"...sino que dijo: El Señor te reprenda"
(Judas 9)
Por: Pr. Julio César Barreto /
A muchos cristianos (sobre todo en algunos países latinoamericanos) se les escucha decir: ¡El Señor reprenda al diablo! Esto lo hacen cuando sucede algo malo de lo cual hay que culpar a alguien. Es en ese momento que el diablo es la excusa perfecta para inculparlo de aquello que los cristianos han hecho indebidamente, pero que no tienen la suficiente valentía y honestidad para reconocer su culpa, y por lo tanto, prefieren lanzarle el balón a otro y quién mejor que al mismísimo enemigo de los hijos de Dios.
No pretendo hacer el papel de abogado del diablo. El objetivo que persigo es el de despertar la conciencia de esos creyentes que no asumen su responsabilidad ante sus hechos, (sino que prefieren culpar a alguien más) antes que aceptar que el verdadero culpable es él o ella. Sí esa conducta evasiva no se corrige, vale la pena preguntarse: ¿Podrá un creyente progresar siendo insincero consigo mismo y no aceptar la responsabilidad por sus actos? ¿Es eso correcto? ¿Es lo que las Escrituras nos enseña? La respuesta, sin duda, es un definitivo; ¡No!
Sabemos (y no pretendo negarlo) que el diablo maquina, envía dardos de fuego. Pablo dijo que no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades...contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12). Pero también podemos observar en las Escrituras que los propios cristianos son los que en ocasiones provocan situaciones complicadas, pecaminosas, de las cuales deben arrepentirse y procurar el perdón de Dios y enmendar seriamente su conducta. Veamos un par de ejemplos extraídos de la Biblia:
"Yo he escrito a la iglesia; pero Diotrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe...si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia" (3ra de Juan).
El ejercicio es muy fácil: ¿De quién era la culpa de la perturbación en aquella iglesia de entonces? ¿Del diablo o de Diotrefes? Juan no le echó la culpa al maligno, sino que llamó por su nombre al autor del trastorno y ese perturbador tenía nombre propio: ¡Diotrefes!...
En la 2da epístola que Pablo le escribe a Timoteo, el apóstol informa a este que ha sufrido muchos males (se refirió a un caso muy específico): "Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tu también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras". (2 Timoteo 4: 14-15).
Ahora bien; no estoy (para nada) diciendo que el problema o cuestionamiento esté enfocado en la expresión: "...el Señor reprenda al diablo". ¡No!, (y necesito ser muy enfático en esto) lo que estoy enfocando, es el mal uso que se le da a dicha reprensión en los casos donde las perturbaciones no han tenido su origen directamente de las huestes espirituales de maldad, sino de los hombres ( y a veces hasta "cristianos" son).
Yo concluyo este breve comentario con una recomendación para todos los hijos de Dios: Sabemos que el diablo es promotor de todo género de maldades, pero de igual manera sabemos que los creyentes también cometemos muchos errores y que son estos mismos desatinos nuestros, los que en ocasiones despiertan perturbaciones en nuestro entorno.
Entonces lo que deberíamos hacer es ser completamente honestos y valientes para reconocer nuestros errores (pecados), pedir el respectivo perdón y hacer la correspondiente rectificación. Dejemos de echarle la culpa de nuestras omisiones, faltas, desatinos a los demás. Porque si algo ha quedado claro en todo esto es que mientras los creyentes sigan eludiendo su responsabilidad para auto justificarse, en vano será que digamos: "...el Señor reprenda al diablo". En cambio, si somos capaces de hacer lo correcto, entonces el diablo estará todo el tiempo (como nuestro Señor Jesucristo lo dejó en la Cruz) reprendido y completamente derrotado.
¿Si me entendiste, verdad?
Entonces lo que deberíamos hacer es ser completamente honestos y valientes para reconocer nuestros errores (pecados), pedir el respectivo perdón y hacer la correspondiente rectificación. Dejemos de echarle la culpa de nuestras omisiones, faltas, desatinos a los demás. Porque si algo ha quedado claro en todo esto es que mientras los creyentes sigan eludiendo su responsabilidad para auto justificarse, en vano será que digamos: "...el Señor reprenda al diablo". En cambio, si somos capaces de hacer lo correcto, entonces el diablo estará todo el tiempo (como nuestro Señor Jesucristo lo dejó en la Cruz) reprendido y completamente derrotado.
¿Si me entendiste, verdad?
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