viernes, 27 de marzo de 2020

Una Iglesia confinada... pero activa

¿Cuál es el resultado de vivir un confinamiento activo y centrado en Dios? Que Dios derramará su paz en nuestra mente y corazón.


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Por Carlos Cevallos
“La iglesia son las personas, no el edificio.” Hemos oído esta frase innumerables ocasiones. Bueno, como nunca, y creo que por primera vez a nivel mundial, la iglesia dejó de ir al “edificio” para “ser” iglesia, una iglesia que ha tenido que aprender a “conectarse” por los medios digitales tratando de mantenerse viva.
Para la mayoría de la iglesia en el mundo, esta primera experiencia “virtual” fue curiosa, novedosa y hasta divertida. Pero lo cierto es que, para miles y millones de creyentes a lo largo de la historia de la iglesia, esta es una dolorosa realidad. Por causa de su fe, no pueden reunirse y se las han ingeniado de una y mil maneras para estar “conectados” y “conectadas.”
Quiere decir que esta incapacidad para estar “unánimes juntos” bajo un mismo techo no es algo nuevo para la iglesia, pero sí lo es para una iglesia que se ha acomodado y que muchas veces ha dando prioridad a sus propias necesidades.
Claro, pensamos que nunca nos iba a pasar, que eso solo ocurre en algunos países de Medio Oriente, o ciertas regiones de Asia o África, en donde las puertas al evangelio están completamente cerradas. Pero nos pasó y nos está pasando ahora. No podemos reunirnos y ahora nos toca vivir nuestra fe en “confinamiento,” o como lo han llamado más amigablemente, en “distancia social.”
Pensamos que algo así nunca nos iba a pasar. Pero nos está pasando ahora.
El gran enemigo es un virus microscópico que precisamente se vuelve aterrador porque no lo vemos, ni sabemos dónde está, o quién lo tiene, pero que ataca de forma letal. Entonces, la iglesia se ve obligada a confinarse, a guarecerse, a no salir y a tener que “conectarse” por internet o celular. Es un confinamiento… de lujo. En nuestro confinamiento tenemos todo, incluyendo películas, snacks para las películas, y hasta mayor tiempo durante el día para pasar con nuestros seres queridos. Pero sigue siendo un confinamiento, y ningún confinamiento es agradable. El nuestro es incómodo, molesto, porque altera nuestro estilo de vida y nos restringe de ir y hacer lo que nos gusta.
Pero hubo alguien que no solo vivió en confinamiento, sino que lo vivió de manera dolorosa, injusta y sin comodidades. Su mayor privilegio era contar con una pluma y un pergamino. Desde su confinamiento escribió: “Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense! Que todos los conozcan a ustedes como personas bondadosas. El Señor está cerca. No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús” (Fil. 4:4-7 DHH). 
El confinamiento no debe establecer la agenda de nuestras vidas; al menos no lo hizo con el apóstol Pablo. Nuestro confinamiento ha de ser activo, donde, en la gracia de Dios podamos:
a. Encontrar las fuerzas para alegrarnos
b. Practicar la generosidad en medio de la escasez y las compras de pánico
c. Orar y especialmente presentar a Dios las situaciones que nos afligen y que se han visto agravadas por el confinamiento
d. Dar gracias a Dios, de manera constante y con mayor conciencia de cada bendición que recibimos como regalo divino
Por ahora, no podemos salir de nuestros hogares, pero aún ello es muestra del amoroso cuidado de Dios por lo cual debemos darle gracias.
¿Cuál es el resultado de vivir un confinamiento activo y centrado en Dios? Que Dios derramará su paz en nuestra mente y corazón. Paz, esa paz de Dios es precisamente lo que más necesitamos en este momento para poder sobrellevar esta crisis. Que esta paz nos inunde y a la vez seamos canales “virtuales” para transmitir esa paz a muchos otros y otras que están viviendo en confinamiento desesperado. Que la paz de Dios nos de fuerzas para esperar activamente hasta día en que nuevamente podamos reunirnos bajo un mismo techo.

