Por: Julio César Barreto
"También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos…" (2 Tim. 3:1).
Mi esposa me comentaba recientemente acerca de un joven, que
fue ingresado en una Clínica de esta ciudad de Maturín, con una herida en el rostro, ocasionada por un
disparo que le efectuó un delincuente para someterlo y robarle su
vehículo. El impacto del proyectil le destruyó el maxilar superior e inferior y
consecuentemente toda su dentadura.
Desfiguraron así a una persona joven, en edad productiva. Todo porque un hombre de estos tiempos; implacable, sin
afecto natural, cruel e impetuoso, no le tembló el pulso para alar el gatillo y
disparar en pleno rostro a otro ser humano.
Esto es apenas una prueba de que la Palabra Profética se
está cumpliendo ante nuestros ojos. Dios no miente, Él ya lo dijo y nosotros lo
estamos viviendo sin más ni menos. Ni una tilde quedará sin cumplirse.
A propósito de este lamentable incidente, y ya que
estamos hablando de tiempos
peligrosos, quiero aprovechar la ocasión
para hablarles de “3 Peligros que amenazan a los creyentes y de los
cuales , estos deben tener sumo cuidado”. Sí
el creyente se descuida, puede ser seriamente deñado por alguno de estos
proyectiles que el diablo disparará, no
al rostro, sino al corazón, porque él sabe que del corazón mana la vida (Prov.
4:23).
¿Cuáles son estos 3 peligros?
Primer
Peligro: El Enfriamiento del Amor:
Jesús dijo:
Jesús dijo:
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos
se enfriará” (Mateo 24:12).
Una acción repercutirá en la reacción de otra. La multiplicación
de la maldad en los tiempos finales, (dijo Jesús) traerá como consecuencia
inmediata, el enfriamiento del amor en la humanidad. De esto (parece que) no
escaparán algunos creyentes.
Aprovechando Satanás que la maldad imperará en el mundo
entero, él usará esta circunstancia para
desalentar, desinformar, y decirle a las
personas cosas como estas: Sí hay un Dios, sí Dios existe; ¿Por qué hay
entonces tanta maldad?
El Diablo, siendo él mismo el que provoca toda especie de
maldad en el mundo entero, no le dirá a la gente: “Yo soy el causante de los males de la humanidad, yo
tenté a Eva e hice caer a los primeros
seres humanos de su lugar de autoridad y de perfección que Dios les
otorgó”. Él tampoco les dirá: “Yo pequé
contra el Dios Altísimo que me creó, yo me rebelé contra Él en el cielo, yo
odio a los seres humanos, y los quiero destruir”.
No estoy solo, tengo un ejército de ángeles caídos que son
como yo; malos, mentirosos, crueles, que obedecen fielmente mis instrucciones.
El Diablo no confesará esto jamás
a los atribulados seres humanos, sino que para continuar con su
permanente engaño les dirá: “Sí Dios es
bueno (como dicen los cristianos); ¿Por qué permite que exista el mal? ¿Por qué
no acaba con los malos?”
Con estos argumentos, el logrará desmotivar a muchos seres humanos para que no
se vuelvan a Dios. Muchas son y serán las personas que mal influenciadas por
estas interrogantes capciosas dirán: ¡Es verdad! ¡Dios no existe!, porque si
existiera no permitiría tanta maldad.
En este error incurrirán algunos que un tiempo estuvieron
asistiendo a una iglesia, y se encontraban muy entusiasmados y perseveraban en
ellas. Pero cuando oyeron estas palabras y fueron víctimas de la agobiante
maldad que impera en nuestro actual mundo, entonces volvieron atrás. Esto está sucediendo ante nuestros ojos, y en los años por venir
se incrementará el número de los que el amor se les habrá enfriado.
¿Qué consecuencias le sobrevendrá al
que se le enfríe el amor?
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Apoc. 2:4)
La más grave consecuencia será: Dejar de amar a Dios.
Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es:" ... amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal
mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12: 229-31)
Al dejar de amar al Creador,
la persona deja de amar a su prójimo. El que no ama a alguien, le queda
solamente la opción de Aborrecer (odiar), y
al incurrir en esta falta, se convierte entonces en un homicida.
