Autor: Julio César Barreto
Interrogar es un arte. Entendiendo por "Arte" el talento, habilidad o destreza para hacer algo bien. El arte de interrogar tiene una finalidad, un objetivo que se busca. Ejemplos: Encontrar las causas de un hecho, hallar la verdad, detectar una enfermedad, analizar a una persona interiormente.
Yo estoy en el Evangelio (se pudiera decir) por causa de una pregunta que me hizo Dios. Una noche me quedé dormido y comencé a tener una horrible pesadilla; iba caminando por un barrio, cuando de repente apareció de la nada, un antisocial, el cual me disparó en la cabeza y experimenté la muerte en una forma tan real, que cuando me desperté, sentí una gran sensación de alivio por tratarse tan solo de un mal sueño. Fue entonces que vino a mi corazón una pregunta certera (después me di cuenta) que venía de Dios:
-¿Sí en lugar de una pesadilla, esta hubiera sido la realidad; qué sería de ti?
Esa interrogante me hizo reflexionar y fue el detonante que me llevó a leer en Las Sagradas Escrituras y buscar respuestas a tantas cosas que yo desconocía hasta ese momento.
Nadie sabe utilizar el arte de hacer preguntas, como lo sabe hacer nuestro maravilloso Dios. Él nos deja anonadados y nos sucede en más de una ocasión como le sucedió a Job, que ante alrededor de 70 preguntas que le hizo Dios (Job Caps. 38 al 42), no le quedó sino decirle al Señor:
“He aquí yo soy vil; qué te responderé?
Mi mano pongo sobre mi boca.
Una vez hablé, mas no responderé;
Aun dos veces, mas no volveré a hablar”.
“Conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti… Yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía…Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré y tú me enseñarás.”
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