Por: Julio César Barreto
"Denle a cada uno lo que le corresponde. Al que deban pagar contribuciones, páguenle las contribuciones; al que deban pagar impuestos, páguenle los impuestos; al que deban respeto, respétenlo; al que deban estimación, estímenlo.
"Denle a cada uno lo que le corresponde. Al que deban pagar contribuciones, páguenle las contribuciones; al que deban pagar impuestos, páguenle los impuestos; al que deban respeto, respétenlo; al que deban estimación, estímenlo.
No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda
de amor que tienen unos con otros; pues el que ama a su prójimo ya ha cumplido
todo lo que la ley ordena"
Romanos
13: 7-8 (Dios Habla Hoy) DHH
Cuando el apóstol Pablo escribió
estas instrucciones en cuanto a no deberle nada a nadie; podríamos (permítanme amables
lectores) además de pagar los impuestos,
el respeto a las personas, la estimación, incluir también el perdón. Este es justamente el punto al cual quiero
referirme en esta oportunidad.
Sí una persona no cumple su deber
de pagar las contribuciones, los impuestos, si
negamos el respeto, la estimación que estamos llamados a cumplir para
con las instituciones y las personas en general, estaríamos en presencia de una
deuda con la sociedad. ¿Pero hasta que punto estaremos también en deuda, cuando
dejamos de perdonar a las personas sus faltas? ¿No deberíamos incluir en la
lista de nuestros deberes por ejemplo: “Al
que deban perdonar, perdónenle”?
Todos en algún momento de nuestra vida hemos ofendido a alguien
El apóstol Santiago dijo: Porque
todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón
perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. (Santiago
3:2).
Podríamos destacar los términos: “Todos” y “Muchas veces”. Esto significa lo siguiente:
1.
“Todos”
hemos tenido que disculparnos con alguien por causa de haberle ofendido.
2.
Esto nos ha sucedido no una sola vez, sino “muchas veces” no con la misma persona
(es de suponerse), pero si con varias. Por lo tanto muchos han tenido que perdonarnos nuestras ofensas.
3.
Entre “muchas
veces” y “muchos ofendidos” es probable que algunos han quedado
resentidos con nosotros, porque (por ejemplo) no les hemos pedido la respectiva
disculpa, quizás lo hemos hecho a destiempo, o la manera en que nos hemos
disculpado ha estado carente de sinceridad, de un verdadero pesar por nuestra
falta, o de alguna otra manera inapropiada.
4.
No podemos pasar por alto el hecho muy
importante que sí de ofensas hablamos, a
Dios le hemos ofendido “Muchísimas
veces”.
¿Qué hacer con las Ofensas?
La ofensa viene a ser como una deuda que el ofensor tiene con el ofendido. Una deuda se cancela
una vez que el deudor paga el monto de la misma. Sí el deudor debe 100 USD él se dirigirá al Acreedor y le cancelará
dicho monto. De esta manera quedarán en sana paz.
¿Qué razón puede haber para que después que la deuda
haya sido cancelada, el Deudor y el Acreedor sigan enojados?
Aparentemente Ninguna. A menos que haya sucedido alguna irregularidad al momento de cancelar
la deuda. Por ejemplo:
1.
El deudor al momento de pagar su deuda, en lugar
de decirle a su acreedor: ¡Muchas
Gracias!... ¡Estoy muy agradecido! Le haya dicho: Aquí tienes tus miserables 100 USD… ¡Te deben hacer mucha falta!...
¡Miserable! ¡Usurero!.
Por gestos como este es que las deudas no se saldan
favorablemente, porque no se trata tan solo de un monto a cobrar o de pagar,
sino de la actitud tanto del uno
como del otro.
La Única Moneda efectiva para
cancelar la deuda por las ofensas se llama: “El Perdón”
“…el reino de los cielos es
semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos.
A éste, como no pudo pagar,
ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que
se le pagase la deuda.
Entonces aquel siervo,
postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo
pagaré todo.
El señor de aquel siervo,
movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
Pero saliendo aquel siervo,
halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le
ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
Entonces su consiervo,
postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo
pagaré todo.
Más él no quiso, sino fue y
le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
Viendo sus consiervos lo
que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo
que había pasado.
Entonces, llamándole su
señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me
rogaste.
¿No debías tú también tener
misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
Entonces su señor, enojado,
le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
Así también mi Padre
celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón”
(Mateo 18: 21-35)
Cuando hablamos de deudas
ocasionadas por las ofensas, evidentemente ya no se trata de cancelaciones por
medio de monedas de curso legal de un país en específico, sino de otra clase de
moneda (metafóricamente hablando).
Existe el Dólar americano, el
Peso, el Real, el Bolívar, el Eurodólar, el Bitcoin, etc. Pero ninguna de ellas
tiene valor para resolver esta clase de deudas. Por eso el sub titulo
metafórico es muy claro: La Única Moneda efectiva para cancelar la deuda por las
ofensas se llama: “El Perdón”.
Toda moneda tiene un respaldo que
hace que ella posea un valor determinado; el dinero que
circula en el mundo, incluido el dólar, no tiene valor intrínseco ni respaldo
tangible; su único valor es su
aceptación como medio de pago, es decir, un valor fiduciario, o sea, basado en
la confianza de quien lo da y quien lo
recibe.
El
Perdón pierde su valor cuando el que lo otorga o el que lo recibe (uno o los
dos a la vez), no tienen confianza en la
acción que están ejecutando entre ellos. De tal manera que tanto el que otorga
el perdón como el que lo recibe, deben creer (tener confianza) en lo que están
haciendo.
Cuando
alguien se niega a dar o a recibir el perdón, está acumulando más pecado,
porque es como si dijera que el acto de perdonar no tiene respaldo, por lo
tanto el perdón (para esa persona) tiene poco o ningún valor.
La
única manera que una ofensa quede saldada definitivamente, es hacerlo a la
manera que Dios instituyó:
Dios te perdonó
a ti (todas tus
ofensas)
Tú debes perdonar así mismo todas las ofensas a los demás
(Mateo 6: 12, 14-15).
Evitemos las Deudas (las que se
originan por causa de las ofensas)
¿Cómo evitar endeudarnos?
Siendo prudentes y capaces de
refrenar todo nuestro cuerpo. Sí somos buenos timoneles, entonces estaremos
aptos para ser los mejores Capitanes de nuestro destino, porque podremos conducir
nuestra embarcación a través de los mares y los océanos de esta vida.
Porque
todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón
perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
He aquí nosotros ponemos
freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo
su cuerpo.
Mirad también las naves;
aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy
pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.
(Santiago 3: 2-4)
El Señor prometió darnos vida en
abundancia. Sí queremos una vida de calidad, deberíamos seguir el consejo
plasmado en el Salmo 34: 11-14
Venid, hijos, oídme;
El temor de Jehová os enseñaré.
¿Quién es el hombre que desea vida,
Que desea muchos días para ver el bien?
Que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal,
Y tus labios de hablar engaño.
Y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal, y haz el bien;
Busca la paz, y síguela.
Busca la paz, y síguela.
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