulación momentánea a un eterno peso de gloria

  



“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” Hebreos 2:10.

Es bienaventurado y consolador saber que Cristo se ha hecho cargo de nosotros, y que ahora Él nos guía a la gloria con mano poderosa.

Por naturaleza, no tenemos ninguna gloria en sí mismos, así que si vamos a participar de una vida gloriosa, desde ahora en adelante, entonces la naturaleza de Dios debe manifestarse en nosotros. Sin embargo, para que podamos recibir parte de su vida y su naturaleza, tiene que guiarnos por extraños caminos a través de todo tipo de circunstancias. Él nos doblega a través de los padecimientos y nos purifica en el horno de la humillación, y a través de todo esto aprendemos a conocer sus buenos caminos y su buena voluntad para con nosotros.

Si somos plenamente conscientes que estamos bajo su buena y poderosa guía en el camino a la gloria en todas las cosas que enfrentamos, entonces sucede lo que está escrito, que son leves tribulaciones momentáneas que producen en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. (2 Corintios 4:17)

Cuando Cristo venga y lleve a su esposa a la gloria, será esta una multitud que de ante mano la condujo a su propia vida de gloria en medio de la oscuridad y maldad del mundo. Estos fueron formados a través de los padecimientos en las diferentes pruebas de la vida de la misma forma que el autor de la salvación de ellos.

Si cada uno de ellos relatara en detalles su camino por la vida, hablarían de muchas experiencias asombrosas, y ninguno de ellos hubiera querido prescindir de nada de lo que Dios en su sabiduría les hizo atravesar en el camino a la gloria. Aquellos orgullosos y obstinados por naturaleza podrán contar todas las cosas que tuvieron que experimentar para ser quebrantados según la carne, de modo que la humildad y la bondad pudieran irradiar de ellos. Ellos darán alabanza y gracias a Dios por toda la eternidad en agradecimiento por este grande y glorioso resultado. Piensa, ¡cuál hubiera sido el resultado si solo hubieran tenido la dicha de mantener su rigidez y orgullo por el resto de sus vidas!

¡Podemos participar de la gloria de Dios como estos héroes!

 

José fue lanzado al pozo y a la cárcel en el camino para convertirse en gobernante. David estuvo en exilio y fue perseguido por hombres envidiosos en el camino para convertirse en rey. Sus salmos proféticos y llenos de bendición nacieron a través de padecimientos, tribulaciones, batallas y resistencia.

Jesús fue tentado y probado al igual que nosotros ya que tenía la misma carne que nosotros. Él padeció en la tentación, y aprendió obediencia según lo que padecía, y así creció en sabiduría. Nuestro autor de la salvación fue perfeccionado a través de los padecimientos. Nadie ha sido tan obediente y fiel como Él. Él soportó todas las pruebas de la vida sin pecar. Él es verdaderamente un Príncipe digno entre sus hermanos. (Hebreos 2:14-18, Hebreos 5:7-8, Hebreos 2:10)

Necesitamos tener la sabiduría de Dios para que Él nos pueda utilizar, y esta sólo la podemos recibir a través de los padecimientos y la fidelidad en las pruebas de la vida.

¡Que podamos, al igual que Jesús, ver la alegría que nos espera, y alabar a Dios por todas las cosas en el camino hacia la gloria!




Este artículo fue publicado originalmente con el título “En el camino hacia la gloria” en la revista de la iglesia de BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en junio de 1953.
© Copyright Editorial Stiftelsen Skjulte Skatters
Publicado en Edificación

miércoles, 16 de mayo de 2018

La verdad acerca de Romanos 7 – hacer lo que no quiero hacer

   Romans 7:14-25 Commentary: Doing what I hate



 Romanos 7:14-25 no describe a un incrédulo o a un creyente que vive conforme a la carne, sino que describe a un discípulo victorioso.

Puede parecer un poco extraño lo que Pablo dice, ¿por qué harías lo que no entiendes? Aquí Pablo no escribe de cometer pecado de manera consciente (conscientemente ceder ante los deseos de la carne). Porque cuando cometes pecado de forma consciente, entonces sabes y entiendes muy bien lo que estás haciendo.

