jueves, 16 de abril de 2020

José, el Faraón y el COVID-19: la importancia del ahorro para las naciones

El mundo no fue advertido acerca del impacto que tendría el COVID-19. Afortunadamente, algunos, mediante ahorro, podrán lidiar con sus consecuencias


Alemania está más preparada para afrontar la crisis del COVID-19. (Foto: Flickr)

Por Jorge Galicia
En el libro de Génesis, Capítulo 41, se narra la historia de José y su interpretación de los sueños del Faraón. En el primero de ellos, el Faraón vio a siete vacas de extraordinario aspecto, saludables y bien nutridas, luego aparecieron otras siete vacas muy feas, flacas y evidentemente desnutridas, las cuales devoraron a las primeras vacas vistas por el gobernante. En el segundo sueño pasó algo similar: vio el Faraón siete espigas “llenas y hermosas”, y estas espigas fueron seguidamente consumidas por otras de aspecto “flaco y abatido”. José, haciendo uso de la sabiduría que le fue dada por Dios, interpretó los sueños de las siguiente manera: tanto las siete vacas saludables como las siete espigas rebosantes representaban siete años de gran abundancia en la tierra, mientras que las siete vacas flacas y las siete espigas escuálidas representaban años de escasez y de hambruna extrema.
El Faraón, habiendo visto la sabiduría de José, decide ponerlo a cargo de todo Egipto, haciéndolo el segundo hombre más poderoso en esa tierra para que preparase al reino para la escasez profetizada. José entonces decide ahorrar todo el alimento excedente que se produjo durante los siete años de abundancia, razón por la cual Egipto no solo no sufrió del hambre extrema que en efecto sobrevino tras la culminación de los primeros siete años, sino que tuvo la capacidad de vender alimentos al resto de las naciones vecinas.
Actualmente el mundo entero está librando una guerra en contra de un enemigo microscópico llamado SARS-CoV-2, mejor conocido simplemente como “coronavirus”. Esta guerra ha paralizado casi por completo a todas las economías más importantes del planeta y ha obligado a los distintos gobiernos del mundo a asumir costos tremendos para mitigar el impacto que la propagación masiva del virus está teniendo sobre toda la población mundial.
Es en situaciones como ésta cuando mejor podemos entender la profunda sabiduría que exhibe el Capítulo 41 del Génesis, porque son justamente esos países con una fiscalidad sana, es decir, que ahorraron o que tienen unos niveles bajos de endeudamiento los que tienen la capacidad de gastar más y por ende de ofrecer una respuesta más robusta para enfrentar la crisis.
Este es caso del Perú, por ejemplo, cuyo gobierno ha destinado una cifra de 90 000 millones de soles (equivalente a 26 400 millones de dólares), valor que representa un 12 % de su PIB, para proteger a los peruanos de la propagación del virus y de sus efectos económicos. Vale la pena recordar que Perú tiene años siendo uno de los países menos endeudados de todo el continente latinoamericano y uno de los más responsables con sus finanzas públicas. Por el contrario, vemos a países como Argentina y Ecuador teniendo una capacidad de reacción muy limitada; el primero apenas pudo destinar unos 5 700 millones de dólares y recibió un préstamo del Banco Mundial por 35 millones de dólares, mientras que Ecuador se debate entre seguir pagando la deuda externa preexistente o destinar más recursos para luchar en contra de la pandemia, ambas naciones se encuentran al borde del default económico. Ni siquiera voy a ahondar en el caso de Venezuela, país que hace poco más de una década vivía una de las mayores bonanzas petroleras de su historia, y a pesar de ello ahora es de los países más endeudados de la región y ni siquiera cuenta con un gobierno legítimo capaz de recibir rescates financieros para sobrellevar la crisis global provocada por la pandemia.
En el viejo continente también vemos contrastes interesantes entre países fiscalmente responsables y aquellos que se han dedicado año tras año a malbaratar los recursos. Alemania, país conocido mundialmente por su tendencia al ahorro y por el temor que le tienen al endeudamiento, planea destinar un total de 350 000 millones de euros para paliar los embates económicos dejados por la pandemia, para lo cual deberán asumir una deuda de unos 150 000 millones de euros, rompiendo así por primera vez en mucho tiempo con la tradición alemana de mantener presupuestos libres de déficit. Alemania puede asumir estos costos debido a la gran disciplina fiscal que han exhibido por décadas.
En el sur de Europa, vemos el efecto contrario; países como España e Italia están teniendo serias dificultades para conseguir recursos para combatir el esparcimiento del virus. Esto se debe a que los prestamistas no confían en que estos gobiernos vayan a tener la capacidad de pagar las deudas, por lo que las tasas de interés se tornan considerablemente altas. La esperanza de estos países recae ahora en un posible rescate financiero otorgado por la Unión Europea, lo que va a acentuar las divisiones entre sus miembros.
También vale la pena destacar el caso de los Estados Unidos de América, país que ya contaba con una deuda superior a los 23 billones de dólares y que, a pesar de ello, aprobaron un presupuesto adicional de unos 2 billones de dólares (el estímulo más grande que alguna vez se haya aprobado en ese país) para combatir los efectos de la crisis. La maquinaria política de Washington pareciera estar trabajando noche y día por saturar la capacidad de endeudamiento que tiene el coloso del norte, y cuando eso pase las consecuencias serán, sin dudas, catastróficas.
La economista Romina Boccia, quien es directora del Centro Grover M. Hermann para el Estudio del Presupuesto Federal de la Fundación Heritage destaca lo siguiente: “los vigilantes de la fiscalidad, incluida esta autora, han advertido a los legisladores que no aumenten los déficits de manera tan displicente durante tiempos económicamente fuertes, ya que actuar de manera irresponsable haría que el gobierno fuera menos capaz de responder a una crisis inesperada y podría acelerar la amenaza de una crisis de deuda pública”.
Ciertamente la humanidad no contó con la suerte que tuvo Egipto al tener a alguien como José que nos advirtiera sobre la pandemia con siete años de antelación, pero la verdad es que no hacía falta, ya que Dios, por medio de su escritura en el libro de Génesis, nos enseñó la importancia de administrar bien la abundancia para poder prepararnos para épocas calamitosas.
Jorge Galicia es abogado y vocero de la organización Fund for American Studies.
Fuente: panampost.com

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