Carlos Cevallos – Seminario Fuller – Pasadena CA (EEUU)
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jueves, 26 de marzo de 2020

La espiritista de Endor


Para unos, se trata de una auténtica comunicación con el más allá. Para otros no es más que un hecho diabólico.


Detalle del cuadro El espíritu de Samuel invocado por Saúl, del pintor ruso Nikiforovich Dmitry Martynov. / Wikimedia Commons



Enfoque JUAN ANTONIO MONROY

Antes de escribir sobre la vida de esta mujer quiero ocuparme del tema del qué trata el capítulo 28 en el primer libro de Samuel: el espiritismo.

¿Qué es el espiritismo? En dos palabras: La creencia de que los vivos pueden comunicarse con los muertos. Esta doctrina estudia la naturaleza, origen y destino de los espíritus y sus relaciones con el mundo corporal.

Los historiadores del espiritismo fechan su origen en Nueva York hacia los años 1840. La familia Fox decía oír golpes extraños en la casa, principalmente en la gran mesa del comedor. Sin más pruebas, el padre interpretó que se trataba de mensajes dirigidos desde el más allá a sus pequeñas hijas Catalina y Margarita. Convertidas en mujeres adultas las dos se dedicaron a ejercer como “mediums”. El movimiento espiritista se propagó inmediatamente por Estados Unidos y llegó a Europa. En este continente sus más altos representantes fueron el francés Alan Karder y el escocés Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes.

Entre los libros publicados por Karder el más conocido es El Evangelio según el espiritismo. Doyle defendió el espiritismo en su obra Historia del espiritualismo.

Existe un espiritismo vulgar, prefabricado, de mentira, consistente en reunir a varias personas entorno a una mesa y la que preside el grupo, la médium, tras la creación de un ambiente apropiado, en juego con las emociones, invoca a algún muerto y esperan respuestas del otro lado mediante unos toques en la mesa. Existe también un llamado espiritismo científico, defendido en sus libros por Alan Karder, Conan Doyle y otros más cercanos a nuestros tiempos.

Millones de personas en el mundo tienen sus propias ideas sobre la vida después la muerte. Para muchos, los espíritus de los muertos están enterados en el más allá de lo que les ocurre en el más acá a familiares que aún permanece en la tierra.

La historia que en la Biblia protagoniza la espiritista de Endor ha sido mil veces estudiada y expuesta por comentaristas del Antiguo Testamento, católicos y protestantes, conservadores y liberales. Para unos, se trata de una auténtica comunicación con el más allá. Para otros no es más que un hecho diabólico. San Agustín decía que el espíritu de Samuel sólo era un fantasma con el que especuló la mujer. Tomás de Aquino fue más allá, afirmó que no fue Samuel quien respondió a la mujer, sino el demonio. En estas letras me abstengo de interpretar, que no es la intención mía; me limitaré a explicar literalmente lo que la Biblia dice, siguiendo el principio de mis ideas, hablar donde la Biblia habla y callar donde la Biblia calla.

Los filisteos, enemigos eternos de Israel, acamparon en Sunem, un lugar situado en la falda oriental del pequeño Hermon. A diez kilómetros de distancia al norte del monte Gilboa estaba el ejército de Israel, mandado por el rey Saúl. Cuando Saúl, desde la cumbre del monte, vió a los miles de filisteos que aguardaban la batalla, “tuvo miedo y se turbó su corazón en gran manera”. En este estado de temblor, presintiendo una próxima catástrofe, consultó a Jehová. Era de los que se acordaban de Dios cuando llovía. ¿Qué sentido tenía aquella consulta? ¿Simple curiosidad? ¿Saber lo que Jehová pensaba de aquella batalla? ¿Recibir tácticas guerreras desde lo alto? “Consultó Saúl a Jehová, pero Jehová no le respondió”. Desesperado, dio a varios de sus soldados esta orden: “Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación para que yo vaya a ella, y por medio de ella pregunte”.

