“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree…” (Romanos 1:16)
Por:
Julio César Barreto
NO ME AVERGUENZO DEL EVANGELIO
Es común en
este mundo que las personas se avergüencen de otras, al punto de no querer
juntarse con ellas. Esto suele suceder por variadas razones (según el prejuicio
de cada quien):
Las personas
se avergüenzan de otras por:
El
color de la piel
Su
condición económica
Motivos
raciales, culturales
Motivos
religiosos
Este último
caso (Motivos religiosos) merece mención especial. Saulo no solo se avergonzaba
de los cristianos, sino que los odiaba,
los perseguía. Saulo era un Yihadista de su época, dispuesto a perseguir a los
creyentes en “Jesús”, dispuesto estaba a meterlos en la cárcel, apedrearlos
(regularmente hasta la muerte).
Este
conflicto sigue presente en nuestro tiempo; las personas se avergüenzan las
unas de las otras, y al igual que Saulo de Tarso; hoy también muchos sienten
ameno de los cristianos, y no quieren juntarse con ellos. Algunos (a semejanza
de Saulo) van más allá, persiguen a los cristianos, los insultan, los ultrajan
y hasta llegan al extremo de quitarles la vida.
EL EVANGELIO ES PODER DE DIOS
¿Qué fue lo
que sucedió para que Saulo cambiara de opinión en cuanto al Evangelio?
Las
Escrituras nos dicen que este hombre perseguidor de los cristianos, iba camino
a la ciudad de Damasco para continuar con la persecución a los creyentes, pero
dijo él, que en el camino se le apareció “Jesús” y fue tan poderosa la luz que
emanaba de Él, que quedó ciego instantáneamente y cayó derribado al suelo.
Saulo dice en su testimonio: “Pregunté: ¿Quién eres Señor? Y la voz le respondió: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Saulo le hizo una segunda pregunta al Señor: ¿Qué quieres que haga? – Entra en la ciudad – respondió el Señor – y se te dirá lo que debes hacer.
Saulo dice en su testimonio: “Pregunté: ¿Quién eres Señor? Y la voz le respondió: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Saulo le hizo una segunda pregunta al Señor: ¿Qué quieres que haga? – Entra en la ciudad – respondió el Señor – y se te dirá lo que debes hacer.
Este Saulo,
otrora un hombre prepotente, orgulloso, quedó reducido en cuestión de minutos a
un hombre ciego, que tenía que ser llevado de la mano por otros para que lo guiaran. Las Escrituras dicen que
Dios preparó los siguientes acontecimientos
para devolverle la vista a Saulo y llenarlo del Espíritu Santo:
“Entonces
Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que,
llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver,
y no comió ni bebió.
Había entonces en Damasco un discípulo llamado
Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí,
Señor
Había entonces en Damasco un discípulo llamado
Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí,
Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y
busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y
ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos
encima para que recobre la vista.
Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun
aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que
invocan tu nombre.
El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me
es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de
los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por
mi nombre.
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo
sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en
el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas
lleno del Espíritu Santo.
Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y
recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. Y habiendo tomado
alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos
que estaban en Damasco.
En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas,
diciendo que éste era el Hijo de Dios. (Hechos 9: 8-20)
Al recuperar (por el Poder de Dios) la vista,
ser lleno del Espíritu Santo, y ser bautizado, Saulo pudo apreciar en su justa
dimensión, lo que realmente es el Evangelio. Luego en el tiempo escribió estas
palabras: “El Evangelio es Poder de Dios”.
A semejanza de Saulo de Tarso, los cristianos de
todos los tiempos le seguimos diciendo a la humanidad: El Evangelio cambia, el
Evangelio es una excelente noticia, el Evangelio señores es “Poder de Dios”.
Las religiones no pueden hacer nada por la
humanidad. Al contrario, le hacen perder un tiempo valioso, y hasta sus propias
vidas. El que profesa alguna de ellas (llamese como se llame) sigue muerto, porque estas no
tienen poder.
Religión es el esfuerzo que las personas (algunas
inclusive con sinceridad) hacen por tratar de
llegar a Dios, pero sin lograrlo. El Evangelio es la
buena noticia de que Dios llega hasta el hombre y la mujer para sanarlos de sus
enfermedades, liberándolos de los malos espíritus que esclavizan a los seres
humanos.
El Evangelio cambia, transforma al borracho en un
hombre sabio, responsable y cuidador de su casa, de su familia. El Evangelio
cambia al mentiroso y este llega a ser una persona honesta, creíble, en la que
se puede confiar.
El Evangelio cambio a hombres y mujeres adúlteros,
infieles y estos llegan a ser personas fiables, nobles, fieles, buenos,
cariñosos. Todo esto lo pudo comprobar Saulo de Tarso, y por eso dijo con
determinación: “El Evangelio es Poder de Dios”.
EL EVANGELIO ES SALVACION A TODO AQUEL QUE CREE
Dios envió la
buena noticia al mundo entero: “El Evangelio es Salvación a todo aquel que
cree”. ¿Salvos de qué? Bueno, salvos
aquí en este mundo de las cadenas que atan a los seres humanos y los
mantienen esclavizados del pecado. Pero el Evangelio es más poderoso aun,
porque cuando la persona cree esta buena noticia, Dios le concede no solo ser
salvo aquí en la tierra, sino que al morir, su alma es llevada por los ángeles de cielo a la mismísima
presencia de Dios, para vivir con Él por la eternidad.
Dios le
permitió a Saulo ver la ciudad de Dios y por eso dijo: “El Evangelio salva a
los que creen”.
Amigo(a); Los
tabloides, la prensa mundial está plagada de noticias desconsoladoras, pero
desde el cielo nos ha llegado una preciosa noticia: Y estos son
los algunos de los titulares de la Prensa Celestial:
“EL EVANGELIO CAMBIA”, “EL EVANGELIO ES PODER DE DIOS”, “EL EVANGELIO
SALVA (LIBRA DE UNA CONDENACIÓN ETERNA).
Lo único que
tiene que hacer el ser humano es “CREER”. Creer es aceptar algo como cierto.
Nosotros los creyentes en Cristo somos testigos del “Poder de Dios”, por eso te
anunciamos este Evangelio y te sugerimos con amor: ¡Cree en el Evangelio! ¡Cree
en Jesús! Y experimenta su Poder Salvador.
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