jueves, 6 de octubre de 2016

¡Abajo Cadenas!


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“Y se le cayeron las cadenas de las manos”
                                                (Hechos 12:7)


Por: Pr. Julio César Barreto

El hombre no fue hecho para las cadenas sino para las alas. Su destino es la libertad y no la esclavitud. En una de las calles más céntricas de Madrid, cayó un águila con una cadena colgada en una de sus patas.  Trataba de alzar vuelo pero no podía. Las cadenas no le sientan bien a las águilas imperiales. Pensar que un ave, cuyo mundo está en el espacio que rodea las altas cumbres haya venido a caer en un medio urbano es bien triste.  Y para peor, en vez de devolverla a la libertad se le encerró  en la jaula de un parque para toda la vida.

¡Pobre águila imperial ya para siempre sin cielo, sin horizonte! Como esta ave en desgracia hay muchas personas, con la diferencia de que las cadenas no las han colgado otros sino ellos mismos. De tiempos bien lejanos se cuenta de un hombre cuya profesión era Herrero, el cual se jactaba de forjar en su yunque unas cadenas tan fuertes que ningún hombre podía libertarse de ellas. Pero sucedió que ya al término de sus días cometió un grave delito por el cual fue sentenciado a cadena perpetua en un calabozo, atado con grillos y cadenas. Un día, mientras rumiaba su desgracia, se le ocurrió examinar las cadenas que le ataban y descubrió que no eran otras sino unas de "las que él mismo había forjado".

Violentar las leyes del Cielo y las de la Tierra encadena al hombre. Tratará de libertarse pero ya no podrá. Hay que tener mucho cuidado con las cadenas. Al principio será fácil pero una vez que han sido forjadas ya se hará difícil desatarlas.  Esas cadenas  se van haciendo poco a poco. Un eslabón hoy y otro mañana. Al fin el hombre esclavizado habrá perdido las fuerzas y la voluntad. Su única esperanza estará  es que alguien más fuerte que las cadenas pueda libertarlo.  Pero aun así será necesario que esa persona desee ser libre y muestre arrepentimiento por su error.  ¿Existe alguien capaz de romper las cadenas  que oprimen a los hombres y a las naciones enteras?  Claro que existe! Se llama: Jesús. Él dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad les hará libres” (Juan 8:32).

Jesús está día a día rompiendo las ataduras de multitudes que están clamando con desesperación diciendo: ¡Abajo Cadenas!


Fuente consultada: Luces encendidas (Editorial Mundo Hispano)

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