Su fina percepción, acompañada de su talento para vestir de melodía sus composiciones poéticas, produjo algunas de las canciones más amadas por la iglesia en ese tiempo, entre las que se encuentran «Buscadme y viviréis», «Cara a cara», «Uña y carne» y «El payaso».
La letra, sincera y directa, es la plegaria de un corazón alejado de Dios, el fin de un cuestionamiento interno que por largo tiempo le ha impedido acercarse y que finalmente encuentra el valor de enfrentarse al Padre, acogiéndose así a Su misericordia.
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