“Les saluda Lucas, el médico
amado”
(Colosenses 4:14)
Por: Pr. Julio César Barreto
El médico(a) es alguien que Dios ha puesto para que cure nuestras
dolencias. Entre las grandes figuras novotestamentarias hubo un médico, Lucas.
A su nombre se le agrega “el médico amado”. Esto nos indica que era muy querido
en la comunidad cristiana. Benditos los
médicos que han hecho de su profesión, tal como si fuese una misión encomendada
por el Señor a cada uno de ellos. Que no
está motivado por el lucro económico sino por el sufrimiento de sus semejantes.
Aquellos que Dios ha dotado de
sabiduría, pero que deponen todo orgullo y son humildes. Benditos los médicos
que viven para sus enfermos y las puertas de su hogar están siempre abiertas para
todos aquellos que necesitan su amoroso cuidado. Sus manos son manos extendidas en amor, amistad y
servicio como instrumentos divinos.
Durante la segunda guerra mundial
uno de los ejércitos aliados invadió una pequeña ciudad alemana. Todo ya en
calma el comandante fue donde el Alcalde
de la ciudad y le expresó el deseo de sus soldados de hacer algo en bien de los
habitantes. Pensaban que quizás iban a
pedir la reconstrucción de un edificio, alimentos o medicinas. Pero no pidieron
ninguna de esas cosas. En la ciudad había una estatua de Jesucristo, muy
estimada por todos, que había sido destruida. – Quisiéramos que ustedes nos reconstruyeran esa estatua -,
fue la petición del Alcalde.
Empezaron a recoger entre los
escombros. Al fin lograron reunir todas las piezas menos dos de ellas. Pudieron
levantar la estatua y se preparó una recepción
para su presentación. Estaba cubierta con una sábana. Al descubrirla se
encontró que la estatua no tenía manos, pues fueron las piezas que no pudieron
encontrarse. Debajo de ellas tenía esta inscripción: “No tengo manos. Préstenme las de ustedes” Tal vez iríamos muy
lejos al decir que ustedes, los médicos,
le han prestado sus manos a Dios. Pero si una cosa es cierta: no son los
médicos los que curan sino Dios. Los médicos son solamente los instrumentos de
Dios. Para ustedes, nuestro reconocimiento, para ti oh Dios, toda la gloria.
Jesucristo está en cada médico
(especialmente los que le aman y dependen de Él
en todo) para sanar a los que padecen y ofrecerles la cura para el mal
que aqueja sus cuerpos.
Fuente: Lucesencendidas
(Edit.
Mundo Hispano)
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