jueves, 30 de junio de 2016

CUIDADO CON EL PECADO DE MUERTE





“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. 17 Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.” (1 Juan 5:16-17).



Por: Julio César Barreto

He reservado un capitulo exclusivo para este tema, por lo espinoso que es y porque en entender esto, nos va la vida. No hago referencia a la “vida eterna”, sino al privilegio de estar en la tierra para servirle al Señor, lo cual si traspasamos “La línea amarilla”, puede acabar con nuestro paso por esta tierra, y aunque (muy importante) nos vamos a la Presencia de nuestro Dios, no obstante (como ya lo enuncié), somos privados por Dios de continuar nuestro servicio a Él en este mundo.

Ejemplos de Pecado de muerte que encontramos en las Escrituras:

La Blasfemia contra el Espíritu Santo: (El Pecado imperdonable)

Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.  (Mateo 12: 31-32).



El Pecado de Nadab y Abiú: (Fuego Extraño).

Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. 

Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló…Y Jehová habló a Aarón, diciendo: Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio(Levítico 10: 1-11).


Este es el mensaje fundamental de Levítico: OBEDIENCIA. El Pueblo de Dios debe obedecer a Dios y a nadie más que a Dios. Él ha elegido a Su Pueblo y lo ha redimido NO POR SER SANTOS, sino PARA SER SANTOS.

En los versículos anteriores de Levítico se describe la ordenación como sacerdotes de Aarón, hermano de Moisés, y de sus hijos. Ser sacerdote de Dios implicaba una especial responsabilidad. Ser revestido de las ropas sacerdotales y poder presentarse ante Dios en el Tabernáculo no era cualquier cosa, igual que no lo es estar revestidos de la justicia de Cristo para poder presentarnos ante Dios como si no tuviésemos mancha.

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido; para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9)

Lo que el apóstol Pedro nos dice es que fuimos elegidos y adquiridos por Dios para “anunciar sus virtudes” OBEDECIÉNDOLE.

Sin embargo, Nadab y Abiú  se tomaron la “libertad” de entrar en el Tabernáculo cómo y cuando les dio su real gana, no como lo había prescrito Dios, y ofrecieron  “fuego extraño” en los incensarios, fuego que Dios “nunca les mandó”.

Según Éxodo 30:9, una norma que había que cumplir en el altar para quemar el incienso era … “No ofreceréis sobre él incienso ex­traño”. Y en Levítico 16:12 se dice: “Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová”. No sabemos de dónde obtuvieron su fuego Nadab y Abiú, pero es claro que desobedecieron a Dios.

A juzgar por el versículo 9 se presume que Nadab y Abiú entraron al Tabernaculo en estado de embriaguez. Ambos hermanos pasaron por alto la solemne proclamación del Señor cuando dijo:

"Santifíquense, pues, y sean santos, porque Yo soy el SEÑOR su Dios". (Lev. 20:7).


El pecado de Ananías y Safira: (Mentirle a Dios y Tentar al Espíritu Santo)

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,  y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 

 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón?
No has mentido a los hombres, sino a Dios

Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.  Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
 

Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.

Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas”
 (Hechos 5: 1-11).


                  Como era de esperarse, estas muertes dramáticas causaron mucho temor entre los creyentes (v.11). Pero no obstante, por otra parte se produjo un incremento de personas que creyeron reverentemente en el Señor…“Y los que creían en el Señor aumentaban más” (Hechos 5:14). 
Para los que conocemos por las Escrituras  que Dios es amor, este relato viene a ser algo paradójico. Pero el amor de Dios sólo tiene sentido cuando se sabe de la magnificencia de Su gloria y la fuerza de su poder. Muy acertadamente John Newton escribió:  “Tu gracia me enseñó a temer.” 
En la misma medida que el temor (reverente) a Dios aumenta en nosotros, también lo hace el sentido de su amor,  y llegamos  a entender en su exacta dimensión, de qué fuimos salvados (del pecado cruel que mata).

Los abusos en la Cena del Señor:

Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor… oigo que hay entre vosotros divisiones… Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. 
Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga…Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 

Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo…Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”
(1 Corintios 11: 17-34).

Contextualización: Una delegación de la iglesia de Corinto fue enviada a hablar con Pablo, para plantearle varios problemas que se estaban presentando en la iglesia. Por este motivo Pablo escribió 1ra de Corintios, antes escribió otra, de la cual no se conserva evidencia (V.5:9).

A la ciudad se la conocía universalmente por su inmoralidad. La expresión "joven corintia" era sinónimo de "prostituta", y "corintianizar" significaba vivir una vida inmoral. En comedias griegas posteriores, "corintio" se usaba ocasionalmente para designar a un borracho. Según Estrabón (De él se conservan únicamente algunos fragmentos de su trabajo histórico, sus Memorias históricas, en 43 libros), había 1.000 jóvenes esclavas como prostitutas del templo en el santuario de Afrodita ubicado en el Acrocorinthus.

Por otra parte Corinto estaba llena de filósofos, y por eso Pablo dice que él no fue con palabras de sabiduría humana, sino con  poder de Dios. También los corintios tenían la creencia de que el cuerpo era pecado, y que no importaba lo que uno hiciera con él, por eso el problema de inmoralidad que Pablo trató en la carta. A pesar de que ellos tenían todos los dones, y sabían mucho, Pablo les recuerda  que se habían olvidado del amor.

El problema más serio de la iglesia Corintia era la mundanalidad, una falta de disposición a divorciarse de la de cultura que los rodeaba. La mayoría de los creyentes no podían separarse consecuentemente de sus caminos antiguos, egoístas, inmorales y paganos. Fue necesario para Pablo escribirles para corregir estas deficiencias.

Antes de enunciar los abusos cometidos por los Corintios en la Santa Cena, es necesario  decir que dichos abusos rayaron en la Profanación (Tratar sin el debido respeto una cosa que se considera sagrada o digna de ser respetada), por lo que muchos creyentes se enfermaron y otros muchos murieron (V.30). De ahí la pertinencia de las instrucciones de Pablo a la iglesia en Corinto, para que  los creyentes le concedieran  a la Cena del Señor todo el respeto que se merece y se detuviera el mal que se había desatado por su irreverencia. 


Estos fueron los abusos de los Corintios en la Cena del Señor:


Había divisiones entre ellos, cuando debía ser lo contrario (v.18), La Cena  del Señor es nuestra comunión (un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo) Efesios 4:5.   

En lugar de la Cena del Señor, aquello era un festín egoísta. Los pobres traían muy poco y los ricos traían mucha comida y cada uno se adelantaba a tomar su propia cena (v.21).

Algunos hasta se emborrachaban (v.21b). ¿Aquellos creyentes de Corinto estarían en capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo santo y lo profano, en medio de su embriaguez?


. “Y Jehová habló a Aarón, diciendo:  Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio…” (Lev. 10: 8-10).


Menospreciaban la Iglesia de Dios.

¿Qué? ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios y avergonzáis a los que nada tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabaré”.

Los creyentes Corintios  habían cruzado la línea amarilla, al menospreciar a la iglesia de Dios, lo cual tiene una connotación rayana en la profanación.

Lo sucedido con la iglesia de Corinto, debe ser un vigoroso ejemplo de lo que no debe repetirse jamás en la iglesia del Señor. Nuestro Dios es Santo y la Cena del Señor es algo sagrado. Fue instituida por el Señor y se le debe total y absoluto respeto, so pena de tener que pagar las consecuencias por menospreciarla. 


Ver también: Discernir es Crucial



Soli Deo Gloria.

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