No fue difícil. En Endor, ciudad perteneciente a la tribu de Manasés, al sur del monte Tabor, los soldados hallaron a la mujer apropiada. Una espiritista cuyo nombre no se menciona en la Biblia.

Saúl deja sus vestiduras reales, utiliza ropa como hombres del pueblo, llega a casa de la espiritista y le dice: “Te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere”.

La mujer se resiste. Sin saber quien era aquel hombre, le recuerda la orden que había dado el rey Saúl de extirpar del reino a todos los adivinos. El disfrazado rey la tranquiliza. Le jura por Jehová que ningún mal le ocurrirá. Cede la mujer. Le pregunta: “¿A quién te haré venir?”. Responde Saúl: “A Samuel”. Cuando la espiritista toma contacto con Samuel, según dice la Escritura inspirada, descubre la mentira.

Le dice: ¿por qué me has engañado? Tú eres Saúl. El rey la tranquiliza. No temas. Sigue tu trabajo. ¿Qué has visto? Dice ella: “Un hombre anciano viene, cubierto de un manto”. Entendió Saúl que se trataba de Samuel. Y tiene lugar el diálogo entre el muerto y el vivo, entre el cielo y la tierra. Primeras palabras de Samuel del otro lado. “¿Por qué me has inquietado haciéndome venir?” Gran lección. Los justos siguen vivos y reposan en el más allá.

Respuesta del rey al profeta: “Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mi y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, por esto te he llamado, para que me declares lo que debo hacer”. Sigue la voz de ultratumba: “¿Por qué me preguntas a mi, si Jehová se ha apartado de ti? Mañana estaréis conmigo tú y tus hijos”.

Tremendo razonamiento: Si Dios se aparta de nosotros no existe hombre alguno, cualquiera sea su jerarquía religiosa, que pueda ayudarnos.

Sobrecogido, despavorido, pálido, Saúl cayó al suelo. Llevaba un día y una noche sin comer. La emoción lo dejo sin fuerzas. La espiritista se portó como una buena madre. Mató un ternero que tenía y obligó al rey a comer. Saúl obedeció. Después de comer abandonó la casa.

Las palabras de Samuel tuvieron exacto cumplimiento. En la batalla contra Israel, los filisteos mataron a tres de sus hijos, entre ellos Jonatán. El mismo rey fue gravemente herido. No queriendo caer prisionero de los filisteos pidió a su escudero que lo matara, a lo cual se negó. “Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. Así murió Saúl aquel día juntamente con sus tres hijos”.

Los intérpretes de la Biblia andan divididos en sus opiniones respecto a la historia. ¿Fue un auténtico caso de espiritismo como defienden los líderes de esta doctrina? ¿Fue Saúl victima de una embaucadora? ¿Vio ella realmente a Samuel o tenía aprendido el lenguaje de su profesión? ¿Estuvo en su astucia la adivina en contacto con el diablo? Quienes defienden la aparición de muertos citan a Moisés y a Elías, muertos siglos atrás, junto a Jesús en la cima de un monte y a Abraham, Lázaro y el hombre rico de la parábola en Lucas capítulo 16 hablando desde el más allá.

El jesuita Juan Leal, comentando la historia de la espiritista de Endor en el segundo tomo de la biblioteca de autores cristianos, página 359, dice: “El texto parece hablar de una aparición verdadera”.

Nada más puedo añadir.


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miércoles, 25 de marzo de 2020

El tweet de Dios sobre la ley moral de efecto y causa


Hay una relación proporcional entre el tamaño de la soberbia y la altivez y el tamaño de la ruina y la calamidad.


Foto de Amritanshu Sikdar en Unsplash.n Unsplash.




