No me critiques, más bien ora por mi. Sí no has caminado en mis zapatos, te aseguro que no sabes nada de mi. Me conforta grandemente que de mi Hacedor puedo decir: "Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos." (Salmos 139:2).
Un hombre que padecía un serio problema de miopía se consideraba un experto en la evaluación de obras de arte. Un día visitó una galería con su esposa y unos amigos. Debido a que había olvidado los lentes en su casa, no podía ver las pinturas con mucha claridad. Pero eso no le impidió expresar sus opiniones.
Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, no dudó en criticarlo, y con cierto aire de superioridad dijo entre otras cosas que el sujeto estaba vestido de forma ordinaria y andrajosa.
Luego continuó con sus comentarios despectivos hasta que su esposa logró llegar hasta él y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: «Querido, estás frente a un espejo».
La psicología nos dice que la proyección es un mecanismo de defensa que consiste en atribuir nuestras propias faltas a los demás; es algo común en nuestros días. El Señor nos invita a ungir nuestros ojos con colirio para que nos demos cuenta de nuestra verdadera condición espiritual. Una vez que lo hagamos, el Espíritu Santo nos motivará a quitar primero la viga de nuestros ojos antes que señalar a nuestros prójimos para que realicen cambios en sus vidas.
Fuente: https://huellasdivinas.com/miopia-espiritual/
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