Tienes
un pasado, un pasado con acciones y comportamientos que han nublado tu
espíritu, te han separado de Dios y que te hacen sentir francamente
podrido. Pero ahora te arrepientes de lo que has hecho; quieres
convertirte. Pero, ¿un pobre y miserable hombre como tú, todavía es apto
para el reino de los cielos? Sabes que Dios es bueno pero, ¿es lo
suficientemente bueno para perdonar lo que has hecho?
Lo único que
excluye a una persona del cielo es el pecado no perdonado. Jesús tiene
la autoridad para perdonar todo pecado y blasfemia. “Así
está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase
de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando
desde Jerusalén.” Lucas 24:46-47. Jesús sufrió y murió
por los pecados de todo el mundo (1 Juan 2:2), y tiene el poder para
perdonar todo pecado, echarlos en las profundidades del mar, para que
jamás sean recordados de nuevo.
¿No crees que Él quiere hacer esto por
ti también? No puedes nombrar un solo pecado por el cual Jesús no murió.
“¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados,
ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los
borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino
de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del
Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.“ 1 Corintios 6:9-11.
Pablo
escribe aquí a aquellos que alguna vez vivieron profundamente en el
pecado, pero cuando escucharon la verdad del evangelio, reconocieron su
pecado y entregaron su vida a Jesús. No sólo fueron perdonados, también
recibieron ayuda del Espíritu Santo para terminar con estos pecados y
vivir una vida en transformación.
Convertirse y recibir perdón
Cuando
el apóstol Pedro enfrentó a los judíos en el día de pentecostés por el
hecho de que habían crucificado al Hijo de Dios, el Mesías que vino para
salvarlos, fueron compungidos de corazón. ¿Puedes imaginarte cómo
debieron haberse sentido? Debieron haber pensado que no habría perdón
por tales acciones. Pero Pedro les dijo: “Arrepentíos,
y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón
de los pecados… Así que, los que recibieron su palabra fueron
bautizados.” Hechos 2:38-41.
Incluso estas personas
que negaron al Mesías, que lo rechazaron mientras estuvo aquí en la
tierra y finalmente lo crucificaron, pudieron arrepentirse y recibir
perdón por lo que habían hecho. Su bondad, amor y paciencia con nosotros
no conoce límites.
Hay una condición para este perdón. No hay
ningún perdón sin arrepentimiento, y no puede haber arrepentimiento sin
que primero haya un reconocimiento del pecado. No puedes ser perdonado
por algo si no tomas responsabilidad por tus acciones y aceptas la
verdad – que efectivamente has pecado y necesitas convertirte. ¿Te
arrepientes realmente de tus acciones en lo profundo de tu corazón?
¿Tienes una decisión firme que ya no quieres comportarte de esta manera;
que quieres dejar los viejos hábitos del pecado y comenzar de nuevo
como un discípulo de Jesús? ¡Entonces puedes ser perdonado! “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Mateo 7:7. Nadie que se arrepiente de su vida de pecado queda excluido del cielo.
Pero lo que Jesús dice en Mateo 6: 4-15 es de vital importancia: “Porque
si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
Jesús
no pudo haberlo dicho más claro. Si pides perdón, pero tú mismo no
estás dispuesto a perdonar a otros, entonces no habrá ningún perdón para
ti. No puedes guardar rencor, de lo contrario entras a la eternidad sin
perdón, independiente de lo que los demás te han hecho.
El único pecado imperdonable: Blasfemar contra el Espíritu Santo
Jesús habla de un pecado que es imperdonable.
“Por
tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres;
mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera
que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado;
pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en
este siglo ni en el venidero.” Mateo 12: 31-32.
En este
ejemplo, del cual Jesús habla, los fariseos habían afirmado que Jesús
había hecho milagros por el poder del demonio “Beelzebú.” Pero de hecho
había hecho estos milagros en el poder del Espíritu Santo. Esta fue su
blasfemia, afirmar que lo que era en realidad puro y santo era impuro y
malo. (Marcos 3:30)
El Espíritu Santo también es llamado el
Espíritu de la verdad (Juan 16:7-13). Este señala la verdad sobre ti
mismo – tu pecado, y lo que debes hacer con este. Si no reconoces la
verdad, entonces, ¿cómo puedes arrepentirte? Si no te arrepientes, ¿cómo
puedes ser perdonado? Si no eres perdonado, ¿cómo puedes tener alguna
esperanza para la vida eterna? ¿Cómo podrás ser salvo?
Blasfemar
contra el Espíritu Santo en este tiempo presente significa que uno de
forma repetida y consciente ha endurecido su corazón contra la verdad y
sigue en la incredulidad. Lo que uno hace es llamar el Espíritu Santo
mentiroso, y esto en realidad es una blasfemia. No hay perdón para una
persona que muere en la incredulidad, que continuamente ha rechazado las
inspiraciones del Espíritu Santo. Esto es una blasfemia imperdonable.
Pero mientras sientas que Dios obra en ti y te llama, significa que
todavía hay esperanza para ti.
La verdad os hará libre
Si
te preguntas: “¿Lo que he hecho ha sido tan malo que seré excluido del
perdón y el reino de los cielos?” puedes estar seguro que no es así. Tu
pobreza en el espíritu – el reconocimiento del pecado y el anhelo de
arrepentirte – te llevarán a convertirte a Dios. No es posible
“accidentalmente” blasfemar contra el Espíritu Santo. Los que cometen
este pecado imperdonable no están preocupados; no les importa si son o
no perdonados, por causa de su incredulidad.
Así que tienes que
ser uno que ama la verdad. La verdad os hará libres. Tienes una enorme
gracia sobre tu vida – puedes ser liberado de ser un esclavo del pecado,
y puedes ser un verdadero discípulo de Jesús. (Juan 8:31-34) No sólo es
capaz de perdonar tus pecados, sino también salvarte de pecar. Haz uso
de esta gracia – Él puede salvar completamente a todos los que reconocen
la verdad sobre su necesidad. Cuando recibes el Espíritu Santo, que te
muestra tu pecado, también te da la oportunidad de vencer el pecado.
El ladrón en la cruz fue salvo en su “lecho de muerte” sin nada para llevarse a la eternidad, pero Jesús le dijo: “¡Hoy estarás conmigo en el paraíso!” ¿No
es mucho mejor arrepentirse y convertirse hoy a Dios, cuando te habla a
tu corazón? Podrás ir directamente al cielo cuando mueras, ¡con la
seguridad de la vida eterna si continúas en este camino! Sí, puedes
arrepentirte y pedir perdón hoy, y comenzar en este camino de la
justicia en este momento, con una conciencia limpia y justificada en el
nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios.
Fuente: https://cristianismoactivo.org
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