Estaba bastante satisfecho con la compra de unos zapatos que había hecho en unos exclusivos almacenes. Más o menos una semana después, un día lluvioso, tenía mucha prisa y me puse los zapatos rápidamente antes de salir a la ciudad. Aterrado, experimenté una sensación húmeda en el zapato derecho: ¡tenía un agujero! Acudí de vuelta a los grandes almacenes para quejarme del calzado. Cuando me presenté en la oficina de Atención al Cliente, la empleada revisó ambos zapatos y dijo: “Efectivamente, señor: el zapato derecho tiene un agujero. Pero, usted solo compró en esta tienda el zapato izquierdo”. Mi disculpa fue tan fugaz como mi salida.
Philip Carroll, Canadá
Fuente: readersdigestselecciones.es
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