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Autor: Kevin DeYoung
Gracias a Mark Dever, muchos de nosotros nos hemos familiarizado con las 9 Marcas de una Iglesia Saludable. Si bien nunca fueron destinadas a ser la última palabra en todo lo que una iglesia debe ser o hacer, las nueve marcas han sido de gran ayuda recordando a los cristianos (sobre todo a pastores) de la sustancia necesaria que a menudo olvidamos en una época obsesionada con el estilo.
En cierto sentido, las nueve marcas de una iglesia no saludable podrían ser simplemente lo contrario de todo lo que hace una iglesia saludable. Las iglesias no saludables ignoran la membresía, la disciplina, la predicación expositiva y todo lo demás. Pero los signos de enfermedad de una iglesia no siempre son tan evidentes. Es posible para tu iglesia enseñar y entender todas las cosas correctas y aún seguir estando en un lugar terriblemente no saludable. Sin duda, hay docenas de indicadores de que una iglesia se ha vuelto disfuncional y enferma, pero vamos a limitarnos a nueve.
Aquí hay nueve marcas de que su iglesia –incluso una que cree en la Biblia, predica el evangelio, y abraza una buena eclesiología– puede ser no saludable:
2. El personal de la iglesia no disfruta ir a trabajar. Cada trabajo tiene sus altibajos. Cada oficina tendrá tensión de vez en cuando. Pero los líderes laicos deben tomar notas cuando el personal parece resentido, infeliz, y tiene que arrastrarse a la iglesia todos los días. ¿Los miembros del personal de la iglesia disfrutan estar juntos? ¿Hablan entre ellos como amigos en los pasillos? ¿Usted los ha visto riendo juntos? Si no, puede que se hayan quemado en la marcha, haya algún conflicto sin resolver, o algo peor.
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6. Nadie se ha levantado de la iglesia para el ministerio pastoral o ha sido enviado por la iglesia a servicio misionero. Buena predicación inspira a hombres jóvenes a predicar. Claridad sobre el evangelio suscita hombres y mujeres a compartir el evangelio con aquellos que no han oído. Las iglesias más pequeñas pueden no enviar nuevos trabajadores cada año, pero la congregación que casi nunca produce pastores y misioneros casi nunca es una iglesia saludable.
Algunos miembros de la iglesia insisten en aprobar cada decisión, desde la contratación de personal, la hora del servicio de adoración hasta al color de la alfombra. Si todo el mundo tiene que votar en cada decisión, su iglesia nunca será más grande que el número de personas que pueden votar con conocimiento en cada decisión (que es bastante pequeño). El pastor también puede tener la culpa del cuello de botella. En algunas iglesias no pasa nada sin la aprobación personal del pastor y una supervisión directa puede ser la receta para guerras territoriales, retraso en el crecimiento, y el distanciamiento de los líderes dotados.
8. La predicación se ha vuelto errática. Esto puede tomar muchas formas. Tal vez el pastor ya no comparte el púlpito con otros miembros del personal y algún predicador invitado de vez en cuando. Tal vez es lo opuesto, y el pastor parece estar en el banco cada vez más a menudo. Tal vez la predicación se ha vuelto más criticona, o siempre trata el mismo tema, o muestra signos de poca preparación. Tal vez usted ha notado que el predicador está confiando más en cápsulas de vídeo o bosquejos de sermones preenvasados, o constantemente reutiliza materiales de alǵun sermón predicado años atrás. Nadie quiere que la predicación sea aburrida. Alguna variación es de esperar y es bienvenida. Pero echa un vistazo más de cerca si los predicadores parecen doctrinalmente inestables, irritables, o agotados.
9. Hay problemas que todo el mundo conoce pero nadie habla abiertamente. Iglesias no saludables a menudo tienen una importante regla no escrita: la persona que mencione nuestros problemas es el que tiene el problema. Esto podría ser un pastor que no puede predicar, un pianista que nunca se queda en el sermón, un anciano que se rumorea esta en una relación incorrecta, un líder de jóvenes que no sabe cómo hablar con los niños, un miembro del personal que no puede llevarse bien con nadie, un líder que lidera por decreto e intimidación. Sin duda, muchos asuntos deben tratarse en privado y en voz baja, pero esto no es excusa para hacer de la vista gorda a lo que todos pueden ver claramente. Nombrar lo que todo el mundo sabe es a menudo el primer paso para quitarle al problema su poder.
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