Algunos
recibieron el talento para tocar música extraordinaria. Otros tienen el
don de la palabra. Otros tienen la visión para ver las necesidades de
las personas que los rodean. Y otros quizás sienten que no han recibido
tantos talentos.
No todos fuimos creados con las mismas
capacidades, pero hemos recibido la misma posibilidad para hacer el
bien. Existen diferentes maneras en las que puedo usar los talentos que
he recibido. Puedo bendecir a otros…o puedo ser egoísta, o buscar elogio
y admiración. Debo purificarme a mí mismo… ¿Cuáles son mis metas y mis
propósitos? ¿Qué hay en mi corazón?
“¡Mírame! ¡Mira lo que sé
hacer!” Quizás no lo digo en voz alta, pero debo reconocer que
probablemente lo pienso con frecuencia. Mis ojos miran hacia las
personas que me rodean para ver cuál es su reacción y qué es lo que
dicen, “¡Wow, si eres bueno haciendo eso!” ¿Pero, me doy cuenta cuanta
intranquilidad y egoísmo proviene de esto? Si pienso que mis habilidades
son suficientes para conducirme a una vida alegre y feliz, entonces
perdí el enfoque de mi meta.
Usar mis talentos para Dios
¿Cuál
es el motivo por el que Dios me confió los talentos que tengo? ¿Qué
quiere él que haga con ellos? Esto se explica en Filipenses 2: 3: “Nada
hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” Podemos
usar nuestros talentos para servir a Dios, y una parte de esto es
servir a los demás – con humildad estimar a los demás superiores a uno
mismo.
La humildad no es muy popular en estos días. El espíritu de
este tiempo ya nos enseña desde muy joven a enaltecernos. Lo aprendemos
de los famosos y de las estrellas del deporte a quienes les gusta
difundir que son muy hábiles. ¿Me voy a dejar influenciar de esto, de
manera que espero o incluso exijo honra de los demás cuando hago bien
alguna cosa? Disfrutar la admiración de otras personas puede ser
atractivo, pero detrás del telón hay una vida que solo se vive para
recibir honra, es una fama superficial y las recompensas desaparecen en
un instante.
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como
para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis
la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el
que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay
acepción de persona.” Colosenses 3:23-25.
No hay paz si
busco honra de los demás. Esto solo me llena de egoísmo y finalmente
todos mis pensamientos giran en torno a mí mismo: si los demás me
comprenden; ¿qué dicen los otros de mí? Etc. Este egoísmo me impide
crecer en amor a Dios y en amor hacia los demás. Pero ¿Cómo puedo
liberarme de esta obsesión interminable conmigo mismo que tantas veces
me significa un obstáculo para demostrar verdadero amor y preocupación
por los demás?
Se me ha dado
“Digo, pues, por la
gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga
más alto concepto de sí que el que debe tener…” Romanos 12:3.
Cuando
mi cabeza comienza a hincharse de orgullo, debo recordar que todo lo
que tengo se me ha dado. También debo recordar que mis talentos
terrenales no tienen ningún valor en la eternidad. El valor que sale de
mis talentos no es el talento en sí mismo. A pesar de todo esto ¿sigo
creyendo que tendré una mejor oportunidad para entrar al cielo si por
ejemplo soy hábil para hablar? Lo que realmente tiene valor es que vivo
una vida para Dios, y que le sirvo a Él simplemente en fe y obediencia.
Lo que realmente cuenta es el amor que les demuestro a los demás. Los
talentos que Dios me dio, sean grandes o pequeños, pueden ser usados con
este propósito.
¿Cuál sería mi reacción si un día me quitan todos
mis talentos? Si me lastimo la pierna de tal manera que ya no puedo
practicar deporte, o me quebré la mano y ya no puedo tocar mi
instrumento ¿cuál sería mi comportamiento entonces? ¿Los que me rodean
seguirán sintiendo una calidez sincera y un amor que resplandece de mis
acciones, o sentirán amargura?
¿Qué es lo que me motiva?
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Colosenses 3:2.
Debo
ser sincero en cuanto al uso que hago de mis talentos. Mayormente lo
puedo ver en la forma en la que reacciono. Si doy vueltas esperado que
otros me elogien, entonces estoy enfocado en las cosas terrenales –
busco mi propia honra y satisfacción. Sale un sabor amargo de aquellas
acciones motivadas por el egoísmo. Pero si realmente uso mis talentos
como posibilidad para servir a Dios y bendecir a los demás, entonces
pueden ser de un valor verdadero y duradero. Para mí es de mucha
importancia ser muy sincero conmigo mismo en este punto. Mis talentos no
deberían significar una piedra de tropiezo para mí.
Si realmente
ocupo mis talentos como una posibilidad para servir a Dios y bendecir a
los demás, entonces realmente pueden ser de un valor verdadero y
duradero.
¿Qué pasa si siento que no he recibido tantos talentos?
Muy pronto puedo ser tentado a la envidia al ver que alguno de mis
hermanos hace esto o aquello sin esforzarse. Debo cuidar mi corazón de
esto. En Santiago 3:16 dice: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.” Los
celos llevan a pelea. Si no puedo alegrarme cuando otros usan sus
talentos para bendecir, entonces mi orgullo y mi envidia obstaculizan el
camino.
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1
Pedro 4:10-11. Dios me conoció mucho antes de crear la tierra, y él me
creó intencionalmente tal cual soy con un plan para mi vida. La idea es
que utilice bien mis talentos, de manera que agrade a Dios antes que a
mí mismo. Si utilizo bien mis talentos, éstos pueden ser herramientas
fantásticas para edificar la hermandad y para bendecir y enriquecer la
vida de las personas que me rodean.
Cuando llegue el momento de
encuentro con mi creador entonces todos los talentos van a desaparecer,
pero los resultados de vivir en obediencia a sus mandamientos
permanecerán como eterno testimonio. Lo que cuenta es de qué manera
sirvo a Dios, si soy agradable para Él y qué hago con lo que recibí al
momento de servirle. ¡Que mi vida sea una vida vivida para la honra de
Dios, una vida llena de contenido celestial y de bendición!
No hay comentarios:
Publicar un comentario