“Si alguno viere a su
hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto
es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por
el cual yo no digo que se pida. 17 Toda injusticia es
pecado; pero hay pecado no de muerte.” (1
Juan 5:16-17).
Por: Julio César Barreto
He reservado un capitulo exclusivo para este tema, por lo
espinoso que es y porque en entender esto, nos va la vida. No hago referencia a
la “vida eterna”, sino al privilegio de estar en la tierra para servirle al
Señor, lo cual si traspasamos “La línea amarilla”, puede acabar con nuestro
paso por esta tierra, y aunque (muy importante) nos vamos a la Presencia de
nuestro Dios, no obstante (como ya lo enuncié), somos privados por Dios de
continuar nuestro servicio a Él en este mundo.
Ejemplos de Pecado de
muerte que encontramos en las Escrituras:
La Blasfemia contra el
Espíritu Santo: (El Pecado imperdonable)
“Por tanto os digo: Todo
pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el
Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra
el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo,
no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. (Mateo 12: 31-32).
El Pecado de Nadab y Abiú: (Fuego Extraño).
“Nadab y Abiú, hijos de
Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual
pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca
les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron
delante de Jehová.
Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló
Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de
todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló…Y Jehová habló a Aarón,
diciendo: Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando
entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo
será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo
profano, y entre lo inmundo y lo limpio” (Levítico 10: 1-11).
Este es el mensaje fundamental de Levítico: OBEDIENCIA. El Pueblo de Dios debe obedecer a Dios y a
nadie más que a Dios. Él ha elegido a Su Pueblo y lo ha redimido NO POR SER
SANTOS, sino PARA SER SANTOS.
En
los versículos anteriores de Levítico se describe la ordenación como sacerdotes
de Aarón, hermano de
Moisés, y de sus hijos. Ser sacerdote de Dios implicaba una especial
responsabilidad. Ser revestido de las ropas sacerdotales y poder presentarse
ante Dios en el Tabernáculo no era cualquier cosa, igual que no lo es estar
revestidos de la justicia de Cristo para poder presentarnos ante Dios como si
no tuviésemos mancha.
“Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido; para que anunciéis
las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
(1 Pedro 2:9)
Lo que el apóstol Pedro nos dice es que fuimos elegidos y adquiridos por Dios para “anunciar sus virtudes” OBEDECIÉNDOLE.
Lo que el apóstol Pedro nos dice es que fuimos elegidos y adquiridos por Dios para “anunciar sus virtudes” OBEDECIÉNDOLE.
Sin embargo, Nadab y Abiú
se tomaron la “libertad” de entrar en el Tabernáculo cómo y cuando les
dio su real gana, no como lo había prescrito Dios, y ofrecieron “fuego extraño” en los incensarios, fuego que
Dios “nunca les mandó”.
Según Éxodo 30:9, una norma que había que cumplir en el altar
para quemar el incienso era … “No ofreceréis sobre él
incienso extraño”. Y en Levítico 16:12 se dice: “Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de
delante de Jehová”. No sabemos de dónde obtuvieron su fuego Nadab y
Abiú, pero es claro que desobedecieron a Dios.
A juzgar por el versículo 9 se presume que Nadab y Abiú entraron al Tabernaculo en estado de embriaguez. Ambos hermanos pasaron por alto la solemne proclamación del Señor cuando dijo:
"Santifíquense, pues, y sean santos, porque Yo soy el SEÑOR su Dios". (Lev. 20:7).
"Santifíquense, pues, y sean santos, porque Yo soy el SEÑOR su Dios". (Lev. 20:7).
El pecado de Ananías y
Safira: (Mentirle a Dios y Tentar al Espíritu Santo)
“Pero cierto hombre llamado
Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio,
sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de
los apóstoles.
Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.
Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas” (Hechos 5: 1-11).
Como
era de esperarse, estas muertes dramáticas causaron mucho temor entre los
creyentes (v.11). Pero no obstante, por otra parte se produjo un incremento de
personas que creyeron reverentemente en el Señor…“Y los que creían en el Señor aumentaban más” (Hechos 5:14).
Para los que conocemos por las Escrituras que Dios es amor, este relato viene a ser
algo paradójico. Pero el amor de Dios sólo tiene sentido cuando se sabe de la
magnificencia de Su gloria y la fuerza de su poder. Muy acertadamente John
Newton escribió: “Tu gracia me enseñó a temer.”
