martes, 9 de junio de 2015

Joel Rivas: Transformado por el poder del Señor - AELR



Queremos presentar el testimonio de Joel Rivas un venezolano que por el poder transformador del Señor ha sido rescatado.

Joel Rivas
Mi nombre es Joel Rivas y nací en un pueblo llamado Upata, capital del municipio Piar del estado Bolívar en Venezuela. Ahora tengo 41 años; crecí en un barrio donde no había luz del evangelio y lleno de perversidad, donde la inmoralidad sexual era algo cotidiano. Aprendí desde niño todo lo malo que nos ofrece este mundo. Anduve con drogadictos y personas de mala reputación. Era normal el tener relaciones sexuales con animales (zoofilia o bestialismo), pornografía, relaciones con homosexuales, etc. Levítico 18:22 y 23.   Desde niño era atractivo para los jóvenes y adultos de mi mismo sexo,  tuve que resistir al acoso sexual en el barrio, la escuela y el liceo. Cuando crecí yo también empecé a hacer lo mismo, con la diferencia de que se convirtió en un hábito que duró muchísimos años. Me di cuenta de mis gustos o preferencias sexuales a los trece años cuando entré en la etapa del desarrollo o pubertad. Me atraía sobre manera un primo de once años al cual quería mucho, pero nunca llegué a tener contacto sexual con él. Me inicié realmente en la pedofilía a los catorce años con un niño llamado José que vivía al lado de mi casa. Él tenía diez años, aunque sólo fueron roces y juegos eróticos, pues no tenía todavía experiencia sexual. Esto marcó mi vida para siempre, desde allí en adelante esto fue creciendo y aunque luché contra ello, no quería ser así, no sabía cómo sacarlo de mi ser.

Upata Edo Bolivar

La primera experiencia homosexual la tuve a los diecisiete años con un hombre llamado Alberto. Luego estuve relaciones con otro hombre llamado Guillermo,  los cuales  murieron, supuestamente  de Sida. Aún cuando estaba muy lejos de Dios, él me libró de esa terrible enfermedad. Fue a los diecinueve años cuando realmente tuve que aceptar que realmente esto era lo que me satisfacía, había estado con homosexuales, mujeres y prostitutas y nada me causaba este placer que sentía con los niños y adolescentes.


Empecé con un primo que era un delincuente infantil, llamado Antonio José, alias el chita, hoy difunto. El tenía trece años y fue mi pareja dos años, después comencé con su hermano una relación que duró poco, sólo tuvimos contacto una sola vez. Desde allí comencé a recorrer nuevos rumbos por todo el estado Bolívar  trabajando albañilería y dejando mi huella en varios muchachos. A los 31 años comencé con un niño de doce años llamado Robert, y tuve  cinco años con él, un buen día otro niño nos descubrió y se lo contó a su madre y ésta se encargó de contárselo a todo el vecindario, aunque no me denunciaron. Mi vida estuvo  en peligro, mi conciencia no me dejaba tranquilo, estuve buscando cómo suicidarme, pero se lo confesé a una de mis hermanas. Mi familia no se imaginaba lo que yo hacía; ella me dijo horrorizada, que no lo hiciera porque nuestra madre podría morir. Me ofreció ayudarme y buscamos psiquiatras, psicólogos, sexólogos y terapeutas, pero ellos nada pudieron hacer por mí, no tenían en sus manos la solución a mi problema, mas bien lo estaban empeorando, pues ahora era un adicto a los fármacos y empezaba a ser un impotente sexual, y me querían corregir estas fallas con terapias usando pornografía heterosexual para pervertirme más, pero Dios no lo permitió, aunque no lo conocía todavía. Estuve a punto de recibirme al evangelio y se lo confesé a una psiquiatra y ella me dijo que no lo hiciera, pues ellos tenían la solución.


Pasado todo el susto y viendo que mi situación no mejoraba, busque a otro niño como pareja, este niño era hijo de una mujer evangélica que  alquilaba una habitación en mi casa. Ella descubrió lo que le hacia a su hijo, y esperó que cayera la noche para hablar conmigo antes de denunciarme. Pero Dios tenía preparado un plan para mi vida. Cuando esta mujer sale a denunciarme, yo me encierro en mi casa y me digo a mí mismo si trae a la policía a mí no me agarran vivo. Esta mujer sale de mi casa a la calle llorando y detiene a un taxista, y cuando se monta resulta que era un pastor evangélico que la conocía y éste le pregunta qué le pasaba,  por qué estaba así, y ella le responde Joel me violó al muchacho, entonces el pastor le respondió,  pues denúncialo, pero luego se retracto y le dijo mejor primero  ora al Señor y lo que sientas en tu corazón,  hazlo.