En el mundo natural hay establecida una relación comprobable entre un efecto y la causa que lo produce, relación que es el campo de estudio de las ciencias físicas y que está resumida en la famosa escena, sea real o no, de Newton y la manzana. Si la manzana cae a tierra ¿por qué no se cae la Luna? Tanto el efecto de la caída de la manzana como el de la no caída de la Luna obedecen a una misma causa: La ley de la gravedad, que determina que los cuerpos se atraen en relación directa a sus masas y en relación inversa al cuadrado de las distancias que los separan. Eso explica que la manzana caiga y la Luna no. No es cuestión de suerte, ni de causas aleatorias o misteriosas. Es una ley física, que se cumple siempre y en todas partes instantáneamente.

También en el mundo moral existe una relación entre causa y efecto, con la diferencia de que en vez de ser instantánea, como sucede en el mundo físico, suele llevar tiempo hasta que se hace patente. Con todo, muchos no ven, o no quieren ver, que haya tal relación en el mundo moral. Especialmente en la época actual es así, pues al estar dominada por una lógica materialista, no tiene sentido preguntarse si hay una causa moral tras los efectos. De ahí que solamente se busquen soluciones materiales, sin ir a la auténtica raíz. En realidad, el mismo hecho de hacerse la pregunta de por qué ocurren las cosas, es considerado tarea propia de desequilibrados o inadaptados, que solamente buscan enredarlo todo y no ayudan a remediar el problema.

Sin embargo, queda pendiente la seria cuestión de que si no se hace un buen diagnóstico lo que sucederá es que no se atajará el mal que hay detrás del mal. Para los seguidores del materialismo es suficiente con solventar los síntomas y eso es lo que divulgan a los cuatro vientos. Pero la miopía, que está cerca de la ceguera, de tal planteamiento es evidente, por lo que seguir su línea de pensamiento lleva al desastre individual y colectivo.

Hay un tweet de Dios que establece la relación de causa y efecto en el mundo moral y es el que dice: ‘Antes del quebrantamiento es la soberbia y antes de la caída la altivez de espíritu.’ (Proverbios 16:18). Este tweet también se podría traducir de esta otra manera: ‘Delante de la ruina va la soberbia y delante de la calamidad va la altivez de espíritu.’ Soberbia y altivez representan dos entidades de enormes dimensiones que parecen dominar todo el escenario, pues su anchura, longitud y altitud son tan grandes que no dejan espacio para nada más. La soberbia y la altivez lo llenan todo, o eso parece, siendo las reinas absolutas, cuya voluntad se sale con la suya y siempre consiguen sus antojos, sin que nadie les pueda decir: ¿Qué hacéis?

La soberbia y la altivez están compuestas de dos ingredientes a partes iguales, que son la maldad y la necedad, siendo el resultado de la mezcla de ambos elementos, así como el oxígeno y el hidrógeno producen agua. Su desafiante actitud se atreve incluso con lo más sagrado, en lo cual se complacen especialmente, al transgredir lo intocable, como prueba de su prepotencia. El osar provocar al cielo y quedar impunes, les sirve para incrementar su sensación de inmunidad y como muchos quedan seducidos por el despliegue de su poder, al que nada puede abatir, la bola de nieve de la grandiosidad de la soberbia y la altivez crece más y más, hasta el punto de ser imparable.

Lo que pocos vislumbran, es que detrás de esa imponente presencia hay dos efectos letales que indefectiblemente vienen, como son la ruina y la calamidad. Claro que ¿quién podría creer que semejantes acompañantes seguían muy de cerca a la soberbia y a la altivez, en vista de que éstas no dejaban ver, por su corpulencia, otra cosa que no fuera a sí mismas? Sin embargo, el hecho de que eclipsaran momentáneamente a la ruina y la calamidad no significaba que éstas no estuvieran ahí, esperando el momento oportuno de hacer acto de presencia. Además, hay una relación proporcional entre el tamaño de la soberbia y la altivez y el tamaño de la ruina y la calamidad.