Romanos 7:23: “Otra ley en mis miembros”

 

Pablo vivió una vida crucificada. No sirvió a la ley del pecado con su mente. (Romanos 7:25) Según el grado de la luz* que tenía, se deleitó en la ley de Dios en el hombre interior. (Romanos 7:22) Eso significaba que se deleitó en amor, en bondad, en misericordia. Esa era la actitud de su mente. En aquellas áreas, donde había recibido luz, allí crucificó al pecado en su cuerpo. Su mente, la cual servía a Dios, paró a estos deseos pecaminosos.

Sin embargo había muchas áreas en la vida de Pablo donde todavía no había recibido luz. Allí fue llevado cautivo a la ley del pecado en sus miembros, de manera que hizo cosas que aborrecía. “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” Romanos 7:23.

Alguien que comete pecado de manera consciente no hace lo que aborrece, porque su mente aprueba la acción. La concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado. La concepción sucede cuando en nuestra mente estamos de acuerdo con el deseo. Entonces se da a luz al pecado. (Santiago 1:14-15) Tal persona sirve a la ley del pecado con su mente.

Pablo no escribió de ese tipo de pecado en Romanos 7. Él sirvió a la ley de Dios con su mente, pero al mismo tiempo se manifestó pecado que aun estaba presente en su carne, sin que él lo aprobara. Él sirvió a la ley del pecado con su carne. Esas reacciones de la carne se pueden haber manifestado en forma de pensamientos o sentimientos, las cuales tuvo que vencer (la tentación), pero también se manifestarón en forma de acciones o palabras, las cuales nunca pasaron por su consciencia en forma de una tentación. Más tarde recibió luz de esas acciones, cuando se dió cuenta que no eran según la voluntad de Dios, por lo qual era algo que aborrecía (las obras del cuerpo).

La ley es espiritual, pero Pablo entendía que él era carnal, vendido al pecado. Con su mente servía a Dios, pero también se dio cuenta que no moraba el bien en su carne. (Romanos 8:18) Así que, con su carne no podía hacer otra cosa que servir a la ley del pecado. Su mente (la cual servía a Dios) estaba en contra de su carne (la cual servía al pecado), y eso creó un conflicto de voluntades en su cuerpo. (Romanos 7:23)

“De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.” Romanos 7:17. No era Pablo (su mente consciente) quien hizo las cosas que odiaba, sino era el pecado que moraba en él (en su carne). (Romanos 7:17) No lo había visto, no había recibido luz sobre ese pecado. Por eso exclama: “!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:24.


La mente de un discípulo

 

Pablo responde a su propia pregunta: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.” Romanos 7:25. Antes de que Jesús venciera y nos dejara un ejemplo que podemos seguir, no era posible para los seres humanos vencer sobre todo el pecado en la carne. Pero ahora, Jesús nos ha dado el Espíritu Santo, el cual nos puede mostrar el camino a través de la carne.

Así como Pablo, nosotros también recibimos una nueva mente cuando nos arrepentimos y empezamos a servir a Dios, y ya no somos nosotros los que servimos al pecado. Lo que viene de nuestra carne no se comete voluntariamente.

Cuando estamos en Cristo Jesús y servimos a la ley de Dios con nuestra mente, entonces no hay condenación si hacemos las cosas que aborrecemos. (Romanos 8:1) No somos condenados por ser tentados (por tener pensamientos o sentimientos que nos seducen a pecar), ni por acciones que podemos haber hecho sin que pasaran primero por nuestra mente consciente, para poder elegir.

Sin embargo está escrito que necesitamos hacer morir esas “obras del cuerpo” por el Espíritu, entonces viviremos. (Romanos 8:13) Aquí se trata de ser un siervo del Espíritu. El Espíritu nos mostrará nuestro pecado. Él nos guiará a toda la verdad y nos dará el poder que necesitamos para vencer. Si somos fieles y obedientes a las ordenes del Espíritu, entonces veremos y venceremos con el tiempo cada vez más de nuestra naturaleza humana y pecaminosa.

