viernes, 7 de octubre de 2016

El Médico amado




Les  saluda Lucas, el médico amado
                               (Colosenses 4:14)


Por: Pr. Julio César Barreto

   El médico(a) es alguien que Dios ha puesto para que cure nuestras dolencias. Entre las grandes figuras novotestamentarias hubo un médico, Lucas. A su nombre se le agrega “el médico amado”. Esto nos indica que era muy querido en la comunidad cristiana.  Benditos los médicos que han hecho de su profesión, tal como si fuese una misión encomendada por el Señor a cada uno de ellos.  Que no está motivado por el lucro económico sino por el sufrimiento de sus semejantes. Aquellos que  Dios ha dotado de sabiduría, pero que deponen todo orgullo y son humildes. Benditos los médicos que viven para sus enfermos y las puertas de su hogar están siempre abiertas para todos aquellos que necesitan su amoroso cuidado. Sus manos  son manos extendidas en amor, amistad y servicio   como instrumentos divinos.

Durante la segunda guerra mundial uno de los ejércitos aliados invadió una pequeña ciudad alemana. Todo ya en calma el comandante fue donde el  Alcalde de la ciudad y le expresó el deseo de sus soldados de hacer algo en bien de los habitantes. Pensaban que quizás  iban a pedir la reconstrucción de un edificio, alimentos o medicinas. Pero no pidieron ninguna de esas cosas. En la ciudad había una estatua de Jesucristo, muy estimada por todos, que había sido destruida. – Quisiéramos  que ustedes nos reconstruyeran esa estatua -, fue la petición del Alcalde.

Empezaron a recoger entre los escombros. Al fin lograron reunir todas las piezas menos dos de ellas. Pudieron levantar la estatua y se preparó una recepción  para su presentación. Estaba cubierta con una sábana. Al descubrirla se encontró que la estatua no tenía manos, pues fueron las piezas que no pudieron encontrarse. Debajo de ellas tenía esta inscripción: “No tengo manos. Préstenme las de ustedes”  Tal vez iríamos muy lejos  al decir que ustedes, los médicos, le han prestado sus manos a Dios. Pero si una cosa es cierta: no son los médicos los que curan sino Dios. Los médicos son solamente los instrumentos de Dios. Para ustedes, nuestro reconocimiento, para ti oh Dios, toda la gloria.

Jesucristo está en cada médico (especialmente los que le aman y dependen de Él  en todo) para sanar a los que padecen y ofrecerles la cura para el mal que aqueja sus cuerpos.




Fuente: Lucesencendidas 
(Edit. Mundo Hispano)

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Al Maestro con cariño