lunes, 7 de marzo de 2016

El Perdón: La única Moneda efectiva para cancelar las deudas




Por: Julio César Barreto

"Denle a cada uno lo que le corresponde. Al que deban pagar contribuciones, páguenle las contribuciones; al que deban pagar impuestos, páguenle los impuestos; al que deban respeto, respétenlo; al que deban estimación, estímenlo.
 No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amor que tienen unos con otros; pues el que ama a su prójimo ya ha cumplido todo lo que la ley ordena"
                                               Romanos 13: 7-8 (Dios  Habla Hoy) DHH


Cuando el apóstol Pablo escribió estas instrucciones en cuanto a no deberle nada a nadie; podríamos (permítanme amables lectores)  además de pagar los impuestos, el respeto a las personas, la estimación, incluir también el perdón.  Este es justamente el punto al cual quiero referirme en esta oportunidad.

Sí una persona no cumple su deber de pagar las contribuciones, los impuestos, si  negamos el respeto, la estimación que estamos llamados a cumplir para con las instituciones y las personas en general, estaríamos en presencia de una deuda con la sociedad. ¿Pero hasta que punto estaremos también en deuda, cuando dejamos de perdonar a las personas sus faltas? ¿No deberíamos incluir en la lista de nuestros deberes por ejemplo: “Al que deban perdonar, perdónenle”?

Todos en algún momento de nuestra vida hemos ofendido a alguien

El apóstol Santiago dijo: Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. (Santiago 3:2).

 Podríamos destacar los términos: “Todos” y “Muchas veces”. Esto significa lo siguiente:

1.       “Todos” hemos tenido que disculparnos con alguien por causa de haberle ofendido.

2.       Esto nos ha sucedido no una sola vez, sino “muchas veces” no con la misma persona (es de suponerse), pero si con varias. Por lo tanto muchos han tenido que perdonarnos nuestras ofensas.

3.       Entre “muchas veces” y “muchos ofendidos”  es probable que algunos han quedado resentidos con nosotros, porque (por ejemplo) no les hemos pedido la respectiva disculpa, quizás lo hemos hecho a destiempo, o la manera en que nos hemos disculpado ha estado carente de sinceridad, de un verdadero pesar por nuestra falta, o de alguna otra manera inapropiada.

4.       No podemos pasar por alto el hecho muy importante que  sí de ofensas hablamos, a Dios le hemos ofendido “Muchísimas veces”.


¿Qué hacer con las Ofensas?

La ofensa viene a ser como una deuda que el ofensor tiene con el ofendido. Una deuda se cancela una vez que el deudor paga el monto de la misma. Sí el deudor debe 100 USD  él se dirigirá al Acreedor y le cancelará dicho monto. De esta manera quedarán en sana paz.

¿Qué razón  puede haber para que después que la deuda haya sido cancelada, el Deudor y el Acreedor sigan enojados?

 Aparentemente Ninguna.  A menos que haya sucedido  alguna irregularidad al momento de cancelar la deuda. Por ejemplo:

1.       El deudor al momento de pagar su deuda, en lugar de decirle a su acreedor: ¡Muchas Gracias!... ¡Estoy muy agradecido! Le haya dicho: Aquí tienes tus miserables 100 USD… ¡Te deben hacer mucha falta!... ¡Miserable! ¡Usurero!.

Por gestos como este es que las deudas no se saldan favorablemente, porque no se trata tan solo de un monto a cobrar o de pagar, sino de la actitud tanto del uno como del otro.

La Única Moneda  efectiva para cancelar la deuda por las ofensas se llama: “El Perdón”

           “…el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.

A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.

Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.

Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?

Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 
Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón”

                                        (Mateo 18: 21-35)


Cuando hablamos de deudas ocasionadas por las ofensas, evidentemente ya no se trata de cancelaciones por medio de monedas de curso legal de un país en específico, sino de otra clase de moneda (metafóricamente hablando).

Existe el Dólar americano, el Peso, el Real, el Bolívar, el Eurodólar, el Bitcoin, etc. Pero ninguna de ellas tiene valor para resolver esta clase de deudas. Por eso el sub titulo metafórico  es muy claro: La Única Moneda  efectiva para cancelar la deuda por las ofensas se llama: “El Perdón”.

Toda moneda tiene un respaldo que hace que ella posea un valor determinado;  el dinero que circula en el mundo, incluido el dólar, no tiene valor intrínseco ni respaldo tangible; su único valor es su aceptación como medio de pago, es decir, un valor fiduciario, o sea, basado en la confianza de quien lo da y quien lo recibe.

El Perdón pierde su valor cuando el que lo otorga o el que lo recibe (uno o los dos a la vez), no tienen confianza  en la acción que están ejecutando entre ellos. De tal manera que tanto el que otorga el perdón como el que lo recibe, deben creer (tener confianza) en lo que están haciendo.

Cuando alguien se niega a dar o a recibir el perdón, está acumulando más pecado, porque es como si dijera que el acto de perdonar no tiene respaldo, por lo tanto el perdón (para esa persona) tiene poco o ningún valor.

La única manera que una ofensa quede saldada definitivamente, es hacerlo a la manera que Dios instituyó:

   Dios te perdonó a ti (todas tus ofensas)
   debes perdonar así mismo todas las ofensas a los demás

                                  (Mateo 6: 12, 14-15).


Evitemos  las Deudas (las que se originan por causa de las ofensas)

¿Cómo evitar endeudarnos?
Siendo prudentes y capaces de refrenar todo nuestro cuerpo. Sí somos buenos timoneles, entonces estaremos aptos para ser los mejores Capitanes de nuestro destino, porque podremos conducir nuestra embarcación a través de los mares y los océanos de esta vida.

         Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 

He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. 

Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.

             (Santiago 3: 2-4)

El Señor prometió darnos vida en abundancia. Sí queremos una vida de calidad, deberíamos seguir el consejo plasmado en el Salmo 34: 11-14

         
 Venid, hijos, oídme;                               
El temor de Jehová os enseñaré.
¿Quién es el hombre que desea vida,
Que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal,
Y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal, y haz el bien;
Busca la paz, y síguela.

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