No podemos ser más perfectos, o servir a Dios en un momento más allá del grado de la luz que hemos recibido. Pero tenemos que andar en el Espíritu, eso quiere decir que tenemos que actuar de acuerdo a la luz que hemos recibido. Entonces veremos más de esa carne, más de ese cuerpo de pecado que con el tiempo debe ser destruido. Nos consideramos muertos al pecado (Romanos 6:11), así que, cuando en la luz de Dios se nos revela una nueva área, entonces ese pecado también será crucificado. Así somos discípulos de Jesús, negándonos a nosotros mismos y tomando nuestra cruz cada día. (Lucas 9:23-24)

¡Es glorioso andar en este camino! No deberíamos sentirnos mal cuando Dios nos da más luz y llegamos a ver a nuestro pecado en esa luz, sino que deberíamos regocijarnos y ser felices, pues ahora podemos hacer algo con respecto a eso. Ahora podemos hacer morir las obras del cuerpo por el Espíritu. (Romanos 8:13; Santiago 1:2-3) No lo hace el Espíritu por nosotros; nosotros lo tenemos que hacer por el Espíritu. Entonces entramos a la santificación – cada vez más liberación conforme a la destrucción de nuestro cuerpo de pecado, que sucede poco a poco, y es reemplazado por una nueva creación – las virtudes, la vida de Cristo, naturaleza divina. (Romanos 5:5-6; 2 Corintios 4:10-11; 2 Corintios 5:17; 2 Pedro 1:3-8)

Este artículo fue inspirado por un mensaje de Kåre J. Smith el 27 de febrero 2018.
*Recibir luz: Recibir luz significa que el Espíritu Santo te da revelación sobre algo. Por ejemplo puedes recibir luz sobre tu propio pecado y ves que eres egoista, orgulloso, etc. También se puede referir a que recibes más entendimiento (revelación) de la Palabra de Dios. (Salmos 119:130)




martes, 15 de mayo de 2018

¿Uso mis talentos para bendecir o para impresionar?







Algunos recibieron el talento para tocar música extraordinaria. Otros tienen el don de la palabra. Otros tienen la visión para ver las necesidades de las personas que los rodean. Y otros quizás sienten que no han recibido tantos talentos.

No todos fuimos creados con las mismas capacidades, pero hemos recibido la misma posibilidad para hacer el bien. Existen diferentes maneras en las que puedo usar los talentos que he recibido. Puedo bendecir a otros…o puedo ser egoísta, o buscar elogio y admiración. Debo purificarme a mí mismo… ¿Cuáles son mis metas y mis propósitos? ¿Qué hay en mi corazón?

“¡Mírame! ¡Mira lo que sé hacer!” Quizás no lo digo en voz alta, pero debo reconocer que probablemente lo pienso con frecuencia. Mis ojos miran hacia las personas que me rodean para ver cuál es su reacción y qué es lo que dicen, “¡Wow, si eres bueno haciendo eso!” ¿Pero, me doy cuenta cuanta intranquilidad y egoísmo proviene de esto? Si pienso que mis habilidades son suficientes para conducirme a una vida alegre y feliz, entonces perdí el enfoque de mi meta.

Usar mis talentos para Dios

 

¿Cuál es el motivo por el que Dios me confió los talentos que tengo? ¿Qué quiere él que haga con ellos? Esto se explica en Filipenses 2: 3: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” Podemos usar nuestros talentos para servir a Dios, y una parte de esto es servir a los demás – con humildad estimar a los demás superiores a uno mismo.

La humildad no es muy popular en estos días. El espíritu de este tiempo ya nos enseña desde muy joven a enaltecernos. Lo aprendemos de los famosos y de las estrellas del deporte a quienes les gusta difundir que son muy hábiles. ¿Me voy a  dejar influenciar de esto, de manera que espero o incluso exijo honra de los demás cuando hago bien alguna cosa? Disfrutar la admiración de otras personas puede ser atractivo, pero detrás del telón hay una vida que solo se vive para recibir honra, es una fama superficial y las recompensas  desaparecen en un instante.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de persona.”  Colosenses 3:23-25.

