Por Pr. Gadiel Rios
Adoniram se apartó de su fe ya saliendo de la universidad. Había conocido a un inteligentísimo joven llamado Jacob Eams, un deísta escéptico, quien destruyo su fe. Adoniram le comunicó a sus padres su nueva meta de ser un intelectual famoso, y se mudo a Nueva York a fundar una escuela, en donde escribió una gramática para niñas.
Su vida se vino abajo experimentando una “vida licenciosa y salvaje”, mientras viajaba que con un grupo de artistas itinerantes. De camino, llego a un hotel muy cansado, donde pidió un cuarto. Lo único que pudieron darle fue una habitación al lado de un hombre moribundo y maloliente. Adoniram estuvo toda la noche escuchando al hombre quejarse de dolor y gritar obsenidades profanas.
Adoniram sintió una profunda desesperación por el individuo y se preguntó “¿Estará listo? ¿Tendrá paz en su alma?”, aun cuando él mismo había negado la realidad espiritual para su propia vida. En la mañana despertó, y preguntó por el hombre enfermo. Éste había fallecido en la noche y al preguntar por su nombre recibió un impacto: Jacob Eams, su amigo escéptico de la universidad. Adoniram salió del hotel desesperado, llorando y gimiendo “muerte, infierno, muerte, infierno”. Al lado del camino, entregó su corazón a Dios.
El comienzo: “Tienes que nacer de nuevo”
Jesús se encontró una noche con un maestro de la Ley, Nicodemo, un conocedor profundo de la teología y doctrina, que al igual que Adoniram, estaba perdido y muerto, listo para el infierno, sin aún saberlo. A este hombre Jesús le dijo: “Es necesario que nazcas de nuevo”. Todas y cada una de las religiones del mundo te dicen que debes luchar con disciplina y mucha fuerza de voluntad, hasta alcanzar un estado de ética y moralidad (o “santidad”), que te hará digno de un lugar privilegiado en el mundo por venir.
A esto la Palabra de Dios se refiere cuando habla de la “salvación por obras” y es un grave error espiritual que ciertamente nos lleva a la perdición eterna. Aun así muchos creen en un cristianismo barato que nos dice que para ser un “buen cristiano” lo único que necesitamos es cumplir con las enseñanzas éticas y morales de Jesús. Pero la Palabra establece que lo primero que debe ocurrir es un encuentro individual, personal, profundamente intenso, entre el Espíritu de Dios y nuestro espíritu.
Es el Espíritu quien nos hace entender la realidad de nuestra condición; que estamos perdidos, muertos y listos para el infierno eterno. También nos muestra que solo sometiendo nuestra voluntad a Jesús, dejándolo ser a él nuestro Salvador y Señor, podremos tener la seguridad de un presente de propósito y una eternidad de paz y amor.
Fuente:http://www.reformados.org/
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