Hay una relación proporcional entre el tamaño de la soberbia y la altivez y el tamaño de la ruina y la calamidad.
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En el mundo natural hay establecida una relación comprobable entre un efecto y la causa que lo produce, relación que es el campo de estudio de las ciencias físicas y que está resumida en la famosa escena, sea real o no, de Newton y la manzana. Si la manzana cae a tierra ¿por qué no se cae la Luna? Tanto el efecto de la caída de la manzana como el de la no caída de la Luna obedecen a una misma causa: La ley de la gravedad, que determina que los cuerpos se atraen en relación directa a sus masas y en relación inversa al cuadrado de las distancias que los separan. Eso explica que la manzana caiga y la Luna no. No es cuestión de suerte, ni de causas aleatorias o misteriosas. Es una ley física, que se cumple siempre y en todas partes instantáneamente.
También en el mundo moral existe una relación entre causa y efecto, con la diferencia de que en vez de ser instantánea, como sucede en el mundo físico, suele llevar tiempo hasta que se hace patente. Con todo, muchos no ven, o no quieren ver, que haya tal relación en el mundo moral. Especialmente en la época actual es así, pues al estar dominada por una lógica materialista, no tiene sentido preguntarse si hay una causa moral tras los efectos. De ahí que solamente se busquen soluciones materiales, sin ir a la auténtica raíz. En realidad, el mismo hecho de hacerse la pregunta de por qué ocurren las cosas, es considerado tarea propia de desequilibrados o inadaptados, que solamente buscan enredarlo todo y no ayudan a remediar el problema.
Sin embargo, queda pendiente la seria cuestión de que si no se hace un buen diagnóstico lo que sucederá es que no se atajará el mal que hay detrás del mal. Para los seguidores del materialismo es suficiente con solventar los síntomas y eso es lo que divulgan a los cuatro vientos. Pero la miopía, que está cerca de la ceguera, de tal planteamiento es evidente, por lo que seguir su línea de pensamiento lleva al desastre individual y colectivo.
Hay un tweet de Dios que establece la relación de causa y efecto en el mundo moral y es el que dice: ‘Antes del quebrantamiento es la soberbia y antes de la caída la altivez de espíritu.’ (Proverbios 16:18). Este tweet también se podría traducir de esta otra manera: ‘Delante de la ruina va la soberbia y delante de la calamidad va la altivez de espíritu.’ Soberbia y altivez representan dos entidades de enormes dimensiones que parecen dominar todo el escenario, pues su anchura, longitud y altitud son tan grandes que no dejan espacio para nada más. La soberbia y la altivez lo llenan todo, o eso parece, siendo las reinas absolutas, cuya voluntad se sale con la suya y siempre consiguen sus antojos, sin que nadie les pueda decir: ¿Qué hacéis?
La soberbia y la altivez están compuestas de dos ingredientes a partes iguales, que son la maldad y la necedad, siendo el resultado de la mezcla de ambos elementos, así como el oxígeno y el hidrógeno producen agua. Su desafiante actitud se atreve incluso con lo más sagrado, en lo cual se complacen especialmente, al transgredir lo intocable, como prueba de su prepotencia. El osar provocar al cielo y quedar impunes, les sirve para incrementar su sensación de inmunidad y como muchos quedan seducidos por el despliegue de su poder, al que nada puede abatir, la bola de nieve de la grandiosidad de la soberbia y la altivez crece más y más, hasta el punto de ser imparable.
Lo que pocos vislumbran, es que detrás de esa imponente presencia hay dos efectos letales que indefectiblemente vienen, como son la ruina y la calamidad. Claro que ¿quién podría creer que semejantes acompañantes seguían muy de cerca a la soberbia y a la altivez, en vista de que éstas no dejaban ver, por su corpulencia, otra cosa que no fuera a sí mismas? Sin embargo, el hecho de que eclipsaran momentáneamente a la ruina y la calamidad no significaba que éstas no estuvieran ahí, esperando el momento oportuno de hacer acto de presencia. Además, hay una relación proporcional entre el tamaño de la soberbia y la altivez y el tamaño de la ruina y la calamidad.
Delante de la calamidad del mundo antiguo, que aconteció en tiempos de Noé, la altivez caminaba bien erguida, imaginando que nunca sucedería lo que efectivamente iba a pasar; delante de la ruina que sucedió en Sodoma, andaba a paso bien firme la soberbia, pensando que jamás sería desarraigada su prosperidad, junto con su misma existencia. El mundo actual, ebrio de soberbia y altivez, se ríe de que todavía haya gente que crea que hubo una calamidad en los tiempos de Noé y una ruina en los tiempos de Sodoma, con lo cual retroalimenta su soberbia y altivez, lo que no evita que la ruina y la calamidad vengan a marchas forzadas y se hagan presentes ahora. Y es que la ley de causa y efecto no sólo funciona en el mundo de las ciencias físicas, también funciona en el mundo moral, porque el mismo Dios que estableció en la creación una pauta, estableció igualmente la otra, tanto en el aspecto individual como en el colectivo.
Se trata de hechos demostrables y demostrados, no de teorías propias de espíritus ilusos e inquietos, por lo que más valdría que se extrajeran lecciones de esa realidad, por si todavía hay tiempo de escapar de algo mucho peor.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - El tweet de Dios sobre la ley moral de efecto y causae la ruina y la calamidad.
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