viernes, 24 de julio de 2015

¿Cómo responderías a estas preguntas? - AELR


Autor: Pr. Julio César Barreto

Interrogar es un arte.  Entendiendo esto como el talento, habilidad, destreza que se tenga para hacer bien algo.  Hay una finalidad, un objetivo que se busca, por medio del interrogatorio. ¿Cuál es ese fin?  Encontrar las causas de un hecho, hallar la verdad.

 Interrogar para obtener respuestas no todas las personas  lo dominan. Hay quienes se especializan en este arte del interrogatorio. Jesús les planteó a sus discípulos algunas preguntas que los confrontaron. Un ejemplo de ello son estas:

1.- ¿Quién dicen los hombres que soy yo? (Marcos 8: 27-28)
       27 Jesús y sus seguidores se fueron a los pueblos de la región de Cesárea de Filipo. Cuando iban por el camino, Jesús les preguntó a sus seguidores:
— ¿Quién dice la gente que soy yo?
28 Ellos contestaron:
—Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas.

2.- ¿Y ustedes quién dicen que soy? (Marcos 8: 29-30)
        29 Les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro le respondió:
—Tú eres el Mesías.
30 Entonces Jesús les advirtió que no se lo dijeran a nadie.


El énfasis que el Señor le colocó a estas preguntas nos revela que “Jesús” estaba interesado, en que sus discípulos estuviesen muy conscientes de quién era realmente Él.  Se puede conocer a alguien (al menos) de 3 modos, cada uno distinto al otro:
-      Referencialmente
-      Biográficamente
-      Personalmente.

En este tiempo presente tanto como en el pasado, se hace necesario que estemos firmemente convencidos en nuestra mente y nuestro corazón, de la persona de Aquel que nos amó y nos redimió con su sangre preciosa. La vida eterna nos va en ello. Veamos lo que “Jesús” dijo en su oración al Padre:

   Después de que Jesús dijo estas palabras, miró al cielo y dijo: Padre, ha llegado el momento. Da honra a tu Hijo para que él pueda darte honra a ti. Le diste a tu Hijo autoridad sobre todo ser humano para que el Hijo le dé vida eterna a todo el que le has enviado. Esta es la vida eterna: que ellos te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú enviaste”.
                                                      (Juan 17: 1-3)


El reto para los creyentes en este tiempo de una notoria incredulidad, es contundente. Es necesario que cada discípulo sepa que contestar ante estas interrogantes. De nuestra firme convicción dependerá en gran manera (no solo) nuestras respuestas, sino nuestra propia vida. 

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