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es
amor. (1 Juan 4:8).
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en
que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.
Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y
sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. (1 Juan 3: 14-15).
Segundo Peligro:
Algunos creyentes dejarán de congregarse
Otro de los males que
amenaza constantemente a los creyentes
es este. Una cosa (insisto) traerá como consecuencia la otra. Muchos
cristianos, sobre todo los “Nominales” (Que solamente existe de nombre, pero no
es en realidad lo que ese nombre designa) caerán en la trampa de abandonar sus
respectivas congregaciones.
Así será más fácil
para Satanás, completar la ruina de muchos creyentes en el mundo entero.
Pero preguntémonos ¿Por qué el Diablo busca apartar a los creyentes de
las iglesias?
Las iglesias (Congregaciones locales diseminadas en pueblos, ciudades) son lugares destinados por la voluntad de nuestro Dios para que su pueblo le adore, le
alabe, para que los hijos de Dios tengan comunión los unos con los otros, para que
ejerzan su sacerdocio como intercesores
delante de Dios, por todos los hombres.
Pero también es importante reseñar, que la Iglesia es el lugar
especialmente creado para que el pueblo de Dios sea edificado, por medio de la
enseñanza de la Palabra de Dios, y crezcan así en el conocimiento de nuestro
Dios.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo; Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error.
Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en
todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. (Efesios 4: 11-16).
Por todo esto es que el
autor de la Carta a los hebreos dijo:
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de
nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al
amor y a las buenas obras;
No dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se
acerca. (Hebreos 10: 23-25).
Tercer Peligro:
Entrarán a las Congregaciones “Lobos Rapaces”
Algunos que estaban
asistiendo a las congregaciones, serán seducidos para que las abandonen. Y esto
les sucederá (sobre todo) porque se endurecieron para no escuchar, ni obedecer, la voz de Dios que les amonestaba para que
volvieran a su congregación (Iglesia local).
Pero un importante remanente
de Dios permanecerá fiel, asistiendo a
sus congregaciones. Entonces Satanás
disparará otro misil, tan peligroso o más que los dos anteriormente mencionados. El enemigo de nuestras almas, introducirá encubiertamente
en la iglesia del Señor “Lobos Rapaces”. Estos
tendrán (y ya desde hace tiempo la están ejecutando) la misión perversa,
diabólica, de introducir herejías destructoras, apartar de la fe verdadera el
corazón de muchos cristianos. Los seducirán con palabras inflamadas que excitarán los ánimos, los deseos o las pasiones (las desigualdades sociales acaban por inflamar los odios entre las personas).
Esto
hará que algunos creyentes se vuelvan orgullosos, altivos, vanagloriosos. Se
creerán dioses y algunos llegarán al extremo de negar al Dios que los creó.
En este sentido profetizaron los siervos de Dios:
Judas:
Porque algunos hombres han entrado
encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta
condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. (Judas 4).
Pablo:
Pablo:
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en
medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen
cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.
Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de
noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. (Hechos 20: 25-28).
Pedro:
Pedro:
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo,
como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente
herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre
sí mismos destrucción repentina.
Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los
cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería
de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la
condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. (2 Pedro 2: 1-3).
Definitivamente (no queda
duda alguna) que los tiempos que vivimos, son finales y muy peligrosos. Los
creyentes en Jesucristo, tenemos ante sí
un enorme reto; luchar legítimamente por la defensa de nuestra fe,
mantenernos firmes en ella, porque el que persevere hasta el fin, este será
salvo (palabras dichas por nuestro Señor Jesús) Mateo 24:13.
Debemos ser agradecidos para
con Dios (nuestro amado Padre Celestial) que nos envió un Salvador glorioso,
que es Cristo Jesús (Señor nuestro). Permanezcamos firmes (lo digo otra vez) y
no olvidemos este consejo de Dios que fue escrito para la iglesia de todos los
tiempos:
Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras
que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá
burladores, que andarán según sus malvados deseos.
Estos son los que causan divisiones; los sensuales,
que no tienen al Espíritu.
Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra
santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
Conservaos en el amor de Dios, esperando la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros
tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su
carne.
Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y
presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.
Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y
majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén. (Judas 17-24).
No hay comentarios:
Publicar un comentario