“Porque
convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas
las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria,
perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” Hebreos 2:10.
Es
bienaventurado y consolador saber que Cristo se ha hecho cargo de
nosotros, y que ahora Él nos guía a la gloria con mano poderosa.
Por
naturaleza, no tenemos ninguna gloria en sí mismos, así que si vamos a
participar de una vida gloriosa, desde ahora en adelante, entonces la
naturaleza de Dios debe manifestarse en nosotros. Sin embargo, para que
podamos recibir parte de su vida y su naturaleza, tiene que guiarnos por
extraños caminos a través de todo tipo de circunstancias. Él nos
doblega a través de los padecimientos y nos purifica en el horno de la
humillación, y a través de todo esto aprendemos a conocer sus buenos
caminos y su buena voluntad para con nosotros.
Si
somos plenamente conscientes que estamos bajo su buena y poderosa guía
en el camino a la gloria en todas las cosas que enfrentamos, entonces
sucede lo que está escrito, que son leves tribulaciones momentáneas que
producen en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.
(2 Corintios 4:17)
Cuando
Cristo venga y lleve a su esposa a la gloria, será esta una multitud que
de ante mano la condujo a su propia vida de gloria en medio de la
oscuridad y maldad del mundo. Estos fueron formados a través de los
padecimientos en las diferentes pruebas de la vida de la misma forma que
el autor de la salvación de ellos.
Si
cada uno de ellos relatara en detalles su camino por la vida, hablarían
de muchas experiencias asombrosas, y ninguno de ellos hubiera querido
prescindir de nada de lo que Dios en su sabiduría les hizo atravesar en
el camino a la gloria. Aquellos orgullosos y obstinados por naturaleza
podrán contar todas las cosas que tuvieron que experimentar para ser
quebrantados según la carne, de modo que la humildad y la bondad
pudieran irradiar de ellos. Ellos darán alabanza y gracias a Dios por
toda la eternidad en agradecimiento por este grande y glorioso
resultado. Piensa, ¡cuál hubiera sido el resultado si solo hubieran
tenido la dicha de mantener su rigidez y orgullo por el resto de sus
vidas!
¡Podemos participar de la gloria de Dios como estos héroes!
José
fue lanzado al pozo y a la cárcel en el camino para convertirse en
gobernante. David estuvo en exilio y fue perseguido por hombres
envidiosos en el camino para convertirse en rey. Sus salmos proféticos y
llenos de bendición nacieron a través de padecimientos, tribulaciones,
batallas y resistencia.
Jesús
fue tentado y probado al igual que nosotros ya que tenía la misma carne
que nosotros. Él padeció en la tentación, y aprendió obediencia según lo
que padecía, y así creció en sabiduría. Nuestro autor de la salvación
fue perfeccionado a través de los padecimientos. Nadie ha sido tan
obediente y fiel como Él. Él soportó todas las pruebas de la vida sin
pecar. Él es verdaderamente un Príncipe digno entre sus hermanos.
(Hebreos 2:14-18, Hebreos 5:7-8, Hebreos 2:10)
Necesitamos
tener la sabiduría de Dios para que Él nos pueda utilizar, y esta sólo
la podemos recibir a través de los padecimientos y la fidelidad en las
pruebas de la vida.
¡Que
podamos, al igual que Jesús, ver la alegría que nos espera, y alabar a
Dios por todas las cosas en el camino hacia la gloria!
Este
artículo fue publicado originalmente con el título “En el camino hacia
la gloria” en la revista de la iglesia de BCC “Skjulte Skatter”
(“Tesoros Escondidos”) en junio de 1953.
© Copyright Editorial Stiftelsen Skjulte Skatters
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Edificación
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