No hay paz si busco honra de los demás. Esto solo me llena de egoísmo y finalmente todos mis pensamientos giran en torno a mí mismo: si los demás me comprenden; ¿qué dicen los otros de mí? Etc. Este egoísmo me impide crecer en amor a Dios y en amor hacia los demás. Pero ¿Cómo puedo liberarme de esta obsesión interminable conmigo mismo que tantas veces me significa un obstáculo para demostrar verdadero amor y preocupación por los demás?

Se me ha dado

 

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener…”  Romanos 12:3.

Cuando mi cabeza comienza a hincharse de orgullo, debo recordar que todo lo que tengo se me ha dado. También debo recordar que mis talentos terrenales no tienen ningún valor en la eternidad. El valor que sale de mis talentos no es el talento en sí mismo. A pesar de todo esto ¿sigo creyendo que tendré una mejor oportunidad para entrar al cielo si por ejemplo soy hábil para hablar? Lo que realmente tiene valor es que vivo una vida para Dios, y que le sirvo a Él simplemente en fe y obediencia. Lo que realmente cuenta es el amor que les demuestro a los demás. Los talentos que Dios me dio, sean grandes o pequeños, pueden ser usados con este propósito.

¿Cuál sería mi reacción si un día me quitan todos mis talentos? Si me lastimo la pierna de tal manera que ya no puedo practicar deporte, o me quebré la mano y ya no puedo tocar mi instrumento ¿cuál sería mi comportamiento entonces? ¿Los que me rodean seguirán sintiendo una calidez sincera y un amor que resplandece de mis acciones, o sentirán amargura?

¿Qué es lo que me motiva?

 

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Colosenses 3:2.

Debo ser sincero en cuanto al uso que hago de mis talentos. Mayormente lo puedo ver en la forma en la que reacciono. Si doy vueltas esperado que otros me elogien, entonces estoy enfocado en las cosas terrenales – busco mi propia honra y satisfacción. Sale un sabor amargo de aquellas acciones motivadas por el egoísmo. Pero si realmente uso mis talentos como posibilidad para servir a Dios y bendecir a los demás, entonces pueden ser de un valor verdadero y duradero. Para mí es de mucha importancia ser muy sincero conmigo mismo en este punto. Mis talentos no deberían significar una piedra de tropiezo para mí.

Si realmente ocupo mis talentos como una posibilidad para servir a Dios y bendecir a los demás, entonces realmente pueden ser de un valor verdadero y duradero.

¿Qué pasa si siento que no he recibido tantos talentos? Muy pronto puedo ser tentado a la envidia al ver que alguno de mis hermanos hace esto o aquello sin esforzarse. Debo cuidar mi corazón de esto. En Santiago 3:16 dice: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.” Los celos llevan a pelea. Si no puedo alegrarme cuando otros usan sus talentos para bendecir, entonces mi orgullo y mi envidia obstaculizan el camino.

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4:10-11. Dios me conoció mucho antes de crear la tierra, y él me creó intencionalmente tal cual soy con un plan para mi vida. La idea es que utilice bien mis talentos, de manera que agrade a Dios antes que a mí mismo. Si utilizo bien mis talentos, éstos pueden ser herramientas fantásticas para edificar la hermandad y para bendecir y enriquecer la vida de las personas que me rodean.

Cuando llegue el momento de encuentro con mi creador entonces todos los talentos van a desaparecer, pero los resultados de vivir en obediencia a sus mandamientos permanecerán como eterno testimonio. Lo que cuenta es de qué manera sirvo a Dios, si soy agradable para Él y qué hago con lo que recibí al momento de servirle. ¡Que mi vida sea una vida vivida para la honra de Dios, una vida llena de contenido celestial y de bendición!

lunes, 14 de mayo de 2018

Una mejor comprensión de la gracia





“No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.” Proverbios 3:11-12.

Puede ser difícil entender que cuando viene la disciplina del Señor sobre nuestras vidas, es gracia de Dios. El hecho de que el Señor nos ama, y que Él nos cuida, y que murió en nuestro lugar en el Calvario, y que Él nos perdona todos nuestros pecados, es fácil de entender como una tremenda gracia. Pero cuando la disciplina y el castigo vienen sobre nosotros, muy pocos entienden eso. Está escrito: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo.” Hebreos 12:11

Con lo que Jesús vino

Cuando pensamos que Dios se preocupa por nosotros, y que en la bondad de Dios hacia nosotros, ¡nadie se opone! Alabamos a Dios por la gracia que nos fue dada en la cruz del Calvario donde Jesús murió por nuestras transgresiones, para que por fe podamos recibir el perdón de los pecados. Esto es una gracia increíble. Pero eso también es algo que podrían recibir en el antiguo pacto. Con esto no vino Jesús.

