Por: Julio
César Barreto
Gústele al
mundo o no, Israel es el pueblo escogido de Dios. Esto lo afirma una y otra vez
la Palabra de Dios. La elección fue hecha de entre todas las naciones: “Porque
eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un
pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra” (Dt. 14:2).
Los judíos
no fueron escogidos por sus méritos sino porque Dios los ama. “No por ser
vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues
vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino por cuanto
Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres” (Dt.
7:7-8).
Esta verdad
fue confirmada aun en medio de apostasía y desobediencia: “A vosotros solamente
he conocido de todas las familias de la tierra” (Am. 3:2). Aun en los tiempos
del Nuevo Testamento, cuando la Iglesia ya había sido establecida, Dios
reafirmó su elección. Pablo pregunta; ¿Ha desechado Dios a su pueblo? Y la
contestación es bien clara: “En ninguna manera… No ha desechado Dios a su
pueblo, al cual desde antes conoció” (Ro. 11: 1-2).
Recientemente
pude leer una noticia publicada en los portales digitales que decía:
“…6.000 rabinos y líderes comunitarios judíos participaron en la Conferencia
Internacional de Chabad-Lubavitch. Estuvieron presentes los representantes de
las comunidades judías de más de 75 países.
Los líderes judíos acordaron que había llegado el
momento de anunciar la solicitud para Dios al cual le pedirán que ‘acelere’ la llegada
del Mesías. Por lo que sabemos, es la primera vez en la historia que hay un
movimiento coordinado de este tipo, lo que incluye la mayoría de las
comunidades judías de todo el mundo.
Las palabras clave fueron: “Decidimos, atendiendo el pedido del público, que Dios Todopoderoso acelere el fin y
revele al Mesías ante nuestros ojos “.
Su declaración fue bien recibida por todos los rabinos presentes con
un caluroso “Amén.” Inmediatamente, comenzaron a cantar “¡Queremos
al Mesías ahora! ¡No queremos esperar!”, esta es una vieja canción,
conocida por todos los judíos hssídicos”
Noticias como estas me hacen
recordar las palabras escritas en Mateo
23: 37-39
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y
apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos,
como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito
el que viene en el nombre del Señor”.
Jesús dijo: “Vendré otra vez” (Jn. 14:3). Podemos estar seguros que así
lo hará. Pablo escribe que el Señor descenderá del cielo y que los muertos en
Cristo resucitarán y los vivientes serán
arrebatados (1 Ts. 4: 16-17). Podemos
esperar confiadamente que justamente esto sucederá. Por otra parte,
cuando Juan profetizó que las aguas del rio Éufrates se secarán para dar paso
al ejército de los reyes del Oriente (Ap. 16:12), podemos estar convencidos de
que todo esto acontecerá algún día.
Aunque sabemos que los eventos profeticos para Israel y los de la Iglesia son en tiempos diferentes, sin embargo, una cosa es común a ambos pueblos: Esperamos a "Jesús"
Aunque sabemos que los eventos profeticos para Israel y los de la Iglesia son en tiempos diferentes, sin embargo, una cosa es común a ambos pueblos: Esperamos a "Jesús"
Podemos encarar el futuro con plena confianza de que la Palabra de Dios
se cumplirá tal como está escrita.
Nuestro Señor dijo que ni una jota ni una tilde quedará sin cumplirse (Mt.
5:17-18), lo que nos asegura que se
cumplirá hasta el más mínimo detalle.
Cristo vino al mundo tal como Dios lo
había anunciado previamente mediante los profetas. Y esto es garantía de que Él
vendrá otra vez como lo prometió. ¡Yo lo creo!
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