En la misma medida que el temor (reverente) a Dios
aumenta en nosotros, también lo hace el sentido de su amor, y llegamos
a entender en su exacta dimensión, de qué fuimos salvados (del pecado
cruel que mata).
Los abusos en
la Cena del Señor:
“Pero al anunciaros esto que sigue,
no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor… oigo que
hay entre vosotros divisiones… Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es
comer la cena del Señor.
Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia
cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga…Pues qué, ¿no tenéis casas en que
comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que
no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere
esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del
Señor. Por tanto pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba
de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el
cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo…Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”
(1 Corintios 11: 17-34).
Contextualización: Una
delegación de la iglesia de Corinto fue enviada a hablar con Pablo, para
plantearle varios problemas que se estaban presentando en la iglesia. Por este
motivo Pablo escribió 1ra de Corintios, antes escribió otra, de la cual no se
conserva evidencia (V.5:9).
A
la ciudad se la conocía universalmente por su inmoralidad. La expresión
"joven corintia" era sinónimo de "prostituta", y
"corintianizar" significaba vivir una vida inmoral. En comedias
griegas posteriores, "corintio" se usaba ocasionalmente para designar
a un borracho. Según Estrabón (De él se conservan únicamente algunos fragmentos de su trabajo histórico, sus Memorias históricas, en 43 libros), había 1.000 jóvenes esclavas como
prostitutas del templo en el santuario de Afrodita ubicado en el Acrocorinthus.
Por otra parte Corinto estaba
llena de filósofos, y por eso
Pablo dice que él no fue con palabras de sabiduría humana, sino
con poder de Dios. También los corintios tenían la creencia de que el cuerpo
era pecado, y que no importaba lo que uno hiciera con él, por eso el problema
de inmoralidad que Pablo trató en la carta. A pesar de que ellos tenían
todos los dones, y sabían mucho, Pablo les recuerda que se habían olvidado del amor.
El
problema más serio de la iglesia Corintia era la mundanalidad, una falta de
disposición a divorciarse de la de cultura que los rodeaba. La mayoría de los
creyentes no podían separarse consecuentemente de sus caminos antiguos,
egoístas, inmorales y paganos. Fue necesario para Pablo escribirles para
corregir estas deficiencias.
Antes de enunciar los abusos cometidos por los Corintios en la Santa Cena, es necesario decir que dichos abusos rayaron en la Profanación (Tratar sin el debido respeto una cosa que se considera sagrada o digna de ser respetada), por lo que muchos creyentes se enfermaron y otros muchos murieron (V.30). De ahí la pertinencia de las instrucciones de Pablo a la iglesia en Corinto, para que los creyentes le concedieran a la Cena del Señor todo el respeto que se merece y se detuviera el mal que se había desatado por su irreverencia.
Estos fueron los abusos de los Corintios en la Cena del Señor:
Había divisiones entre ellos, cuando debía ser lo contrario (v.18),
La Cena del Señor es nuestra comunión
(un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo) Efesios 4:5.
En lugar de la Cena del Señor, aquello era un festín egoísta. Los pobres traían muy poco y los ricos traían mucha
comida y cada uno se adelantaba a tomar su
propia cena (v.21).
Algunos hasta se emborrachaban (v.21b). ¿Aquellos creyentes de Corinto estarían en capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo santo y lo profano, en medio de su embriaguez?
. “Y Jehová habló a Aarón,
diciendo: Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando
entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo
será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo
profano, y entre lo inmundo y lo limpio…” (Lev. 10: 8-10).
Menospreciaban la Iglesia de Dios.
“¿Qué? ¿No tenéis
casas para comer y beber? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios y avergonzáis a
los que nada tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabaré”.
Los creyentes Corintios
habían cruzado la línea amarilla, al menospreciar a la iglesia de Dios,
lo cual tiene una connotación rayana en la profanación.
Lo sucedido con la iglesia de Corinto, debe ser un vigoroso
ejemplo de lo que no debe repetirse jamás en la iglesia del Señor. Nuestro Dios
es Santo y la Cena del Señor es algo sagrado. Fue instituida por el Señor y se
le debe total y absoluto respeto, so pena de tener que pagar las consecuencias
por menospreciarla.
Ver también: Discernir es Crucial
Soli Deo Gloria.
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