Por: Pr. Julio César Barreto
Se cuenta la historia de un
muchacho pobre alemán, que deseaba ser aceptado en una escuela morava. Este
niño escribió una carta, la cual dejó en el Correo, la misma iba dirigida al. “Señor
Jesús en el cielo”.
La carta decía más o menos como sigue: Mi Señor y Salvador
Jesucristo; he perdido a mi padre. Somos muy pobres, pero yo sé que tú dices en
tu palabra que lo que pidiéramos a Dios en tu nombre, él nos lo dará.
Yo creo
lo que tú dices, Señor. Ruego pues a Dios, en tu nombre Señor Jesús, que dé a
mi madre los medios necesarios para colocarme en la escuela morava: ¡Me
gustaría mucho seguir estudiando! Te lo ruego y te amaré aun más”.
El administrador de correos,
viendo la dirección tan extraña, abrió la carta. Fue leída en una reunión de la
Sociedad Morava, y la baronesa de leppe aceptó la responsabilidad de ser la
protectora del muchacho y lo envió a la escuela como él deseaba. (1)*
No en vano dice el Señor en
su Palabra:
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”.
(Mateo 19:14)
Deberíamos todos tener la fe
de los niños, para ser capaces de creerle a Dios, todas las grandes promesas
que él nos ha dejado en su libro; las Sagradas Escrituras.
“Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto
os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte:
Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. (Mateo 17:20)
( (1) *500
Ilustraciones ( Alfredo Larín)
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