Por: Pr. Julio César Barreto
Una parte asombrosa de nuestra anatomía lo constituye el Cerebro, la sede de nuestros pensamientos. Es mucha la información que allí se procesa. Es un órgano asombrosamente extraordinario. Gran parte de las funciones fisiológicas del cerebro implican recibir información del resto del cuerpo, interpretarla y guiar la respuesta del cuerpo. Es el último responsable del pensamiento y los movimientos de la persona. Pero concentrémonos en este tratado en enfocar lo concerniente a los pensamientos.
Las palabras y las acciones antes de ser tales, fueron en principio una información radicada en el cerebro. Las palabras y/o las acciones subsecuentes, pueden ser buenas o malas, apropiadas o inadecuadas, pacíficas o violentas. ¿Qué o quién determina lo que serán? ¿Somos dueños o esclavos de nuestros pensamientos? Aunque no pretendo hacer de este articulo un exhaustivo estudio del tema, al menos anhelo que arroje un poco de luz sobre mis lectores. Veamos (ayudados por imágenes) de que se trata.
Guarda tu corazón (pensamiento): El "corazón" incluye la mente y todo lo que procede de ella. Alguien dijo que cada pecado que cometemos, lo cometemos dos veces; una vez en nuestra mente y otra vez cuando actuamos en base a esos pensamientos. Se nos hará más fácil librar nuestras vidas del pecado sí lo combatimos en el mismo lugar donde se origina, en vez de esperar que tome dominio de nuestra voluntad y (luego nuestros pensamientos) nos lleven a convertirlos en hechos concretos. El apóstol Pablo (por el Espíritu Santo) dijo, en cuanto a los pensamientos lo siguiente:
Hay que tomar en consideración (en cuanto a los hijos de Dios se refiere) que nuestra mente era (en otro tiempo) enemiga de Dios. Ahora que somos reconciliados con Él, se nos dice que hagamos esto:
Romanos 12:2 |
Dios quiere que nuestros pensamientos estén bajo el control de Su Espíritu Santo, porque de esa manera no seremos esclavos de ellos, sino que seremos verdaderamente libres. Ahora bien, ustedes saben que los malos pensamientos son tan peligrosos como un malhechor que anda suelto. Pero, ¿qué sucede si ese malhechor lo ponen tras las rejas? Ya está bajo control, su accionar se limita a lo reducido de su celda de prisión. Pablo lo ilustró muy bien cuando dijo:
Mas nosotros tenemos la mente (pensamientos) de Cristo.
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