miércoles, 14 de septiembre de 2016

Carta del General Patton a su hijo


El 6 de junio de 1944, el generalGeorge S. Patton escribió la siguiente carta a su hijo de veinte años de edad, George Jr., el cual asistía aWest Point. Patton estaba en Inglaterra comandando el Tercer Ejército en preparación para las batallas seguido la invasión de Normandía.

Nota: La siguiente carta fue tomada y traducida de un artículo publicado enartofmanliness.com. La gramática y la ortografía han sido ligeramente editada para mayor claridad. Aun así, hay un sinnúmero de errores de ortografía. He tratado de mantener el contenido lo más cercano al artículo original. 

APO 403, N.Y.
“Día D”
Querido George:
A las 0700 esta mañana, la BBC anunció que la radio alemana acababa de salir con un anuncio de la llegada de paracaidistas aliados y de un gran número de embarcaciones de asalto cerca de la costa.
Este grupo de héroes invencibles que yo mando no están allí todavía, pero pronto lo estarán. Ojala estuviera allí ahora, ya que es un hermoso día soleado para una batalla y estoy harto de esperar.
Confieso que no tengo ni la minima idea de cuando será mi turno para morir, pero nunca se sabe y ninguno de nosotros puede vivir para siempre. Así que si muero pronto no te preocupes, procúra ser mejor que yo.
Todos los hombres son tímidos al entrar en cualquier batalla; sea la primera pelea o la última todos nosotros somos tímidos. Los cobardes son los que dejan que su timidez opaque su hombría. Se que nunca vas a ser así a causa del gran legado que tienes por parte de ambos lados de la familia. Creo que te he contado la historia de Marshall Touraine que lucho en tiempos de Luis XIV. En la mañana de una de sus últimas batallas (que había estado luchando por cuarenta años) estaba montando a caballo. De momento un joven ayudante de campo acabado de llegar de la corte donde nunca había perdido una comida ni escuchado un tiro, dijo: “M. Touraine me sorprende que un hombre de su valor le tiemblen las rodillas cuando sale a montar.” Touraine respondió: “Mi señor duque, admito que mis rodillas tiemblan, pero si tuvieran la mas mínima idea a donde las llevo hoy temblarían aun más.” así que aunque las rodillas te pueden temblar, siempre te llevarán hacia el enemigo. Así siempre es.
Al parecer, hay dos tipos de soldados con éxito. Los que consiguen ser discretos y los que se dan a conocer por ser entrometidos. Yo soy de este último tipo y parece ser algo raro y poco popular, pero es mi método. Uno tiene que elegir un sistema y adherirse a él. Las personas que no son ellos mismos no son nadie.
Para ser un soldado de éxito debes saber conocer y apreciar la historia. Leer de manera objetiva, las fechas y hasta los más mínimos detalles de las tácticas son inútiles. Lo que debes saber es cómo un hombre reacciona. Las armas cambian, pero el hombre que las usa no cambia en absoluto. Las batallas no se ganan a causa de tus armas, sino destruyendo el alma de tu enemigo. Para hacer esto tienes que destruir sus armas, pero eso es sólo incidental. Debes leer biografías y autobiografías en especial. Encontrarás por medio de esto que la guerra es simple. Decide lo que le hará daño al enemigo dentro de los límites de tu capacidad para hacerle daño y luego hazlo. Toma riesgos calculados. Esto es muy diferente a ser impulsivo. Mi opinión personal es que si tienes una probabilidad de 50% a ganar tomes el riesgo, porque las cualidades combativas superiores de los soldados estadounidenses sin duda te darán el 1% extra que es necesario.
En Sicilia, tome la decisión como resultado de mi información, observaciones y un sexto sentido que el enemigo no tenía otro ataque a gran escala en su sistema. Aposte hasta mi camisa y no me equivoqué. No se puede hacer la guerra con plena seguridad, pero ningún general muerto jamás ha sido criticado por lo que tienes las de ganar siempre.
Estoy seguro de que si cada líder que va a la batalla se promete que va a salir ya sea un conquistador o un cadáver finalmente ganara. No hay duda de eso. La derrota no es debido a las pérdidas, sino a la destrucción del alma de los líderes. Es la creencia de “vivir para luchar otro día.”
La cualidad más importante que un soldado puede tener es la total confianza en sí mismo, sin duda alguna. Tu puedes tener dudas sobre tu buena apariencia, tu inteligencia o el control de ti mismo. Sin embargo, para ganar en la guerra no debes tener ninguna duda sobre tu habilidad como soldado.
Mi éxito se debe al hecho de que siempre he estado seguro de que mis reacciones militares eran correctas. Muchas personas no están de acuerdo conmigo, ellos están equivocados. El jurado infalible de la historia escrita, probara que estoy correcto aun mucho después de que ambos estemos muertos.
Ten en cuenta que hablo de “reacciones militares.” Nadie nace con tales cualidades tanto como nadie nace con grandes músculos. Puedes nacer con el alma capaz de corregir las reacciones militares o el cuerpo capaz de tener grandes músculos, pero ambas cualidades deben ser desarrolladas por el trabajo duro.
La intensidad de tu deseo de adquirir alguna habilidad especial depende de tu carácter hacia la ambición. Creo que tu decisión en estudiar este verano en lugar de disfrutar de vacaciones, demuestra que tienes carácter y ambición. Ambas son posesiones maravillosas.
Los soldados al igual que todos los hombres, son adoradores naturales de los héroes. Oficiales militares con una pasión por comandar se dan cuenta de esto y hacen hincapié en su conducta, vestimenta y comportamiento para así producir las cualidades que buscan en sus soldados. Cuando yo era un teniente había un capitán que era muy descuidado en su apariencia y muy poco puntual. Sin embargo, siempre tendía a juzgar a sus soldados por las mismas cualidades que el mismo reflejaba. Para mi este capitán siempre fue un fracaso.
Mis tropas siempre andan bien vestidos, son dedicados a las tradiciones militares y son rápidos y audaces en medio de la acción, pues es este el mismo ejemplo que siempre les he dado. La influencia que un hombre puede tener en miles es una fuente inagotable de asombro para mí. Recuerda que eres un ejemplo en todo tiempo. Los oficiales militares que por pereza o por deseo insensato de ser populares no imponen disciplina ni el buen uso de uniformes y equipo sin la presencia del enemigo, también fallarán en la batalla.  No hay tal cosa como: “Un buen soldado de campo.” Sencillamente eres un buen soldado o un mal soldado.
Bueno, esto ha sido un sermón, pero no creas que es mi ultimo testamento, ya que no yo no he terminado mi trabajo todavía.

Tu padre afectuoso.  



Fuente: pastorjoemelendez.wordpress.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Al Maestro con cariño