Desánimo es aquella sensación de abatimiento, apatía, desaliento, falta de ilusión o de ánimo es la que frecuentemente experimentamos cuando por alguna razón no encontramos o no obtenemos lo que queremos.
El desánimo nos lleva muchas veces a ver las cosas sin una importancia real, en lo espiritual nos lleva a ya no practicar aquellas cosas que nos fortalecen. Una persona desanimada es una persona que difícilmente buscará orar, es una persona que difícilmente querrá leer la Biblia, es una persona que difícilmente tendrá el ánimo de ir a congregarse y menos de servir a Dios.
El desánimo es aquella sensación que quiere privarnos de hacer todo lo que Dios quiere que hagamos. El desánimo a veces es la consecuencia de una frustración, a veces es la consecuencia de una larga espera o simplemente producto de un fracaso en algo que esperábamos triunfar.
Quizá los últimos días, semanas o meses has estado experimentado esa dura sensación de desánimo, nada te alegra, todo se te vuelve tedioso, sientes que no te alimentas espiritualmente, buscas pretexto para todo, tu mente está llena de prejuicios y criticas todo lo que consideras en tu opinión que “podría ser de otra manera”.
El problema del desánimo es que nos lleva a ser duros de corazón, nos lleva a encerrarnos en nuestra sensación y a ver todo de distinta forma y al no salir de ese estado nos puede llevar al fracaso espiritual.
¿Ya no le sientes gusto al escuchar o leer la Palabra?, ¿Cuándo “x” persona predica tiendes a no disponer tu vida porque consideras que esa persona no puede enseñarte nada nuevo o no tiene solvencia “moral” para predicar?, ¿Crees que la oración ya no es tan importante porque lo importante es la “calidad” del tiempo y no la “cantidad”?, ¿Ya no sientes interés de leer la Biblia porque ya la leíste una vez?, ¿Sientes que el servicio a Dios ya no es para ti, porque ya diste muchos años al servicio?, ¿Sientes cierto menosprecio a personas nuevas en los caminos de Dios que quieren decirte en momentos indicados que hacer o aconsejarte?, ¿Cuándo adoras a Dios ya no sientes aquella ministración que en otros tiempos sentías?, ¿Cuándo fue la ultima vez que te quebrantaste delante de la presencia de Dios?, ¿Sientes que tu corazón cada vez se pone más duro como una piedra?, ¿Has pensado en más de alguna vez dejar de asistir a tu congregación o has dejado de asistir por largas temporadas?, entonces tú estás en un estado de desánimo profundo y aunque quieras negarlo o no reconocerlo, hay algo que te delata, y es que hace mucho tiempo que no sientes la presencia de Dios en tu vida y no porque Dios no este allí, sino porque tú te has alejado a través del desánimo de su presencia.
El desánimo hace que tu corazón deje de ser humilde, hace que tu espíritu deje de ser receptible a la presencia de Dios, cierra tus oídos y tus ojos espirituales y crea una barrera entre Dios y tú lo cual se traduce en que difícilmente podrás sentirte ministrado por Dios.
¿Cómo combatir el desánimo?
1. Reconoce que no eres el mismo. El reconocimiento de nuestro estado siempre será el principio de una restauración. Mientras no reconozcas que tienes un problema, que no eres el mismo, que has dejado de ser aquella persona que un día fuiste, entonces difícilmente saldrás de allí. La Biblia dice lo siguiente: “El orgulloso y arrogante al fin de cuentas fracasa.”Proverbios 16:18 (Traducción en lenguaje actual).
2. Niégate a ti mismo. Comienza a hacer cosas que ya no quieres hacer y que no debiste de dejar de hacer. Si antes orabas y ahora ya no, entonces comienza nuevamente a forjar ese hábito de oración. Quizá al inicio será un poco difícil, pero todos somos capaces de forjar hábitos en nuestra vida cuando constantemente los practicamos. Lee la Biblia aun cuando creas que ya lo sabes todo o que ya la has leído muchas veces. Congrégate, busca servir en tu congregación. El hecho que estés activo te ayudará a mantenerte firme, entre más sirves y más involucrado estás en la obra de Dios, buscarás más su respaldo y por consiguiente la comunión con Él. La Biblia dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7 (Reina-Valera 1960).
3. Acércate a personas que amen a Dios y que te ayuden a mantenerte firme. El problema de muchos de nosotros es que nos creemos autosuficientes, recuerda que somos una familia y como familia debemos ayudarnos mutuamente. No te creas lo suficientemente fuerte como para no necesitar la ayuda de otros. Hay personas que aman a Dios y que pueden ayudarte en los momentos de flaqueza, busca a esas personas, entabla amistades que pueden fortalecerte en momentos de debilidad. El problema de muchos es que cuando se sientes desanimados se aíslan totalmente de todos y no buscan ayuda. La Biblia dice: “La verdad, «más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse!” Eclesiastés 4:9-10 (Traducción en lenguaje actual).
4. Si sientes que tropiezas, ¡Levántate!. Hay momentos en los que sentirás que estás haciendo bien las cosas, pero de pronto quizá tropieces, entonces en esos momentos lejos de frustrarte o rendirte, debes levantarte e intentarlo nuevamente. El problema del cristiano no está en tropezar, sino en no quererse levantar. La Biblia dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16a (Reina-Valera 1960). Nunca te rindas de tratar de querer agradar a Dios, porque Dios ha de recompensar tu insistencia, ha de fortalecerte y hará de ti un testimonio vivo para bendecir a muchos más que como tu también están pasando por situaciones similares.
Hoy quiero terminar este mensaje invitándote a salir adelante, el desánimo no va a vencerte porque mayor es el que esta contigo, por lo tanto estoy seguro que si humildemente tratas de cumplir los sencillos pasos que te aconsejo, estoy seguro que pronto verás mejores días en cuanto a tu vida espiritual.
¡Dios ha de fortalecer tu vida hoy!
Autor: Enrique Monterroza
Fuente:http://www.reflexiones.cristianas.com/
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