Maria Julia Mersing
La trata de personas, es decir: el comercio de seres humanos con propósitos de esclavitud reproductiva, explotación sexual, trabajos forzados, extracción de órganos, mendicidad, utilización en guerras, etcétera; constituye una de las más aberrantes realidades del siglo XXI.
Sorprendentemente, según indica el Informe mundial sobre la trata de personas realizado por las Naciones Unidas en 2012, los países más desarrollados son los que detectan un mayor número de víctimas. Este hecho nos hace preguntarnos ¿cómo es posible que el cruel destino de millones de personas tenga como escenario países democráticos y civilizados? ¿Qué tipo de esclavitud tiene lugar en ellos?
Un infierno con rostro de mujer
La esclavitud sexual es la causa principal de este comercio ilegal de seres humanos y, dado que la demanda de este tipo de servicios es casi siempre masculina, las mujeres y las niñas se convierten en las principales víctimas de la trata constituyendo un abrumador 98%. Por tanto, la trata no es un crimen neutral en términos de género, sino que es un tipo de violencia de género, ejercido casi exclusivamente sobre la mujer.
Lamentablemente, esta práctica degradante es la actividad ilegal más lucrativa después del tráfico de drogas y de armas, y no es difícil imaginar porqué. Generalmente, cuando se comercializa con objetos, esos pueden venderse sólo una vez, en cambio, ¿cuántas veces se puede vender el cuerpo de una mujer? Algunas de ellas, son obligadas a mantener relaciones sexuales hasta 20 veces al mismo día.
Si la trata puede generar entre 8 y 10 mil millones de dólares al año ¿cuántas personas se ven afectadas por este “negocio”? Las Naciones Unidas, estiman que alrededor de 2.5 millones de mujeres y niños son mantenidos bajo servidumbre sexual alrededor del mundo en un determinado momento, pero muchos expertos creen que el número real es mucho más alto. Debido a su naturaleza clandestina, es difícil determinar la magnitud de la esclavitud sexual. De hecho, se estima que el número de seres humanos que son víctimas identificadas de trafficking representa sólo el 4% del número total de todas las víctimas en el mundo.
Ahora bien ¿qué es exactamente la trata de personas? El Protocolo de Palermo define la trata como:
La captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.
En muchas ocasiones existe una combinación violenta de engaño, coacción y fuerza. Los tratantes consiguen así mantener inmovilizadas a sus víctimas que se encuentran en la mayoría de los casos asustadas y aisladas, en un territorio desconocido, sin documentación, conocimiento del idioma, de las posibilidades de ayuda y lejos de sus redes de apoyo. Por todo ello, sin ayuda externa muy pocas son capaces de huir y escapar de los traficantes.
Trata y desigualdad de género
Como bien dice Sigma Huda, relatora especial sobre los derechos humanos de las víctimas de la trata de personas:
Las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales imperantes en muchos lugares del mundo exponen de manera particular a las mujeres y las niñas al riesgo de ser víctimas de la trata.
Dos son las condiciones necesarias para la existencia de este tipo de violencia hacia la mujer: la primera es la existencia de demanda de estos servicios, y la segunda, la feminización de la pobreza.
En cuanto a la primera, existe una estrecha relación entre la demanda de servicios sexuales y la trata de personas, de hecho, el Informe de Naciones Unidas sobre los derechos humanos de las víctimas de la trata reconoce que:
Los usuarios de la prostitución, los propietarios de esclavos […] son responsables de generar la demanda que propicia la trata de personas y destaca que no es necesario que una persona esté directamente involucrada en el mercado de la explotación para considerar que forma parte de la demanda de la trata.
El demandante de prostitución es muchas veces el principal reclutador de prostitutas y siempre el principal responsable a la hora de reducir la edad de las victimas obligadas a prestar servicios. No podemos no responsabilizar a quienes pagan por tener sexo, sin importar la edad, origen o situación de la “trabajadora sexual”, ya que sin ellos, no existiría la oferta. No basta sólo con penalizar a las organizaciones criminales que trafican con seres humanos y a los proxenertas, sino que hay que perseguir también a quien genera el negocio, que no son otros que los “consumidores”.
La segunda causa, se explica a partir del siguiente hecho: la mayor parte de las personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres. La brecha de género continúa ampliándose, siendo las mujeres las más afectadas por la pobreza, causa estructural de la Trata Sexual de Mujeres. Las desigualdades económicas, junto con las desigualdades de género registradas en todas las esferas de la sociedad, empujan a las mujeres de países en vías de desarrollo a emigrar buscando resolver sus problemas económicos. Lo cual les sitúa en una situación vulnerable ante la captación de redes.
La desigualdad de género es una condición esencial para la existencia del fenómeno de la trata de mujeres con fines de explotación sexual. Mientras no haya una igualdad en el acceso a los recursos y a las oportunidades por parte de hombres y mujeres, y se deje de ver a las mujeres como mercancías susceptibles de ser comercializadas o “consumidas”, la explotación sexual seguirá manteniéndose y destruyendo la vida de millones de mujeres y niñas.
Fuente: http://www.unitedexplanations.org
Editado por: Ágape en la radio (AELR)
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