Por: Pr. Julio
César Barreto /
«Porque Jehová
tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso.»
Deuteronomio 4:24
Deuteronomio 4:24
Generalmente asociamos la palabra celo con el ámbito de lo
conyugal o el noviazgo, donde uno de los dos se siente traicionado o
efectivamente lo está. Pero el término tiene otras connotaciones y lo vamos a estar observando detalladamente.
¿Qué tal si nos planteamos algunas interrogantes y las trabajamos para
encontrar las respuestas? ¿Les parece? Ok, veamos:
1.
¿Cuál es la definición del término Celo?
2.
¿Es celoso Dios?
3.
¿Quiere acaso Dios que sus hijos sean celosos? ¿De qué?
4.
¿Cuál es la aplicación práctica de este tema en la vida de los cristianos?
I. Definamos
el término
a. Cuidado,
esmero, interés que alguien pone al
hacer algo (a nivel profesional).
b. Celos Emocionales (Los celos entre cónyuges): Tendemos a confundir miedo por pérdida con “celos normales”.
Los celos nunca son normales, pues conllevan un trasfondo de posesión: “tú eres
mía y de nadie más”. El miedo por pérdida implicaría un temor a que una persona
que amamos deje de prestarnos atención o a perderla, pero en ningún caso
tomaremos una medida drástica o violenta para evitar su marcha.”
II ¿Dios es
celoso?
Su
celo es divino (no es humano). El celo de Dios es una
preocupación por el bienestar de su pueblo; su determinación de que nada surja
entre él y ellos que pudiera engañar, minar o destruir. Los celos son un pecado cuando es un deseo de algo que no
te pertenece. La adoración, la alabanza, el honor y la adoración pertenecen
sólo a Dios, porque sólo Él es digno de ello. Por lo tanto, Dios es justamente celoso (Deut. 4:24) cuando esa
adoración, alabanza, honor o adoración es brindada a los ídolos. Esta es
precisamente la clase de celos a los que se refiere el apóstol Pablo en 2 a
Corintios 11:2, “Porque os celo con celo de Dios,.....”
Dios es Celoso con todo derecho porque Él no
está dispuesto a compartir su lugar de supremacía en el universo con nadie, Él
es el único digno de recibir adoración (Apoc. 4:11), Dios no acepta que se le
sirva a Él y que al mismo tiempo intentemos servir a otros “dioses”, no
tolerará que se le niegue el respeto que merece ni la gloria que le pertenece;
es decir, Dios no es celoso de lo ajeno sino de lo propio. En el caso de Dios
esto es correcto porque Él es dueño de todo, tiene todo el derecho, Él puede
reclamar toda la gloria, alabanza, adoración, fuerzas, mente, corazón y todo lo
que existe.
III ¿Sabía usted que Dios quiere que sus hijos sean
celosos?
Apocalipsis 3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete.
¿ES APROPIADO que un cristiano sea celoso? La
Biblia nos estimula a ‘seguir tras el amor’ y afirma que “el amor no es
celoso” (1 Corintios
13:4; 14:1). Pero por otro
lado, también nos dice que “Jehová [...] es un Dios celoso” y nos exhorta
a ‘hacernos imitadores de Dios’ (Éxodo 34:14; Efesios 5:1).
La solución prescrita por Cristo a este
problema era fácil a seguir: Él les aconsejaba a “ser celosos y arrepentirse”
(verso 19). Nosotros también debemos ser celosos. Como cristianos debemos ser
vehementes seguidores de Dios y tener un fuerte interés en su camino y
su Iglesia.
Por esa razón Josué retó al pueblo diciéndoles:
«Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con
integridad (en totalidad) y en verdad; y quitad de entre vosotros los
dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en
Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a
quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando
estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra
habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.» Josué 24:14-15
Así nosotros debemos tener celo en nuestro
andar cristiano, no tolerando la falta de respeto a Dios. Jesús mismo cuando
llegó al templo y vio a las personas que iban a presentar ofrenda a Dios,
a aquellos que venían de lejos y buscaban presentar adoración a Dios eran
abordados por cambistas y abusaban de ellos vendiéndoles la ofrenda a precios
elevados, haciendo mercadería de ello.
«Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.» Mateo 21:12-13 (Salmo 69:9).
Así como Dios es fuego consumidor, es de esperarse que se encuentre em nosotros un ardor de celo al ver cuando uno mismo o los que nos rodean, mostramos algún menosprecio a Dios con nuestros pecados. Debe dolernos la injusticia y debemos anhelar con todo nuestro corazón que el nombre Santo de nuestro Dios sea en todo tiempo glorificado. No olvidemos que fuimos creados para "Buenas Obras", las cuales preparó Dios de antemano para que anduviesemos en ellas (Efesios 2:10). Dios inspiró al profeta Isaias a que hablara acerca de su Reino venidero: "...el celo del Eterno de los ejércitos hará esto" (Isaias 9:7). Sí Dios es celoso de su reino, ¿No lo seremos nosotros también?.
¿Si me entendieron, verdad?.
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