lunes, 23 de noviembre de 2015

La oración de fe…¿sanará al enfermo?



  


Por: Pr. Miguel Nuñez


Y la oración de fe restaurará (sanará) al enfermo”, Santiago 5:15
En nuestros días, este es uno de esos versículos muy conocidos por muchos, pero bien interpretado solo por unos pocos. Esto es entendible a la luz de cómo hemos visto que las Escrituras son manejadas hoy. Aunque este no es un tratado de hermenéutica, es esencial que antes de ver este texto en específico establezcamos algunos principios que nos llevarán a entender mejor no solo este versículo, sino toda la Biblia.
En primer lugar recordemos que Pablo le enseña a Timoteo la necesidad de interpretar las Escrituras con extremo cuidado: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad,” (2 Tim 2:15). La labor del maestro de la Palabra no es solo interpretarla, sino hacerlo correctamente, hasta el punto de ser preciso en lo que enseña. Lo que estamos enseñando es la Palabra de Dios, la manera en que Él piensa. ¡Qué tremenda responsabilidad!
En segundo lugar, todo texto de la palabra puede ser malinterpetado, ya sea que por entender mal lo leído, entender menos de lo que el texto dice, o por creer que el texto dice más de lo que dice. En tercer lugar, los textos son mal interpretados frecuentemente conforme a las corrientes de malas enseñanzas del momento.
En este sentido, el texto que estamos analizando encuentra su mala interpretación más frecuentemente en el mundo de hoy dentro del movimiento de la “súper fe”  o de  “proclámalo y recíbelo”. Estos movimientos enseñan con toda liberalidad que nuestras palabras tienen poder al ser pronunciadas, y que podemos crear la realidad la realidad siempre y cuando tengamos suficiente fe.
Un análisis de la Escritura nos muestra que esa premisa es totalmente errónea. Recordemos que Jesús sanó gente que ni siquiera sabía quién Él era, como aquel hombre que había nacido ciego en Juan 9, quien solo supo quién era Jesús después de ser sanado (Jn. 9:34-38). Igual sucedió con el paralítico en la piscina de Betesda, donde vemos que “el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sigilosamente, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar” (Jn. 5:13).
Si le agregamos a esto que el apóstol Pablo, el gran misionero que supo sanar a muchos, no pudo sanarse a sí mismo (2 Cor. 12:8-9), parece claro que lo importante para la sanación es la soberanía de Dios. La sanidad depende de la voluntad que supo sanar a gente que ni le conocía y que negó la sanación a personas que no solo le conocían, sino que ellos mismos tenían el don de sanación. Esto es consistente con lo que revela 1 Juan 5:14: “Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye”. Santiago está de acuerdo con esta verdad que Juan menciona, pues dice un poco antes de nuestro texto, “Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” ( Stg. 4:15).

El texto en su contexto

Ahora estamos listos para interpretar a Santiago 5:15. Para comenzar, tenemos que colocar este versículo en su contexto inmediato, para luego hacerle preguntas y llegar a conclusiones en base a la Biblia. DiceSantiago 5:13-18:
“¿Sufre alguien entre ustedes? Que haga oración. ¿Está alguien alegre? Que cante alabanzas. ¿Está alguien entre ustedes enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe restaurará (sanará) al enfermo, y el Señor lo levantará. Si ha cometido pecados le serán perdonados. Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración (súplica) eficaz del justo puede lograr mucho. Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Oró de nuevo, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto”.
Primera pregunta: ¿De qué está hablando el texto? De la oración. Esto lo sabemos puesto que la oración es mencionada en cada versículo:
  • V13b: “Que haga oración.”
  • V14b: “y que ellos oren por él…”
  • V15: “y la oración de fe…”
  • V16: “y orad unos por otros…”
  • V17: “y oró fervientemente para que no lloviera…”
  • V18: “Y otra vez oró…”
Primera conclusión: El tema es oración y confianza en el Señor para lidiar con diferentes situaciones en nuestras vidas, no la sanación por fe.
Segunda pregunta: ¿Cómo sabemos que no se trata solo de la oración para sanidad? Porque el texto muestra la oración en conexión con diferentes problemas del creyentes y no solo en relación a enfermedades:
  • La oración es conectada con el sufrimiento: “¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración” (13a). El sufrimiento es un tema importante en la epístola de Santiago desde el inicio (1:2). La oración en medio del dolor expresa confianza a Dios.
  • La oración es conectada con los buenos tiempos: ¿Está alguno alegre? Que cante alabanzas”(13b). El cantar alabanzas es una especie de oración cantada, porque al cantar ponemos música al deseo de nuestros corazones. La oración en medio de los buenos tiempos expresa agradecimiento a nuestro Creador.
  • La oración es conectada con las enfermedades: “¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor” (14).
  • La oración es conectada con la enfermedad y la posible presencia de pecado en nuestras vidas: “y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados. Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados” (15-16). Sabemos que no toda enfermedad es el resultado de pecado (Jn. 9:1-3). También sabemos que algunas enfermedades sí son el resultado de pecado en la vida de los creyentes (1 Cor. 11:27-30). En esos casos, ¿qué hacemos? Oramos y confesamos nuestros pecados unos a otros para sanación, nos dice este texto. Aquí vemos que la fe sola no es suficiente para estos casos: tenemos que 1) orar, 2) tener fe en Dios y, 3) confesar nuestros pecados, caminando en santidad delante de Dios. No negamos el valor de la fe, como declara Santiago en 1:6-7. Pero la fe no es una garantía de sanación.
  • La oración es conectada con la intervención de Dios para resolver problemas de la disfunción de la naturaleza afectada por el pecado: “Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto”(17-28).
Segunda conclusión: Santiago conecta la oración en este texto no solo a las enfermedades sino también a: al sufrimiento, con los buenos tiempos, con las enfermedades, con el arrepentimiento y perdón de pecados, y aún con la disfunción de la naturaleza. Este entendimiento es vital.
Tercera conclusión: En todos estos casos, el creyente debe tener confianza en Dios para resolver cada uno de esos problemas, pero conforme a Su voluntad.
Nos quedan algunos aspectos importantes en este texto que no podemos dejar fuera.

