El camino de la obediencia es el camino de la vida; pues Jesús vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.
(Hebreos 5:9) Por lo tanto: ¡no hay salvación, no hay vida eterna, sin
obediencia! La muerte entró a causa de la desobediencia, ¡pero vida e
inmortalidad entró a causa de la obediencia! Un camino nuevo se abrió
para nosotros por la obediencia de Cristo. Este camino está abierto
ahora.
La fe trae obediencia.
Por medio de nuestra obediencia andamos paso a paso por el camino de la
vida. Dios da el Espíritu Santo a todos los que le obedecen. (Hechos
5:32) Y solo por medio de este Espíritu recibimos luz y fuerza para
andar por el camino de vida.
No
llegamos a ningún progreso en este camino solamente sustituyendo mi
obediencia por la de Cristo. Pero teniendo Su obediencia como
fundamento y ejemplo para mi vida, debo ejercitarme personalmente, tal
como en Hebreos 5:9 lo expresa claramente. ¡Ningún solo paso se puede
dar en este camino, sin una obediencia personal!
El apostolado por la obediencia a la fe
¿Qué fue lo que Pablo recibió en gracia y apostolado? “Obediencia a la fe en todas las naciones, por amor de su nombre.” Romanos
1:5. Las almas deben ser guiadas por la obediencia, y no solamente
creer y alegrarse sobre la obediencia de Cristo; sino que con su propia
obediencia, en Espíritu y en verdad, tomemos cada paso en el camino de
vida. Desde el día en que uno se convierte a Dios – invoca su nombre,
llega a una fe en Jesús y confiesa sus pecados – uno empieza en el
camino de obediencia; porque es lo primero que el evangelio nos conduce a
hacer. Y desde ese día continuamos tal como empezamos: siendo obedientes en todos los aspectos.
La
mensaje del evangelio es – a pesar de que probablemente se vea
diferente – ¡un mensaje claro y preciso! Si algo no es claro, tenemos
que buscar la razón de porque no lo es. ¿Qué podría estar más claro que
por ejemplo las palabras en Mateo 28:20? “…Y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Esto significa ¡ser obediente a cada una de estas palabras!
Piensa
por ejemplo en “El Sermón del monte” ¡Hay suficiente que hacer al
termniar de leerlo! ¡No será en vano si lo lees! ¡Pero se necesita fe y
amor! ¡Se necesitan oraciones! ¡Se necesita Espíritu y fuerza! Todo lo
que necesitamos para llegar a ser obedientes se nos fue dado en, y a
través de Jesucristo, y todos tienen acceso a esto, día y noche.
¡Alabado sea Dios!
La obediencia nos conduce a obrar
¿Qué podría estar más claro y sin ambigüedades que la bendita palabra de obediencia en Santiago? ¡Es más clara que el cristal! “Hermanos
míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle? … Así también la fe, si no tiene obras
(obediencia), es muerta en sí misma. …También los demonios creen… ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? … Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Santiago 2:14-26.
¿No hay pues ninguna duda? ¡No! ¡sin obediencia la fe es muerta!
Puedes pensar, decir y creer lo que quieras, pero ¡la obediencia es la
que cuenta! Sin ella, no hay salvación. No avanzaremos ni un paso en en
el camino de la vida sin completa obediencia.
Dios
da gracia, pero ¿Para qué? ¡Exacto sólo para esto – para la obediencia!
Si pensamos lo contrario, nos volvemos necios, y un día vamos a
arrepentirnos amargamente. De lo que digas o hagas, en cualquier paso
que estés asegúrate de que lo único que convenga sea la obediencia a la fe.
Todo
lo que necesitamos para conducirnos a la obediencia se encuentra y se
recibe en Cristo Jesús, de modo que no hay excusa. Procuremos, pues,
¡ser obedientes en todo! (2 Corintios 10:5-6; 2 Corintios 2:9)
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Fuente: https://cristianismoactivo.org
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