sábado, 1 de agosto de 2015

PERDER LA VIDA Y HALLARLA - AELR




Por: Pr. Julio César Barreto

El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.  (Mateo 10:39)

  
 La afirmación hecha en el titulo de este articulo, puede parecer una paradoja. ¿Cómo es que perdiendo alguien la vida, pueda hallarla?  Por extraño que parezca, estas fueron las palabras de Jesús y tienen un gran valor y mucho asidero.

Todo dependerá del ego de cada individuo en particular. Hay personas que se afanan por preservar para sí mismos su propia existencia, y (a veces) tardíamente se aperciben que están luchando contra la corriente, al final descubren que la vida (por entero) se les ha ido de las manos.

En la acera del frente podemos observar a personas de un distinto nivel de pensamiento y acción; les mueve el vivo deseo de servir a su prójimo y están dispuestos (si fuere necesario) a entregar lo más valioso de ellos, para beneficiar de algún modo a la otra persona.  Estos descubren que en la misma medida que están dispuestos a ofrendar sus vidas por los demás, recíprocamente ellos mismos sienten y experimentan que son enriquecidos diariamente, con aquellas cosas (no necesariamente materiales) que satisfacen por completo a todo ser humano.

La vida pareciera bifurcarse en dos caminos, que corren paralelamente, pero con destinos completamente desiguales; para algunos su existencia se les torna tediosa, y es como que estuviesen esperando tan solo su final. La característica común en este segmento de personas, es que viven sin amor, y sin este ingrediente vital, la vida no es vida. En el camino contiguo transitan individuos que su mayor satisfacción es darse a sí mismos por los demás. Su andar es un continuo placer, bienestar, alegría y todos los sinónimos posibles.

James Calvert
James Calvert y sus compañeros se dirigían a las islas Fiji con el propósito de llevarles el mensaje del evangelio a sus moradores, el capitán del barco en que viajaban trató de disuadirlos: --Exponen sus vidas yendo a vivir entre esos salvajes que comen carne humana –les dijo. La respuesta de Calvert fue: --Morimos antes de venir aquí—


   La realidad es que el número de los que quieren vivir para sí mismos y no para los demás, es infinitamente mayor. Sin embargo, el mundo sigue esperando que surjan mas seres humanos (hombres, mujeres) que deseen (al igual que los apóstoles Pablo, Pedro, Esteban, el misionero Calvert entre muchos) “PERDER LA VIDA Y HALLARLA”.







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