martes, 1 de diciembre de 2015

3 PELIGROS PARA LOS CRISTIANOS DEL TIEMPO FINAL




Por: Julio  César Barreto

"También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos…" (2 Tim. 3:1).

Mi esposa me comentaba recientemente acerca de un joven, que fue ingresado en una Clínica de esta ciudad de Maturín,  con una herida en el rostro, ocasionada por un disparo que le efectuó un delincuente para someterlo y robarle su vehículo.  El impacto del proyectil  le destruyó el maxilar superior e inferior y consecuentemente toda su dentadura.

Desfiguraron así a una persona  joven, en edad productiva. Todo porque  un hombre de estos tiempos; implacable, sin afecto natural, cruel e impetuoso, no le tembló el pulso para alar el gatillo y disparar en pleno rostro a otro ser humano.

Esto es apenas una prueba de que la Palabra Profética se está cumpliendo ante nuestros ojos. Dios no miente, Él ya lo dijo y nosotros lo estamos viviendo sin más ni menos. Ni una tilde quedará sin cumplirse.

A propósito de este lamentable incidente,  y ya que  estamos  hablando de tiempos peligrosos, quiero aprovechar la ocasión  para hablarles de “3 Peligros que amenazan a los creyentes y de los cuales , estos deben tener sumo cuidado”. Sí  el creyente se descuida, puede ser seriamente deñado por alguno de estos proyectiles  que el diablo disparará, no al rostro, sino al corazón, porque él sabe que del corazón mana la vida (Prov. 4:23).
¿Cuáles son estos 3 peligros?

Primer Peligro: El Enfriamiento del Amor:

Jesús dijo:

“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).


Una acción repercutirá en la reacción de otra. La multiplicación de la maldad en los tiempos finales, (dijo Jesús) traerá como consecuencia inmediata, el enfriamiento del amor en la humanidad. De esto (parece que) no escaparán algunos creyentes.

Aprovechando Satanás que la maldad imperará en el mundo entero, él usará  esta circunstancia para desalentar, desinformar,  y decirle a las personas cosas como estas: Sí hay un Dios, sí Dios existe; ¿Por qué hay entonces tanta maldad?

El Diablo, siendo él mismo el que provoca toda especie de maldad en el mundo entero, no le dirá a la gente: “Yo soy  el causante de los males de la humanidad, yo tenté a Eva  e hice caer a los primeros seres humanos de su lugar de autoridad y de perfección que Dios les otorgó”.  Él tampoco les dirá: “Yo pequé contra el Dios Altísimo que me creó, yo me rebelé contra Él en el cielo, yo odio a los seres humanos, y los quiero destruir”.

No estoy solo, tengo un ejército de ángeles caídos que son como yo; malos, mentirosos, crueles, que obedecen fielmente mis instrucciones. El Diablo  no confesará esto  jamás  a los atribulados seres humanos, sino que para continuar con su permanente engaño les dirá:  “Sí Dios es bueno (como dicen los cristianos); ¿Por qué permite que exista el mal? ¿Por qué no acaba con los malos?”

Con estos argumentos, el logrará  desmotivar a muchos seres humanos para que no se vuelvan a Dios. Muchas son y serán las personas que mal influenciadas por estas interrogantes capciosas dirán: ¡Es verdad! ¡Dios no existe!, porque si existiera no permitiría tanta maldad.

En este error incurrirán algunos que un tiempo estuvieron asistiendo a una iglesia, y se encontraban muy entusiasmados y perseveraban en ellas. Pero cuando oyeron estas palabras y fueron víctimas de la agobiante maldad que impera en nuestro actual mundo, entonces volvieron atrás.  Esto está sucediendo  ante nuestros ojos, y en los años por venir se incrementará el número de los que el amor se les habrá enfriado.

¿Qué consecuencias le sobrevendrá al que se le enfríe  el amor?


Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Apoc. 2:4)

La más grave consecuencia será: Dejar de amar a Dios.


Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es:" ... amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.  (Marcos 12: 229-31)


Al dejar de amar al Creador, la persona deja de amar a su prójimo. El que no ama a alguien, le queda solamente la opción de Aborrecer (odiar), y  al incurrir en esta falta, se convierte entonces en un homicida.

El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. (1 Juan 4:8).

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.

Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.  (1 Juan 3: 14-15).



Segundo Peligro: Algunos creyentes dejarán de congregarse


Otro de los males que amenaza  constantemente a los creyentes es este. Una cosa (insisto) traerá como consecuencia la otra. Muchos cristianos, sobre todo los “Nominales” (Que solamente existe de nombre, pero no es en realidad lo que ese nombre designa) caerán en la trampa de abandonar sus respectivas congregaciones.

Así será más fácil  para Satanás, completar la ruina de muchos creyentes en el mundo entero. Pero preguntémonos  ¿Por qué  el Diablo busca apartar a los creyentes de las iglesias?

Las iglesias (Congregaciones locales diseminadas  en pueblos, ciudades) son lugares  destinados por la voluntad de  nuestro Dios para que su pueblo le adore, le alabe, para que los hijos de Dios tengan comunión los unos con los otros, para que ejerzan su sacerdocio  como intercesores delante de Dios, por todos los hombres.  Pero también es importante reseñar, que la Iglesia es el lugar especialmente creado para que el pueblo de Dios sea edificado, por medio de la enseñanza de la Palabra de Dios, y crezcan así en el conocimiento de nuestro Dios.


Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.

Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.  (Efesios 4: 11-16).


Por todo esto es que el autor de la Carta a los hebreos dijo:

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10: 23-25).


Tercer Peligro: Entrarán a las Congregaciones “Lobos Rapaces”


Algunos que estaban asistiendo a las congregaciones, serán seducidos para que las abandonen. Y esto les sucederá (sobre todo) porque se endurecieron para no  escuchar, ni obedecer,  la voz de Dios que les amonestaba para que volvieran a su congregación (Iglesia local).

Pero un importante remanente de Dios  permanecerá fiel, asistiendo a sus congregaciones.  Entonces Satanás disparará otro misil, tan peligroso o más que los dos anteriormente mencionados.  El enemigo de nuestras almas, introducirá encubiertamente en la iglesia del Señor “Lobos Rapaces”. Estos  tendrán (y ya desde hace tiempo la están ejecutando) la misión perversa, diabólica, de introducir herejías destructoras, apartar de la fe verdadera el corazón de muchos cristianos. Los seducirán con palabras inflamadas que excitarán  los ánimos, los deseos o las pasiones (las desigualdades sociales acaban por inflamar los odios entre las personas).

Esto hará que algunos creyentes se vuelvan orgullosos, altivos, vanagloriosos. Se creerán dioses y algunos llegarán al extremo de negar al  Dios que los creó.

En este sentido profetizaron los siervos de Dios:

Judas:

Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. (Judas 4).

Pablo:

Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.
Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.  (Hechos 20: 25-28).

Pedro:


Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.


Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. (2 Pedro 2: 1-3).


Definitivamente (no queda duda alguna) que los tiempos que vivimos, son finales y muy peligrosos. Los creyentes en Jesucristo, tenemos ante sí  un enorme reto; luchar legítimamente por la defensa de nuestra fe, mantenernos firmes en ella, porque el que persevere hasta el fin, este será salvo (palabras dichas por nuestro Señor Jesús) Mateo 24:13.
Debemos ser agradecidos para con Dios (nuestro amado Padre Celestial) que nos envió un Salvador glorioso, que es Cristo Jesús (Señor nuestro). Permanezcamos firmes (lo digo otra vez) y no olvidemos este consejo de Dios que fue escrito para la iglesia de todos los tiempos:

Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.

Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.
Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.

A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.

Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.

Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.  (Judas 17-24).

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