martes, 25 de noviembre de 2014

Muchos hemos sido Bartimeos

Recuerdo que un día estando en la iglesia, un joven entonó una melodía que entre otras decía: ¡Una cosa yo se, que yo era ciego y ahora veo!. El peor de los ciegos -continuó- es todo aquel, que teniendo la vista buena no pueda ver. Me conmoví mucho esa mañana y caí de rodillas. Levanté mis manos y adoré a Dios. ¿Quién no ha sido como Bartimeo?. Sólo hasta que llega Jesús a nuestro corazón y lo toca y le da vida, es cuando realmente comenzamos a ver. ¡Gracias Señor Jesús por haberme dado la vista espiritual!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Libres de la aflicción