Delante de la calamidad del mundo antiguo, que aconteció en tiempos de Noé, la altivez caminaba bien erguida, imaginando que nunca sucedería lo que efectivamente iba a pasar; delante de la ruina que sucedió en Sodoma, andaba a paso bien firme la soberbia, pensando que jamás sería desarraigada su prosperidad, junto con su misma existencia. El mundo actual, ebrio de soberbia y altivez, se ríe de que todavía haya gente que crea que hubo una calamidad en los tiempos de Noé y una ruina en los tiempos de Sodoma, con lo cual retroalimenta su soberbia y altivez, lo que no evita que la ruina y la calamidad vengan a marchas forzadas y se hagan presentes ahora. Y es que la ley de causa y efecto no sólo funciona en el mundo de las ciencias físicas, también funciona en el mundo moral, porque el mismo Dios que estableció en la creación una pauta, estableció igualmente la otra, tanto en el aspecto individual como en el colectivo.

Se trata de hechos demostrables y demostrados, no de teorías propias de espíritus ilusos e inquietos, por lo que más valdría que se extrajeran lecciones de esa realidad, por si todavía hay tiempo de escapar de algo mucho peor.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - El tweet de Dios sobre la ley moral de efecto y causae la ruina y la calamidad.

lunes, 23 de marzo de 2020

Asia Bibi pide asilo a Francia


“He encontrado mucho amor aquí, creo que me encontraría bien entre vosotros”, señala la cristiana pakistaní.




Asia Bibi recibiendo la ciudadanía honorífica de París, junto a su familia. / Twitter @Anne_Hidalgo




Después de publicar un libro autobiográfico, con la periodista francesa Anne-Isabelle Tollet, donde relata su etapa en prisión y su nuevo día a día, Asia Bibi ha solicitado públicamente a Francia que le conceda el asilo político a ella y a su familia y que los acoja en el país. “He encontrado mucho amor aquí, creo que me encontraría bien entre vosotros. Creo que es absolutamente necesario que todo ser humano tenga libertad religiosa y esa es exactamente la impresión que tuve en Francia”, ha señalado. “Deseo que el presidente atienda mi petición”, ha asegurado Bibi en una entrevista concedida a la cadena de radio RTL.

El visado provisional que Canadá concedió a la cristiana pakistaní después de su liberación en octubre de 2018, expirará pronto. “Sabía que Canadá estaba comprometido a hospedarnos durante un año, hasta diciembre. Estamos muy agradecidos con este país por su bienvenida y su protección”, ha explicado Bibi al diario La Croix. Por este motivo, ha hecho público su deseo de trasladarse a Francia. “Mi vida es del Señor, lo sé, y si soy libre no es casualidad. Dios me había confiado una misión. Y mi historia no será inútil porque ayudará a otras personas”, escribe en su libro.

Desde el Elíseo han señalado que “Francia está dispuesta a acoger a Asia Bibi y a su familia si así lo desean”. “Desde su condena en 2010 por blasfemia, Francias se ha movilizado junto a Asia Bibi”, han remarcado aludiendo a las peticiones de liberación de Bibi que ha hecho el gobierno francés durante las presidencia de Nicolas Sarkozy, François Hollande y, actualmente, Emmanuel Macron.




Bibi ha solicitado formalmente al presidente Macron el asilo político. / Twitter @Anne_Hidalgo



Bibi, ciudadana honorífica de París

Precisamente, Bibi se encuentra esta semana en la capital francesa donde ha recibido el título de ‘Ciudadana honorífica de la ciudad París’. Algunas voces, sin embargo, se han mostrado críticas con su decisión de querer establecerse en Francia porque, dicen hay más riesgo de fundamentalismo que en otros países.

Es el caso de la portavoz de la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada, Marta Petrosillo, que, en una entrevista en Vatican News, asegura que “en Francia hay redes yihadistas que ya han atacado y han habido ataques terroristas de origen islámico, por lo que no es realmente el país más seguro para ella en este momento”. “Si otros países de la Unión Europea se presentaran, y ella tuviera la posibilidad de elegir, habría que plantear otra cuestión”, reitera.

