viernes, 9 de septiembre de 2016

LA INCREÍBLE HISTORIA DEL EMPRESARIO J.C. PENNEY





Por: Nadie Aguilar

Una de las historias de mayor éxito en los Estados Unidos es la de James Cash Penney, quien fuera el fundador de la cadena de almacenes que lleva su nombre. La primera tienda se abrió en 1902.
Aunque J.C. Penney podía reflexionar sobre su vida y ver, con orgullo y placer, muchos logros sobresalientes, hay un incidente que sobrepasa los otros. El señor Penny se refería a ese incidente como “los veinte minutos más dramáticos y gloriosos de mi vida”.
La experiencia que afectó tan permanentemente y profundamente a J.C. Penney tuvo lugar en 1930. Poco después de la crisis económica de la bolsa de valores en 1929, el señor Penney se enteró de que estaba en bancarrota. Los resultados del colapso de la bolsa significaban que sus finanzas se habían desvanecido y que compañía no podría sobrevivir.
Además de estas presiones financieras, el señor Penney se sentía agotado emocionalmente porque algunos colegas y amigos lo culpaban por las condiciones actuales del colapso de la bolsa aunque él no era responsable. La ruina financiera junto con ataques personales y crítica, agotaron la energía del Señor Penney.
Exteriormente, él continuó trabajando para hacer que sus tiendas tuvieran éxito, pero internamente estaba devastado, y sus reservas se estaban agotando.
Cuando estaba en Battle Creek, Michigan para dar una charla, al señor Penney le salió una erupción seria, que luego identificaron como culebrilla. No pudiendo dormir de noche y presa de un gran dolor físico, Penney consultó a un viejo amigo médico, Elmer Eggleton. El doctor Eggleton llegó rápidamente a la conclusión de que el señor Penney estaba extremadamente enfermo e insistió en hospitalizarlo en la clínica de fama mundial Kellog Sanitarium en Battle Creek (este hospital fue del Dr. Kellog).
Allí, se le asignaron enfermeras día y noche para observarlo constantemente. Su médico ordenó que se le mantuviera sedado, con la esperanza de que el descanso y el sueño le produjeran algún alivio. Sin embargo, nada ayudaba. “Me debilitaba día a día”. “Tenía los nervios destrozados, lleno de desesperación, incapaz de ver ni siquiera un rayo de esperanza. No tenía nada por qué vivir. Sentía que no me quedaba ni un amigo en el mundo, que hasta mi familia se había vuelto contra mí”.
Estaba profundamente deprimido y muy débil, tanto emocional como físicamente. Durmió poco y se despertó convencido de que ésa era la última noche de su vida. Escribió cartas de despedida a su esposa e hijo, diciendo que no esperaba vivir para ver el amanecer del nuevo día.
“Las cosas que quería decirles a mi esposa e hijos entraron precipitadamente en mi mente”, decía. “Me levanté, encendí la luz y escribí varias cartas. Por fin estaban listas. Las sellé, apagué la luz y regresé a la cama pensando que ahora sí podría dormir y no dudaba ni por un momento de cuando amaneciera, ya no estaría vivo”.
Después de escribir las cartas, Penney pudo dormir pero quedó asombrado al descubrir que esta vivo a la mañana siguiente. “Despertarme de nuevo fue una extraña sorpresa. Vagamente, sabía que debía haber una razón”, observó.
En ese momento, salió de su habitación y a bajó las escaleras, donde oía cantos provenientes de la capilla del hospital. Reconoció la letra de un viejo y conocido himno que cantaban: “Dios cuidará de ti”.
La curiosidad y desesperación lo llevaron a la capilla donde se sentó solo, y escuchaba la letra del ese himno. Lo que aconteció en su vida durante esos momentos al escuchar los himnos es impresionante y memorable. El señor Penney dijo:
Esos breves momentos transformaron completamente su vida. “Fue un gran alivio, para mi espíritu. Salí de esa habitación diferente, renovado. Había entrado encorvado con parálisis de espíritu, completamente a la deriva. Salí con la gran sensación de haberme liberado de la esclavitud de desear la muerte, y de sentir la pulsación de vida y esperanza. Había vislumbrado a Dios”, dijo.
Por mucho tiempo se rumoreó que las siglas J.C. del nombre de sus tiendas se referían a Jesucristo; sabemos que no era así pues eran las siglas de su propio nombre, aunque podemos estar seguros de que Dios fue para el una prioridad en su vida.
LA BIBLIA DICE:
“POR NADA ESTÉIS AFANOSOS, SINO SEAN CONOCIDAS VUESTRAS PETICIONES DELANTE DE DIOS CON TODA ORACIÓN Y SUPLICA, CON ACCIÓN DE GRACIAS” (FILIPENSES 4:6).
No sirve de nada preocuparse y dejar que el temor tome control de nuestra vida. El hijo de Dios debe siempre recordar que su Padre celestial está en control de todo y que ha prometido proveer todo lo que necesitamos, cuando dijo: “Nunca te dejaré ni te abandonaré”, nos está dando una promesa que nunca debemos olvidar . (Hebreos 13:5)
Jesús igualmente nos enseñó a no preocuparnos sobre qué comeremos o qué vestiremos, etc. etc., sino que nos dijo que lo primero en nuestra vida debe ser el buscar el reino de Dios y su justicia, y que todas las demás cosas nos serían añadidas. “Mirad las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” nos dice en Mateo 6:25-34. Este es uno de los pasajes de la Biblia que mas consuelo nos dan en los periodos de dificultades económicas, por lo que debemos memorizarlo para no dejarnos desanimar y para aumentar nuestra fe, tal como le sucedió a J. C. Penney.
Recuerda siempre que la palabra dice en Isaías 26:3
“Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.”
Fuente: Logos77/http://tecnoiglesia.com/

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