El llamado a los ancianos a orar

“¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él… (14a)
Desde muy temprano en la iglesia, Dios ha reconocido el rol de los pastores en la oración por las diferentes necesidades de la congregación (cp. los apóstoles dedicados a la palabra y a la oración, Hch. 6:4). Parte de la función de estos ancianos que están siendo llamados es determinar si hay alguna conexión entre la enfermedad y la vida de pecado o no del creyente. Parte de su función también sería determinar en oración, reflexión y multiplicidad de consejo, en qué dirección pudiera estar dirigiendo Dios. ¿Está Dios guiándonos a la oración por sanación, a la oración por gracia para sobrellevar la enfermedad, a la oración por ambas cosas cuando hay una falta de claridad? Esa es una función de los ancianos y no de la oveja enferma. De ahí la necesidad de llamar a los ancianos.  ¿No podrían otros orar por sanación? ¡Claro! El texto nos manda a orar unos por otros (16). El enfermo mismo debe orar. Pero los ancianos deben ayudarle a entender o a encontrar la voluntad de Dios para saber cómo orar.

La unción con aceite

“Ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor” (14b).
Creo que es obvio que el énfasis del pasaje no está en el aceite, sino en la oración, que es el tema del pasaje completo. En la antigüedad algunos usaban el masaje con aceite con la idea de que tenía propiedades medicinales. Pero no hay evidencia de que el aceite fuera usado para todo tipo de enfermedades, y si el aceite solo tenía propiedades medicinales, no se requeriría de los ancianos para llevar a cabo esta función. Por otro lado, el aceite sí fue usado en muchos casos para consagrar a Dios, incluyendo a reyes y sacerdotes. Consagrar es apartar para Dios. “Concluimos por tanto, que el ‘ungir’ en el v14 se refiere a una acción física con significado simbólico… En la medida en que los ancianos oran, ellos han de ungir al enfermo para simbolizar que esa persona está siendo consagrada para atención y cuidado especial de parte de Dios”[1].

Oración del justo

La oración eficaz del justo puede lograr mucho (16b)
El justo puede aludir a todo aquel que ha sido justificado por Dios a través del sacrificio de Jesús. Ahora como hijo de Dios, él puede interceder ante el trono y saber que será escuchado. También puede aludir al hecho de que aquellos que caminan en integridad de corazón de delante de Dios son escuchados por Él de manera especial. Esto es así porque, por un lado, el pecado nos aleja de Dios (Sal. 66:18), y por el otro, el hombre que camina con Dios con frecuencia tiene mayor facilidad para discernir la voz de Dios, lo cual es muy difícil para aquel que vive en pecado.
Las palabras de Pablo en Romanos 12: 1-2, donde nos dice que “presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable (agradable) a Dios…para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios”. Aquí hay una conexión evidente entre el vivir en santidad y el discernir la voluntad de Dios. Y como sabemos “que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye,” (1 Juan 5:14), entonces podemos ver la razón por la que Santiago también dice que la oración del justo puede lograr mucho.
Santiago 5:15 no es una promesa incondicional de sanación si oramos con fe. Si este fuera el caso, lo único que la palabra dijera es que si hay fe, la respuesta sería siempre sí. Pero como hemos visto, la palabra revela que por encima de nuestra voluntad, y aun por encima de nuestra fe, está la voluntad soberana de Dios. A la luz de todo el consejo de Dios, sabemos que la oración es importante no solo en caso de enfermedad, sino en todos los casos. Además sabemos que la fe juega un rol en las intervenciones de Dios (cp. Mat. 13:58). Finalmente, podemos afirmar que la presencia de pecados en nosotros puede ser la causa determinante de enfermedades en algunos casos.
Gracias al sacrificio de Jesús, tenemos la posibilidad de acercarnos con confianza al trono de la gracia (Heb. 4:16), y la certeza de que Él nos oye (1 Jn. 5:14). A la vez, ese mismo sacrificio nos capacita para vivir vidas en santidad y justicia, y nuestro Dios se deleita en la oración de los rectos (Pr. 15:8).

Fuente: http://www.thegospelcoalition.org/

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