Por: Pr. Julio César
Barreto
“Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y
a las revelaciones del Señor.
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años
(si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue
arrebatado hasta el tercer cielo.
Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del
cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
Que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras
inefables que no le es dado al hombre expresar.
De tal hombre me gloriaré; pero
de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades”. (2 Cor. 12: 1-5)
Uno
de los anhelos de los seres humanos es saber acerca de lo que hay más allá de
lo visible. Se han llevado a cabo
investigaciones científicas, cuyos resultados una vez hecho públicos, han asombrado a muchos.
La curiosidad continúa su curso y este
viene a ser un tema recurrente en todos los estratos de la sociedad.
Lo poco o mucho que hasta ahora
el mundo conoce al respecto, es que (entre otras); el tiempo es corto y hay una
eternidad, y esto va de la mano con algo
que también es asombroso; estamos en este mundo, pero somos de otro mundo
futuro. ¿Lo lograrán alcanzar todos los humanos? ¿Todos pasarán de este mundo al nuevo?
La respuesta a estas y
muchas otras inquietudes en tal sentido, las encontramos (en buena medida) en
un libro “especial”, llamado: “Las Sagradas Escrituras”. Y extra cátedra nos
encontramos con las confesiones de innumerable cantidad de personas, que
manifiestan haber tenido experiencias (fuera de su cuerpo), y cuyos relatos
merecen una generosa cuota de crédito, sobre todo, para aquellas personas
que no se enmarcan en el segmento de el escepticismo. En este articulo tratemos
de descorrer un poco el velo del más allá y veamos que hay.
1.-
Lo que la Biblia dice acerca del más allá.
Jesús dijo que El venia del
cielo, y que una vez concluida su misión regresaría de nuevo allá;
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno
comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la
cual yo daré por la vida del mundo”. (Juan 6:51).
“Y el Señor,
después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra
de Dios” (Marcos 16:19).
“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue
alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que
él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras
blancas,
los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por
qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros
al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1: 9-11).
2.-
En algún punto del vasto Universo hay una Ciudad
En una noche con el cielo despejado puede
observarse casi sin dificultad, La Vía
Láctea, esa inmensísima estela de
estrellas en la cual está ubicado nuestro Sistema Solar.
Pablo dijo que había
estado en el Tercer Cielo (Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo,
no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el
tercer cielo).
¿Qué hay en ese lugar a donde el Apóstol Pablo
fue llevado? - La respuesta
indudablemente la encontramos en la versión que Juan nos da en el libro del
Apocalipsis. Juan nos dice que vio
descender del cielo una “Ciudad” y su nombre es: “La Nueva Jerusalén”. Leamos el relato muy detallado (por cierto)
que él nos da de dicha ciudad.
“ Y me
llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa
de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante
al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las
puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de
los hijos de Israel;
al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur
tres puertas; al occidente tres puertas.
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de
oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
La ciudad se halla establecida en cuadro, y su
longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil
estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de
medida de hombre, la cual es de ángel.
El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad
era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y
los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa.
El primer
cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto,
esmeralda;
el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo,
crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el
undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las
puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente
como vidrio.
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que
brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su
lumbrera.
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la
luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no
habrá noche.
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a
ella.
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace
abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la
vida del Cordero” (Apocalipsis 21; 10-27).
3.- Más allá de lo Visible (relatos)
Ahora me referiré a algunos
relatos, que han sido considerados como respetables, y que están ampliamente
documentados y no difieren en nada con el relato del Apóstol Juan, más bien
(podría decirse) le aportan un grado de inusitado interés
por esa hermosa ciudad. Quiero compartirles algunas experiencias de
personas que visitaron ese lugar ubicado en un equis lugar del Vasto Universo.
Sra. W.B. de McKay : “El ángel que me guiaba me tomó de la mano y me introdujo en la ciudad
de Dios. Miré y mis ojos vieron una pared de piedras que brillaban, de
diferentes colores, más hermosas de lo oque la mente humana es capaz de
concebir. La enorme puerta de perla estaba abierta de par en par, y el ángel me
hizo pasar por ella y caminar por la calle de oro prolijamente lustrada. Había
campanarios apuntando a lo alto, que brillaban como diamantes. El ángel me tomó
de la mano y me mostró un inmenso árbol cargado de frutas y al lado del árbol
corría un rio de aguas límpidas, claras como el cristal” (Gordon Lindsay, True
Visions of the Unseen World . Auténticas visiones del mundo invisible, Dallas: Christ for the Nations,
s/fecha, pp. 34, 35).
La Misionera Luisa
Vaughn: Escribe en un folleto titulado: The Woman Who saw
God (La mujer que vio a Dios), Randleman, Carolina del Norte; Pilgrim Tracts
Society, s/fecha. En dicho folleto ella habló acerca de una mujer china
analfabeta, que vio la ciudad de Dios. Se llamaba “Jang” y se convirtió a
Cristo y un año y medio después la señora Jang yacía en su lecho de muerte y
dijo: “Recuerdo haber visto a toda mi familia que me rodeaba y lloraba. Luego
el Señor entró a la habitación, me tomó de la mano y me dijo: -Ven conmigo-.
Instantes después estábamos frente a una puerta de perla. Era la puerta del
cielo. Unos ángeles la abrieron y entramos y vi muchas hermosas casas, todas de
bellos colores.”…
”Caminé lado a lado con mi Señor por las calles de oro. Después seguimos
adelante y vi a miles de ángeles en un círculo cantando y ejecutando hermosa
música. En medio de todo ello estaba el trono de Gloria. El Padre Celestial
estaba sentado en el trono y cuando lo vi me asusté. No me animaba a levantar
mis ojos del suelo para mirarlo.
--Has venido—me dijo.
Y yo le respondí: --si, Señor.
Luego me dijo: --Puedes volver por un tiempito pero debes retornar aquí
el día 12 del mes.
Cuando la señora
Jang contó esta historia a familiares y vecinos paganos, centenares de ellos se
convirtieron a Dios. El día 12 del mes siguiente, a la puesta del sol, volvió a
las moradas de Dios.
Conclusión: Quizás hay lectores con muchas preguntas al respecto, que no lograrán ser
satisfechas al terminar de leer este articulo, sin embargo, les recomiendo investigar más acerca de la vida más allá de lo visible,
porque lo cierto es que mientras estemos aquí en este mundo, habrá tiempo para
creer o dejar de creer, pero, yo (en lo personal); creo en Jesucristo y en su
Palabra, y estoy convencido (gracias al Señor), que al partir de esta tierra,
caminaré por la Nueva Jerusalén. --¿Y
Ud. Mi amado amigo?--