Bibi se reúne este viernes con el presidente Macron para trasladarle personalmente su petición de asilo. “Me siento libre pero aún amenazada. Sigo recibiendo amenazas de muerte de mi país. Por parte de los talibanes, todo es posible”, afirmaba unos días atrás.


Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - Asia Bibi pide asilo a Francia

sábado, 21 de marzo de 2020

8 cosas que el coronavirus nos puede enseñar

Nosotros, como cristianos, debemos responder a esta crisis con fe y sin miedo. Un artículo de Mark Oden.




Foto de Jose Antonio Gallego Vázquez en Unsplash.n Unsplash.




Me desperté esta mañana y encontramos a Nápoles, la tercera ciudad más grande de Italia, completamente cerrada. Todos los eventos públicos, incluyendo cultos de iglesia, han sido prohibidos. Bodas, funerales y bautizos han sido cancelados. Colegios, cines, museos y gimnasios han cerrado. Mi mujer y yo acabamos de volver del supermercado, en el cual tardamos dos horas debido a las colas para comprar. Italia tiene el mayor número de casos de coronavirus fuera de China: más de 37.000 casos y 2.900 muertes. Como resultado, han pedido que 60 millones de personas no salgan de sus casas a menos que sea absolutamente necesario.

Nosotros, como cristianos, ¿cómo debemos responder ante esta crisis? La respuesta: con fe y sin miedo. Debemos enfrentar el centro de esta tormenta y preguntar, “Señor, ¿qué quieres que aprenda a través de esta situación? ¿Cómo me quieres cambiar?”.

Aquí hay ocho puntos que nos vendría bien aprender, o reaprender, de esta crisis del coronavirus:
1. Nuestra fragilidad

Esta crisis global nos está enseñando cuán débiles somos como seres humanos. Al escribir este artículo, se han reportado 220.733 casos de coronavirus en todo el mundo, causando 9.057 muertes. Estamos haciendo todo lo posible para contener su propagación. Y en su mayor parte, confiamos en un éxito eventual. Ahora imagine que aparece un virus que es aún más agresivo y contagioso que el coronavirus. Ante tal amenaza, ¿podríamos evitar nuestra propia extinción como especie? La respuesta simple es claramente no, no podemos. Es muy fácil olvidarlo, pero como seres humanos somos débiles. Las palabras del salmista traen una verdad muy clara: “La vida de los mortales es como la hierba, florecen como una flor del campo; el viento [o Covid-19] sopla sobre él y se ha ido y su lugar ya no lo recuerda”. (Salmo 103: 15-16) ¿Cómo adoptamos esta lección de nuestra fragilidad? Quizás recordándonos que no tomemos nuestras vidas en esta tierra por sentado. “Enséñanos a contar nuestros días, para que podamos obtener un corazón de sabiduría”. (Salmo 90:12)
2. Nuestra igualdad

Este virus no respeta las fronteras étnicas o las fronteras nacionales. No es un virus chino, es nuestro virus. Está en Afganistán, Bélgica, Camboya, Dinamarca, Estonia, Francia, Estados Unidos: más de 100 países y contando están siendo contaminados por el coronavirus. Todos somos miembros de la gran familia humana, creada a imagen de Dios (Génesis 1:17). El color de nuestra piel, el idioma que hablamos, nuestros acentos, nuestras culturas no cuentan para nada a los ojos de una enfermedad contagiosa. A los ojos del mundo, todos somos diferentes. A los ojos del virus, somos iguales. Quizás esta sea una de las cosas que el virus nos recuerda. En nuestro sufrimiento, en el dolor de perder a un ser querido, somos completamente iguales, débiles y sin respuestas.
3. Nuestra pérdida de control

