El
pecado ha causado mucho daño en la vida, el corazón y la mente del
hombre. Pero podemos decir con certeza que toda la salvación – desde el
principio hasta el final – consiste en limpiar y reparar este daño.
El proceso de salvación
Primero que nada, cristianismo es separarse de
toda mala compañía y de toda la impureza en este mundo. (2 Corintios
6:14 – 7:1) La vida de un cristiano no se puede unir con la impureza ni
con los incrédulos.
En segundo lugar, la Palabra de Dios – palabras de vida y la luz de vida – deben penetrar nuestro hombre interior, y constantemente partir y discernir nuestros pensamientos, palabras, obras y acciones, para que nuestro viejo hombre (el hombre de pecado) y sus características vayan desapareciendo. Esta es una constante santificación. Primero somos perdonados y lavados de nuestros pecados por medio del arrepentimiento, y después refinados o purificados por medio de la Palabra de Dios. (Malaquías 3:2-3) Nos limpiamos de toda impureza en nosotros, pero somos purificados en nuestro hombre interior de todo lo que ya no sirve y que se había infiltrado en nosotros.
“Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12.
Salvación: una separación
Si
no se toma sinceramente la Palabra de vida en el corazón – en otras
palabras, aceptarla en realidad – no habrá esta purificación; y el daño
del pecado continuará. Frecuentemente esta terrible confusión existe en
los en los corazones de la gente, en sus relaciones, sus hogares y sus
asambleas.
Sin embargo, cuan maravilloso y bendecido se vuelve
cuando la Palabra separa alma y espíritu a un grado cada vez más
profundo, juzgando los pensamientos y las intenciones del corazón para
que eso que es pecado en nosotros ¡pueda ser separado!
Los líderes
en el antiguo pacto fueron reprendidos porque no enseñaban a a la gente
a distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo santo y lo profano,
etc. (Levítico 10:10) De hecho podemos decir que todo depende de esta
unica cosa.
La cantidad de cosas de las que nos hemos separado en nuestro interior miden el progreso que he tenido en el camino de la vida.
Este artículo es una versión adaptada de un artículo que fue publicado por primera vez en noruego en la revista oficial de BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en diciembre de 1957
© Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag
Publicado en
Edificación - https://cristianismoactivo.org
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