Él vino con una nueva vida. ¡Sí, este es el evangelio! También, con el bendito mensaje sobre la gloria de Dios, la paz de Dios, la alegría de Dios. Después de convertirnos y reconciliarnos con Él, entonces la intención es que también ¡lleguemos a su justicia! Entonces obtenemos la paz de Dios. Y tenemos una buena conciencia, pero aún no tenemos toda la paz que está en Dios. Lo que Dios ahora quiere es transformarnos, a un hombre de Dios, para que podamos llegar a esa vida que está en Dios.

Y si vamos a llegar a eso, entonces vamos a necesitar una educación, y entonces Él trata con nosotros como con hijos. Como personas, somos muy superficiales, pero Dios tiene un objetivo en nuestra vida. A través de la disciplina, nuestro oído se abre para que podamos escuchar su voz, para que lleguemos al lugar correcto en nuestro espíritu. Donde Dios quiere que estemos. Esta es toda la intención detrás de esta educación, con este castigo, que podamos recibir sentidos ejercitados, para que podamos discernir entre el bien y el mal. Para que no sigamos siendo niños que no entienden nada, sino que lleguemos a una vida madura en Dios y comprendamos lo que Dios quiere y su voluntad en nuestras vidas.

¡La disciplina de Dios es gracia!

La disciplina de Dios, que Dios hace con nosotros como a hijos, ¡es gracia! Entonces no deberíamos sorprendernos sobre el fuego de prueba que se nos viene encima, como si fuera extraño. ¡Ahora Dios trabaja con nosotros! Pero entonces debemos ser tan humildes que lo comprendamos. Es por eso que dice: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios. 1 Pedro 5:6. Podemos sentir que en las pruebas, la mano de Dios descansa pesadamente sobre nosotros. Pero cuando nos humillamos, entonces es más ligera. Nos volvemos más pequeños en nosotros mismos, y esa presión disminuye.

¡Piensa en Jesús, en su educación! Él fue ungido con óleo de alegría más que a sus hermanos. (Hebreos 1:9) Es algo en lo que pensar. En esas situaciones en las que estaba con su padre, como hijo de un carpintero, estaba absolutamente contento y satisfecho. ¡Absolutamente! Porque él sabía que estaba en la voluntad de Dios, y Dios estaba haciendo una obra en él. Igual que con nosotros también. Cuando pensamos que la gracia de Dios nos enseña a renunciar a la mundanalidad y todas esas cosas, ¡esto es gracia de Dios! (Tito 2:11-12) No podemos hacerlo sin disciplina.

Verdadera gracia

Si creemos que Dios nos ve a través de Jesús como si nunca hubiéramos pecado, ¿qué puede lograr la gracia en nosotros? Seguimos siendo las mismas personas que viven para la carne. Es una falsa comprensión de la gracia. Pero Pablo tenía una comprensión clara de la gracia, y también exhortó que la gracia no debería ser en vano. Pero demostró ser un sirviente del Señor en las cosas más difíciles que podemos enfrentar en la vida. Cuando estamos expuestos a algo y tenemos una prueba, por supuesto, nos gustaría mostrarnos como un sirviente del Señor, pero si nos amargamos en la prueba, entonces nos mostraremos como uno que no es un siervo del Señor. Esto es lo que sucede si no tenemos la comprensión correcta de la gracia.

La verdadera gracia es la obra del Espíritu Santo; Es una obra de gracia en Jesucristo de la que luego participamos.

Este artículo está inspirado en una predica de Kåren J. Smith el 8 de junio de 2017.