Nos gusta tener un sentido de control. Pensamos que somos dueños de nuestro destino. “Estoy a cargo, tengo el control”, gritamos en el fondo de nuestros corazones. Y la realidad es que hoy, más que nunca, podemos controlar partes importantes de nuestras vidas. Podemos controlar la calefacción y la seguridad de nuestra casa de forma remota, podemos mover dinero alrededor del mundo con un solo click de una aplicación, e incluso podemos controlar nuestros cuerpos a través del entrenamiento y la medicina. Pero tal vez esta sensación de control es una ilusión, una burbuja que el coronavirus ha reventado, revelando la realidad: que no tenemos realmente el control. Ahora, en Italia, las autoridades están tratando de contener la propagación de este virus cerrando, abriendo y volviendo a cerrar las escuelas de nuestros hijos. ¿Tienen la situación bajo control? ¿Qué pasa con nosotros? Armados con nuestros sprays desinfectantes, evitando el contacto físico, cosa que es más fácil en algunos países que en otros, tratamos de reducir el riesgo de infección. ¿Tenemos el control de la situación? Apenas.
4. El dolor que compartimos al ser excluidos

Hace unos días, una miembro de nuestra iglesia viajó al norte de Italia. Al regresar a Nápoles, fue excluida de una cena con colegas de trabajo. Le dijeron que sería mejor que no viniera debido a sus recientes viajes al norte, a pesar de que no había estado cerca de las zonas rojas y no mostraba ningún síntoma de coronavirus. Obviamente, esto duele. El dueño de un restaurante de 55 años del centro de Nápoles ha estado recientemente en cuarentena. Después de haber dado positivo por Covid-19, se decía que se sentía relativamente bien físicamente, pero estaba triste por las reacciones de muchos de sus vecinos. “Lo que lo ha dañado más que su diagnóstico positivo de coronavirus es la forma en que él y su familia han sido tratados por la ciudad en la que vive” (Il Mattino, 2 de marzo de 2020). Ser excluido y aislado no es algo fácil de tratar: fuimos creados para una relación. Pero muchas personas ahora tienen que lidiar con el aislamiento. Es una experiencia que la comunidad de leprosos de la época de Jesús conocía demasiado bien. Forzados a vivir solos, caminando por las calles de sus pueblos gritando: “¡Inmundo! ¡Inmundo!” (Levítico 13:45)
5. La diferencia entre el miedo y la fe

¿Cuál es tu reacción a esta crisis? Es tan fácil dejarse llevar por el miedo. Para ver el coronavirus en todas partes, miro: en el teclado de mi computadora, en el aire que respiro, en cada contacto físico y en cada esquina, esperando infectarme. ¿Estamos en pánico? ¿O tal vez esta crisis nos está desafiando a reaccionar de una manera diferente, con fe y no con miedo? Fe, no en las estrellas ni en el destino, ni en alguna deidad desconocida. Más bien, fe en Jesucristo, el buen pastor que nos dice que él es la resurrección y la vida (Juan 11:25) justo antes de resucitar a un amigo de la muerte. Solo él tiene el control de esta situación, solo él puede guiarnos a través de esta tormenta. Nos llama a confiar y creer, tener fe y no miedo.
6. Nuestra necesidad de Dios y nuestra necesidad de orar

En medio de una crisis global, como individuos ¿cómo podemos hacer una diferencia? A menudo nos sentimos tan pequeños e insignificantes. Pero hay algo que podemos hacer. Algo vital que debemos hacer: llamar a nuestro Padre en el cielo. Orar para que nos muestre su misericordia. Este virus nos hace orar. Orar por las autoridades que dirigen nuestros países y nuestras ciudades. Ore por los equipos médicos que tratan a los enfermos. Oren por los hombres, mujeres y niños que han sido infectados, orar por las personas que tienen miedo de abandonar sus hogares, orar por los que viven en las zonas rojas, por aquellos en alto riesgo de otras enfermedades y por los ancianos. Que el Señor nos proteja y nos guarde. Orar para que el Señor Jesús regrese y que nos lleve a la nueva creación que ha preparado para nosotros, un lugar sin lágrimas, sin muerte, sin luto, llanto o dolor (Apocalipsis 21: 4).
7. La vanidad de muchas de nuestras vidas

