lunes, 20 de abril de 2020

El Predicador































*Pr. Julio César Barreto


"Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 
Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad"

                                                                                                           (Eclesiastés 12:9-10) 


  En el discurrir de mi vida, durante el curso del tiempo que Dios me ha permitido estar en esta Tierra, he podido observar a las personas ejerciendo cargos, unos de mayor relevancia que otros. Así que estoy refiriéndome a Presidentes, Jefes militares, Embajadores, Chef, Capitán de Bomberos, Mayordomos, entre tantos otros. Todos y cada uno de ellos tiene su mayor o menor importancia, pero indudablemente que cada uno de ellos ejerce influencia en las personas que están bajo su esfera de acción. 

  No puedo soslayar el hecho de que en el ámbito de lo espiritual, lo cual tiene su influjo en el territorio de lo material, tenemos el protagonismo de aquellos que tienen sobre si el peso de su cargo (de altísima importancia). Me refiero a la figura de "El Predicador". En la historia de la humanidad ellos han estado presentes. La reacción de las multitudes ha sido variable, algunos predicadores han sido ampliamente aceptados, su mensaje ha sido bien recibido, otros por lo contrario han sido rechazados, perseguidos, encarcelados, y llevados otros al patíbulo. 

  Invariablemente de cual haya sido el resultado, la reacción de la sociedad, al mensaje de estos atalayas, ellos siguen aún en pie y lo seguirán estando hasta el cumplimiento de todas las cosas ya escritas en el Libro de Dios. Los que ejercen este cargo tienen un sino que los distingue del resto de los demás cargos que existen en este mundo; el Espíritu Santo es el poder sobrenatural que guía sus vidas y ese viene a ser un "Don" irresistible. Veamos un ejemplo:

Esteban (Hechos 6)

"....eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo...Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo...Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba."

Este tiempo actual amerita  una buena cantidad de Predicadores sabios, llenos del Espíritu Santo, que enseñen correctamente al pueblo, que hagan escuchar, escudriñar, que hablen y escriban rectamente palabras de verdad. Los que ocupan este cargo de Predicador, no buscan exaltarse a si mismos, procuran alabar al que los llamó para que fuesen sus mensajeros. 




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