Fuente:  http://cristianismoactivo.org




sábado, 12 de mayo de 2018

¿Cómo podemos servir a Dios en verdad?



jueves, 10 de mayo de 2018

Mujer con 55 hijos en adopción dice: “La liberación del aborto es un genocidio”



El pasado domingo ocurrió la sexta edición de la Marcha por la Vida, un movimiento anual que reúne a personas de diversos segmentos religiosos, entre evangélicos, católicos, ateos, todos en defensa de valores comunes que se refieren a la preservación de la vida.

La multitud de personas recorrió la orilla de Copacabana, en Río de Janeiro, y contó con la participación de varias personalidades del medio político, artístico y religioso, organizado por el Movimiento Nacional de la Ciudadanía por la Vida, Brasil sin Aborto.

Una de las principales banderas levantadas en la Marcha por la Vida de ese año fue denunciar la posibilidad de votación a favor de una propuesta que tramita en el Supremo Tribunal Federal, que, en la práctica, puede autorizar la realización del aborto hasta 12 semanas de embarazo.
 Los manifestantes pro-vida pidieron el total rechazo de la propuesta y la protección del Estatuto del Nascituro.

Una de las participantes y principales voces contra el aborto y conocida por tener 55 hijos (cuatro biológicos) fue la cantante evangélica Flordelis dos Santos Souza, más conocida apenas como “Flordelis”. Ella posee un instituto para la acogida de niños de la calle y su historia de vida ya se convirtió en una película: “Flordelis Basta una Palabra para cambiar”.

“Luto por el derecho a la vida porque creo que la liberación del aborto es un genocidio. Con la liberación del aborto, miles de niños serán asesinados”, dijo.

“Yo soy madre de 55 hijos y muchos de ellos escaparon de intentos de aborto, e incluso después de nacidos fueron abandonados. Tengo hijos que fueron arrojados a la basura, en valones. Esta marcha es importante educar a las personas y la sociedad requieren esta lucha que no puede ser sólo nuestro, sino de todos”, agregó, según el Completo .

“El hombre ha pensado equivocadamente y no sabe cuánto eso hiere el corazón de la gestación:” El hombre ha pensado equivocadamente y no sabe cuánto hace el corazón Dios “, dijo ella.

“El aborto es un equívoco porque la madre que debería acoger a su hijo, lo rechaza. Y los médicos, que deberían salvar, matan. Está todo equivocado. La vida no existe solamente cuando una persona nace, pero ya comienza en el momento de la concepción “, declaró.


Fuente: bibliatodo.com

miércoles, 9 de mayo de 2018

¿Tienes miedo? ¡Yo no! ¿Y tú?






Por: Pr. Julio César Barreto /

Un signo característico de nuestro tiempo lo es el miedo. A qué? A muchas cosas. El miedo se ha hecho parte de los seres humanos, como que se encuentra en cada rincon de los hogares, de los pueblos, de las naciones, está en el codigo genético de las personas. La gente tiene pánico ante la posibilidad de la muerte, el fracaso, la soledad, la delincuencia, las alturas, la oscuridad, los sitios cerrados, los cambios, la guerra, la enfermedad, miedo al público, miedo escénico. En el caso de los niños estos temen a las tormentas eléctricas, el lobo, la bruja, la oscuridad. 

Hay miedos infundados y otros son infundidos, pero lo cierto es que el miedo no respeta condición social, económica, ni cultural. El está en todas partes. Pero este artículo no es una apología al temor, sino una grata noticia y un antidoto en contra del pánico, del terror, y de todos sus sinonimos. Hay maravillosas promesas que nos ha dejado Dios para todos sus hijos en las Sagradas Escrituras. Veamos algunas de ellas:

El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?
Salmos 27:1
  No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día. Ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya.
Salmos 91:5 y 6
No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza y él preservará tu pie de quedar preso.
Proverbios 3:25 y 26
Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque
contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.
Salmos 27:3
De manera que podemos decir confiadamente: el Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
Hebreos 13:6

Y les aseguro que hay muchisimas promesas más en La Biblia, donde se nos asegura que hay protección y cuidado  pastoral de parte de Dios para con su pueblo. Asi que si me hacen esta pregunta responderé confiado: ¿Tienes miedo? ¡Yo no! ¿Y tú?


Al Maestro con cariño