“Vanidad de vanidades, dice el Predicador, vanidad de vanidades. Todo es vanidad.” (Eclesiastés 1: 2) Es muy fácil perder la perspectiva en medio de la locura de nuestras vidas. Nuestros días están tan llenos de personas y proyectos, trabajos y listas de deseos, hogares y vacaciones que nos cuesta distinguir lo importante de lo urgente. Nos perdemos en medio de nuestras vidas. Quizás esta crisis nos está obligando a volver al camino correcto. Quizás nos está enseñando una vez más qué es realmente importante en nuestras vidas y qué es la vanidad, el vapor, sin sentido y sin sustancia. Tal vez la Premier League o la NBA, tal vez esa nueva cocina o esa publicación de Instagram no sean tan esenciales para mi supervivencia. Quizás eso es lo que enseña el coronavirus.
8. Nuestra esperanza

En cierto sentido, la pregunta más importante no es, ‘¿qué esperanza tienes frente al coronavirus?’, porque Jesús vino a advertirnos de la presencia de un virus mucho más letal y generalizado. Un virus que ha afectado a todos los hombres, mujeres y niños. Un virus que termina no solo en una muerte segura, sino en la muerte eterna. Un virus llamado pecado. Y nuestra especie, según Jesús, vive bajo el control de un brote pandémico del virus del pecado. ¿Cuál es tu esperanza frente a ese virus? La historia de la Biblia es la historia de un Dios que descendió a un mundo infectado con este virus. Vivía entre personas enfermas, no llevaba una mascarilla o un traje de protección, sino que respiraba el mismo aire que nosotros, comía la misma comida que nosotros y, efectivamente, estaba infectado y muerto. Murió aislado, excluido de su pueblo, lejos de su Padre, en una cruz para poder proporcionar a este mundo enfermo un antídoto contra el virus, para poder sanarnos y darnos vida eterna. “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y el que vive creyendo en mí nunca morirá. ¿Crees esto?” (Juan 11: 25-26)



Mark Oden es pastor en la Iglesia Evangélica de Neápolis, en Nápoles.

Este artículo se publicó por primera vez en la web de The Gospel Coalition y ha sido reproducido con permiso.




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viernes, 20 de marzo de 2020

Julio César Barreto en Podcast Ivoox



¡Hola! Somos: "Ágape en la Radio Podcast & Streaming" (AELR). Al decir “Podcast”, queremos significar que es (en parte) una radio a la carta. Creemos en este género como algo perfectamente viable en nuestro actual mundo de las comunicaciones. Los audios de nuestros programas, están las 24 horas del día y los 365 días del año, disponibles para nuestros oyentes en nuestro canal de IVOOX (https://mx.ivoox.com/es/podcast-agape-radio-podcast_sq_f137121_1.html). Este sistema permite a los usuarios escuchar la radio, en cualquier lugar, como quiera y cuando pueda. No está restringido a la sintonía durante un horario determinado.

Fundamentalmente nuestro Espacio está acorde con los principios contenidos en las Sagradas Escrituras. Tratamos de honrar a Dios con lo que hacemos y de ofrecer programas radiales de contenido educativo, edificante y que aporten por lo tanto algo positivo, bueno para todos los que nos escuchan. ¡Les invitamos a compartir la grata experiencia de escuchar la radio del presente y del futuro! Gracias por ser parte de: "Ágape en la Radio".




jueves, 19 de marzo de 2020

Julio César Barreto en TuneIn



TuneIn te ofrece deportes en directo, música, noticias, podcasts y radio por Internet de todo el mundo. Escucha el audio que te gusta en cualquier dispositivo y deja que los momentos te conmuevan.

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