Como madre soltera, Mary, se trasladó a Meru en busca de una comunidad que les ayudaría a ella y a su hijo Clinton. "Hemos pasado de mi ciudad natal a Meru y toda la gente de nuestro barrio eran musulmanes, por lo que nos convertimos en musulmanes", manifestó Mary.
Cuando Clinton tenía diez años, le dijo a su madre que no quería volver a sus clases islámicas., porque le golpeaban si no se sabía el Corán. "¿Dónde vas a ir?", le preguntó su madre. "Quiero ir a la iglesia. El Señor me dirá dónde", respondió. Mary se sorprendió de su respuesta, sin saber que el Dios de la Biblia había empezado a obrar en su hijo.
A los pocos días un amigo invitó a Clinton para asistir a su iglesia. Clinton aceptó gustoso, se dio cuenta de que era una respuesta a los anhelos que Dios había puesto en su corazón.
Cuando Clinton asistió a la iglesia, recibió una caja de zapatos lleno de regalos que habían llegado desde EE.UU. hasta Kenia. Clinton continuó asistiendo a la iglesia con su amigo y se inscribió en un programa de discipulado, mientras que su madre iba a la mezquita.
En sus clases, Clinton aprendió acerca de un Jesús diferente al que se le enseñó en la mezquita. Se enteró de que Jesús era mucho más que un profeta, que Él es el Hijo de Dios.
El poder de la Palabra y el Espíritu Santo hicieron que Clinton confiara en Jesús como su Señor y Salvador. Cada semana le contaba a su madre lo que había aprendido en clases y poco a poco, Dios comenzó a obrar en el corazón de Mary también. "Decidí desde ese momento que iba a servir al Señor. El amor que he recibido, quiero expresarlo a otras personas," expresó Mary.
Fuente: impactoevangelistico.net/ agapeenlaradionoticias
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