Apocalipsis 3:5
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
¿Perseveraremos, como dice Jesús, hasta el fin para entonces ser salvos? (Marcos 13:13). La paciencia es una promesa y un regalo precioso. No se consigue sin lucha. Pero nosotros luchamos como vencedores. Quiero alentarlo en este final de año a pelear la buena batalla una vez más, y a estar profundamente seguro de que Dios no borrará su nombre del libro de la vida.
La preciosa verdad bíblica de que los santos perseverarán en fe hasta el fin y serán salvos enfrenta constante oposición, generación tras generación. No obstante, la verdad perdura, apoyándose firmemente en la fidelidad soberana de Dios para consumar la salvación de sus elegidos. Dios planeó esta salvación en la eternidad, la compró por medio de la muerte de Cristo en la cruz y la aplica mediante el Espíritu Santo.
Romanos 8:30 dice, “a los que justificó, a éstos también glorificó”. En otras palabras, en el transcurso del evento de justificación por medio de la fe que sucede al comienzo de nuestra vida cristiana y el evento de glorificación en la resurrección de nuestros cuerpos (Filipenses 3:21), nadie será abandonado, ni expulsado y a nadie se pedirá rescate “A los que justificó, a éstos también glorificó” – a todos. Dios guardará y santificará a aquellos a quienes ha justificado y se asegurará de que perseveren en la fe hasta el fin y sean salvos.
1 Juan 2:19 describe cómo debemos ver a aquellos que aparentemente se apartan de la fe: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. En otras palabras, dejar de perseverar no es una señal de que uno puede ser realmente nacido de nuevo y justificado, para luego perderse. Más bien dejar de perseverar es una señal de que uno nunca realmente fue parte del pueblo regenerado de Dios. Ese es el punto explícito de 1 Juan 2:19.
Sin embargo, existen citas que han persuadido a algunos a rechazar esta enseñanza. La cita que aquí tengo en cuenta es Apocalipsis 3:5 en la cual el Señor Jesús dice, “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”
Algunos dicen que esta es una cita infalible en contra de la doctrina de la perseverancia de los santos. Asumen que cuando Apocalipsis 3:5 dice que Dios no borrará el nombre de una persona del libro de la vida, significa que Él borra a algunos del libro de la vida, y que éstas son personas que fueron justificadas y más tarde condenadas. Pero ¿es ésta asunción correcta?
La promesa “no borraré su nombre del libro de la vida” no necesariamente significa que algunos nombres son borrados. Esta cita simplemente le dice al que está en el libro y triunfa en la fe: Nunca borraré tu nombre. En otras palabras, ser borrado del libro es una posibilidad temible, la cual no permitiré que suceda. Te mantendré seguro en el libro. Esta es una de las promesas hechas a aquellos que perseveran y triunfan. No dice que aquellos que no triunfan y se apartan de Cristo estuvieron en el libro y luego fueron borrados.
De hecho, existen dos versículos más en Apocalipsis que parecen enseñar que el tener su nombre escrito en el libro significa que usted definitivamente perseverará y triunfará. Considere Apocalipsis 13:8. “Y la adoraron todos los moradores de la tierra [a la bestia], cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. Este versículo da a entender que aquellos quienes tienen su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero “desde el principio del mundo” definitivamente no adorarán a la bestia. Es decir, tener nuestro nombre en el libro de la vida desde el principio del mundo parece significar que Dios no permitirá que usted fracase y que le otorgará perseverar en lealtad a Él. Estar en el libro significa que usted no apostatará.
De igual manera, considere Apocalipsis 17:8, “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”. Una vez más, tener nuestro nombre escrito en el libro de la vida desde la fundación del mundo parece asegurar que no nos “asombraremos” ante la bestia. Aquellos que no tengan sus nombres escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo se asombrarán. Si su nombre está escrito en el libro, usted no se asombrará ante la bestia.
La enseñanza que se muestra aquí es que el tener nuestro nombre escrito en el libro tiene eficacia. Es decir que define nuestras acciones. Tener su nombre escrito en el libro del Cordero desde la fundación del mundo garantiza que usted no adorará o se asombrará ante la bestia. Juan no dice, “Si adoras a la bestia, tu nombre será borrado”. Él dice, “Si tu nombre está escrito, no adorarás a la bestia”.
Esto concuerda con Apocalipsis 3:5, “El que venciere . . . no borraré su nombre del libro de la vida”. El triunfo que se requiere en 3:5 está garantizado en 13:8 y 17:8. Esta no es una contradicción, como cuando Pablo dijo, “ocupaos en vuestra salvación . . . porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13). No es absurdo declarar la siguiente condición: si triunfa, Dios no borrará su nombre (3:5); y luego asegurar: si su nombre está escrito, triunfará (13:8 y 17:8). Los que “están escritos” realmente deben conquistar, y realmente conquistarán. Por un lado se resalta nuestra responsabilidad; por el otro la soberanía de Dios.
El impacto práctico de esta verdad no es que nos descuidemos en cuanto a la fe, amor y santidad. La vida cristiana requiere de atención (Hebreos 3:12), esfuerzo (Lucas 13:24) y empeño (Hebreos 12:14). Antes bien, el impacto que tiene es que descansamos en la seguridad de que no se nos deja solos en esta “batalla de la fe.” El Dios que le llamó es fiel y lo “confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:8). “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” [su santificación] (1 Tesalonicenses 5:24). Él perfeccionará la buena obra que comenzó (Filipenses 1:6). Somos guardados por el poder de Dios (1 Pedro 1:5). Debemos perseverar, pues sólo aquellos que perseveren serán salvos (Marcos 13:13). Y perseveraremos, porque Dios está trabajando en nosotros para hacernos aptos en toda buena obra para que hagamos su voluntad (Hebreos 13:21).
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