sábado, 12 de diciembre de 2015

VOLVAMOS A LA PALABRA






PLENARIA PRESENTADA POR EL PASTOR GADIEL RÍOS EN LA CONFERENCIA NACIONAL 2015 VOLVAMOS A LA PALABRA.

Introducción
Tengo una hermosa niña de 11 años que cursa 
el 6to grado en un colegio evangélico de la ciudad. En principio la mayoría de sus compañeros de clase provienen de familias cristianas. Sin embargo, en interacciones casuales con sus compañeras nos hemos dado cuenta del pobre conocimiento bíblico de estos niños “nacidos en el evangelio”, ya en edad pre-adolescente. Ni siquiera las consabidas historias dominicales de niños, los personajes mas comunes en las historias bíblicas (Abraham, Nehemías, etc.) le son conocidos.

Hablando acerca de este tema, el Dr. Jules Martínez me envió un reportaje de la revista US Today titulado: “Los estadounidenses sacan “F” en religión”. Según el artículo, encuestas muestran que el americano cristiano promedio no puede nombrar mas de 4 de los Diez Mandamientos, y 50% de los graduados de escuela superior piensan que Sodoma y Gomorra estaban casados. Dice el Rev. Joan Brown Campbell: “Estamos empobrecidos por la ignorancia. No puedes agarrarte de tu fe en los momentos de necesidad si solo tienes un entendimiento emocional y no un verdadero conocimiento del texto bíblico y sus enseñanzas.”
¿Qué nos ha pasado? ¿Es esta condición peligrosa?
Como nos decía anoche el pastor Lawson, somos responsables frente a Dios de lo que hemos hecho con lo que se nos ha dado. Y como ha dicho el pastor Mark Dever, solo hace falta una generación de padres que den por sentada la “conversión” de sus hijos, para que se pierda el evangelio mientras seguimos sentados en las bancas de la iglesia.

Judá: Una historia paralela
El profeta Jeremías ministró en el reino de Judá por un periodo de 40 años, profetizándole a los últimos 5 reyes que precedieron la caída de Jerusalén y el exilio a Babilonia. De hecho, Jeremías es llamado durante el reinado del rey Josías, en un corto periodo de avivamiento que ocurre entre largos períodos de apostasía rampante. Recordando que la Palabra nos está hablando acerca del pueblo de Dios (no de una nación pagana), es muy triste ver la manera en que la nación ofendía a Dios sin ningún cargo de consciencia.
¿Cuál era el pecado de Judá?
Por años los reyes que lideraban el pueblo habían oscilado entre servir al Señor y servir a dioses ajenos, prácticas traídas al pueblo por Salomón. Particularmente en Judá, el rey Manasés fue el epítome de la apostasía. Su padre Ezequías había liderado un retorno del pueblo a Dios. Manases dio marcha atrás a todas las reformas de su padre: Reinstituyó la idolatría pagana con altares en los montes, ¡metió ídolos en el templo!, y lleno la ciudad de violencia. Fue tanta su maldad que Dios decidió finalmente castigar a Judá con el exilio.
En el centro del problema espiritual de la ciudad estaban los sacerdotes y los profetas. Éstos, quienes eran los responsables de enseñar la Ley y exhortar al pueblo con la palabra de arrepentimiento, se habían vendido a la mentalidad de la época. Jeremías nos muestra los catastróficos resultados:
“Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?” (Jeremías 5:31)
“Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.  Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.” (Jeremías 6:13-14)
“Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron.” (Jeremías 14:18)
Ciertamente la gente de las naciones siguen caminos de maldad según el deseo necio de su corazón. La iglesia está puesta en el mundo para ser una contracultura radical, luz en las tinieblas, una voz profética en contra del pecado de la nación. Pero si los llamados a enseñar y exhortar a la grey, los pastores, somos negligentes en nuestra responsabilidad, produciremos una iglesia inefectiva, “una sal que no sala, sino que solo sirve para ser hollada”.

La necesidad de una avivamiento de la Palabra
¿Cuál es la manera de reavivar nuestra pasión por las cosas de arriba? ¿Qué necesitamos para sanar la herida de la iglesia de hoy?
El avivamiento que trajo el rey Josías nos da muy buenas pistas de cómo podemos retornar la iglesia a su lugar de efectividad.
Josías era un joven criado en el temor a Dios por su madre Jedida. Apenas a los dieciocho años, mirando desde afuera el edificio del templo, notó el deterioro del mismo. Entonces hizo lo que mejor le parecía: mandó a unos albañiles a “reparar las grietas” del templo.
Fue en esas obras de construcción, mientras movían muebles y gabinetes de un lado al otro, que el sumo sacerdote Hilcías encontró el “Libro de la Ley”. Las cosas estaban tan malas en Judá que hasta al máximo líder religioso del país se le había perdido la Palabra de Dios, y esto ¡dentro del mismo templo!
¿No es esto curioso? ¿A que se dedicaba este sacerdote en el templo entonces? ¿Qué estaba enseñando?
Pastores, recordemos que nuestra función primordial es la oración y el ministerio de la Palabra. ¡Lo demás está demás!
Hilcías no se atrevió a llevarle el libro al rey; lo envió con el escriba. Y aquí llega la clave: cuando leyeron al rey “el libro”, se les hizo claro a todos la pésima condición del pueblo y el grandísimo riesgo en que todos se encontraban. ¡No hay mejor manera de despertar el temor a Dios en el corazón de la iglesia y de comenzar un avivamiento de verdadero arrepentimiento y conversión, que volviendo a la Palabra!

Conclusión: ¿Cuál es el llamado hoy?
¿Por qué estamos aquí hoy?
Porque la iglesia está enferma y necesita sanarse, y esto con premura, antes de que llegue la hambruna de la cual escuchamos ayer.
Al menos en nuestra amada isla de Puerto Rico, por los últimos 30 años hemos permitido una peligrosa mezcla de doctrina evangélica sana, con herejías como el evangelio de la prosperidad, la súper-fe, las manifestaciones extremas, y prácticas religiosas cuasi-ocultistas no sancionadas por la Palabra.
¿Cuál es el resultado?
Una iglesia evangélica que necesita re-evangelizarse. Como solía decir el pastor John Stott cuando hablaba de la iglesia en Sur África, en Puerto Rico somos “la iglesia que mide una milla de ancho, pero tiene solo una pulgada de profundidad”. Predicamos en nuestros púlpitos las mil y una maneras para que nuestra gente “logre sus sueños”, en vez de predicar que los sueños son producto de un corazón engañoso, y que lo que realmente necesitamos es someter nuestra vida a la perfecta voluntad de Dios, ¡entrando en Su historia, para Su gloria!
Para hacer esto, necesitamos enamorarnos nuevamente de la Palabra de Dios, de su doctrina, de su Ley. Que nuestra predicación y enseñanza sea bíblica y ungida, de tal manera que el pueblo de Dios se levante con fuerza, gracia y autoridad espiritual, a servir a un mundo en ruinas y desesperación.
Pastores que estamos llamados a cuidar la grey, rogamos hoy por amor a Dios, rogamos hoy por piedad del pueblo que nos toco cuidar, por amor a nuestro llamado, les rogamos como atalayas de Dios, ¡Volvamos a la Palabra!

Fuente: 
PASTOR GADIEL

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Al Maestro con cariño