Ella dice que cuando oró al Señor él le reveló que me iba a suicidar, y regresa a mi casa para hablar conmigo, yo estaba esperando lo peor, tenía todo listo para encontrarme con la muerte. Cuando ella abrió  la puerta del porche,  yo abrí  la ventana para ver con quien venía y al ver que venía  sola, esperé que tocara la puerta para abrir. Cuando ella  tocó la puerta de la casa, yo abrí y  ella me dice vamos a hablar y yo salí. El niño estaba con ella y le decía, cálmate mamá dale una oportunidad, tu siempre no dices que todos merecemos una oportunidad, ella después de enterarse de todo lo que yo hacía,  me dijo,  por qué no me lo dijiste antes, yo te hubiera ayudado. Yo pensé dentro de mí cómo me puede ayudar esta pedazo de loca ignorante cuando no lo pudo hacer ni la ciencia, ni la medicina  ni la tecnología. Pero le seguí la corriente y ella me dijo te perdono por lo que le hiciste a mi hijo, y no te voy a denunciar por  ahora, porque él me dice que te de una oportunidad, pero todo depende de ti; y me preguntó que si quería  cambiar mi vida, y yo le respondí que si, y ella me dijo acepta a Cristo en tu corazón, y yo lo hice, pero no sentí nada. Al lado de mi casa había una congregación evangélica bautista, yo podría haber decidido congregarme allí para evadir la responsabilidad, pero yo no me quise congregar allí, pues Dios me tenía reservada una sorpresa, era un adicto a los fármacos terapéuticos a causa de esta supuesta enfermedad, decidí congregarme donde ella asistía. Al otro día había culto y me fui con ellos, y terminado el culto el pastor me pregunta si había recibido a Jesús en mi corazón, y yo le dije que si, pero él insistió que lo hiciera públicamente y lo hice. Después él oró por mi imponiéndome las manos y descendió el Espíritu Santo de Dios sobre mí con fuego y poder, y yo me quemaba y quería gritar pero no podía, no sabía que Dios me estaba liberando y sanando. Aleluya.


Todavía hay muchas cosas que tengo que cambiar en mi vida, pero gracias doy a Dios por haberme perdonado y aceptado, y por el milagro de sanarme porque lo que era imposible para la medicina y la ciencia, Dios lo hizo posible, San Mateo 19:26. Gracias doy a Dios por  haberme librado del suicidio, de cárceles y maltratos físicos, aunque reconozco que lo merezco, y estoy dispuesto a poner mi vida en sacrificio a cambio de restituir todo el daño que he hecho. Así es mi Dios. Gracias también doy a esa mujer que uso de misericordia para conmigo y a su hijo que hoy descansa en el seno del Señor.


He investigado mucho sobre estas conductas pedófilas, creyendo que yo era el único en un millón que la poseía, pero qué equivocado estaba, pues en los periódicos aparecen diariamente personas acusadas de abusos a menores. Quiero  darles un consejo a los padres de que estén muy pendientes de las conductas no solo de sus hijos, sino de los que los rodean, pues el abusador siempre es una persona que se gana no sólo la simpatía, la amistad y el cariño del abusado, sino también de sus familiares. 


Si tú tienes un problema de quebrantamiento sexual, o alguna persona que tú amas,  te invito a que recurras a los pies del Dios Viviente  como lo hice yo, todavía estás a tiempo para cambiar tu vida, no te des por vencido. Dios te está esperando para que nada de esto te acontezca, Jesús  te ama, él siendo Dios no estimó ser igual a Dios y dejó su trono de gloria para venir a morir en tu lugar sólo para que tú tuvieras esperanza de vida eterna. Filipenses 2: 6 al 11


Para cualquier información contactar a Joel Rivas al teléfono 0426-9989045 o al correo electrónicojoelrivas23@hotmail.com . 

Fuente: www.zapatos-nuevos.org
Ágape en la radio (AELR)

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