Nick Ut (Fotógrafo) |
AJAX, Ontario, Canadá — Aún sin contar con el contexto, la imagen de una niña desnuda de nueve años que corre por su vida sigue siendo tan impactante e indeleble como lo fue hace 43 años.
Esa imagen sacudió a la gente de todo el mundo. Algunas personas dicen que precipitó el fin de la guerra de Vietnam.
“Siempre recuerdo ese día horrible en el que corrimos de la vida a la muerte”, dice Kim Phuc, la niña de esa foto icónica.
Hoy tiene 52 años y vive a las afueras de Toronto, Canadá. Está casada, tiene hijos y es una sobreviviente ligada inextricablemente con una fotografía que dominó las portadas de diarios y revistas en 1972, siete meses después de que se firmaran los Acuerdos de Paz de París que causaron que las fuerzas de combate estadounidenses se retiraran del Vietnam del Sur.
Phuc cuenta que al principio, odiaba la foto. La avergonzaba. Además, lidió con toda la publicidad que la rodeó. Para ella era algo personal: capturaba un momento de tormento, su rostro quedó congelado en un lamento agónico poco después de que un ataque con napalm la quemara y la dejara desfigurada por el resto de su vida.
Nick Ut y Kim Phuc |
Nadie culparía a Phuc si tratara de alejarse de la imagen tanto como pudiera.Pero eso no fue lo que hizo. Tras mucho luchar, Phuc se dio cuenta de que si su terror y su dolor no hubieran quedado capturados en película ese día, el ataque, al igual que muchos otros horrores de la guerra, se habría perdido para la historia.
Ella empezó a pensar en lo que la fotografía podría dar en vez de en lo que podría quitar. A final de cuentas, la foto se volvió mucho más que un retrato de un momento en el tiempo para Phuc: se volvió lo que ella llama “el camino a la paz”.
“Me di cuenta de que si no podía escapar de esa foto, quería regresar a trabajar por la paz con esa foto. Esa es mi decisión”.
Además de ser una esposa y madre amorosa, es mentora y embajadora de la buena voluntad de Naciones Unidas. Cada año viaja por el mundo para contar su historia de supervivencia, para crear consciencia de la brutalidad de la guerra.
Además de su labor con la ONU, Phuc fundó la Kim Foundation International, una organización benéfica que ayuda a los niños que sufren por la guerra, como le pasó a ella hace tantos años. Su misión es ayudar a los niños más desamparados que sufren por la guerra y construyen hospitales, escuelas y hogares para niños huérfanos. Phuc dice que planea servir a esa misión durante toda su vida.
“Por eso estoy muy agradecida de que me hayan tomado esa foto y porque puedo trabajar por la paz con esa foto”.
Phuc y su esposo pidieron asilo en Canadá hace más de 20 años y criaron a dos hijos allá. Phuc dice que está muy contenta en su “segundo hogar” y agradece que sus padres pudieran irse con ella a Canadá.
‘Vi a una niña, desnuda… corriendo’
En 1972, Phuc vivía en el pueblo de Trang Bang, al norte de Saigón. Ella y su familia estaban refugiándose en un templo cuando escucharon los aviones que sobrevolaban. Temerosos de que los bombardearan, corrieron para buscar refugio justo cuando las bombas detonaban alrededor del templo. Las bombas llevaban napalm, un líquido inflamable que se pega a la piel humana y causa quemaduras terribles si se enciende.
Phuc recuerda un calor intenso y un dolor insoportable. Se quitó la ropa en llamas. Corrió. Momentos después, un joven fotoperiodista de la agencia Associated Press le tomó la foto de su vida. Nick Ut tenía apenas 21 años y ya era un fotógrafo de guerra experimentado cuando llegó a ese pueblo de Vietnam del Sur.
“Miré a través del humo negro y vi a una niña, desnuda… corriendo”, dijo Ut a CNN este año.
Su instinto se apoderó de él. Empezó a tomar fotos mientras Phuc y los otros niños corrían directo hacia donde él estaba.
Mientras Phuc se acercaba, Ut vio que parte de su piel se le caía. Ella se había quitado la ropa para detener las quemaduras. El napalm ya había quemado su cuello, la mayor parte de su espalda y su brazo izquierdo.
“Dije: ‘Oh, Dios, no puedo creer que esté tan quemada'”, recuerda Ut. “Puse mi cámara en la carretera y traté de ayudarla”.
Vertió agua sobre sus heridas y la cubrió con un abrigo. Recogió a Kim y a los otros niños y los metió en su vagoneta para llevarlos a un hospital.
“En mi vagoneta, ella decía: ‘me estoy muriendo, me estoy muriendo’. No dejaba de verla a cada minuto. Le dije: ‘llegaremos pronto'”.
‘Aprendí a perdonar’
Phuc pasó más de un año en hospitales. Su familia temía que no sobreviviría. La sometieron a incontables y dolorosos injertos de piel y a otras cirugías y finalmente se recuperó de sus heridas físicas.
Pero no podía encontrar la paz. Quería desaparecer. Incluso deseó la muerte. Pensaba que si moría, no tendría que sufrir mental, física ni emocionalmente.
Empezó a buscar respuestas y estudió diferentes textos religiosos. A los 19 años se volvió cristiana y atribuye a su fe el haber aceptado la vida una vez más.
“Cuando me volví cristiana, tuve una conexión maravillosa: la relación entre Jesús, Dios y yo”.
Phuc dice que oró pidiendo ayuda. Quería salir adelante. Quería tener hijos. “Y desde entonces aprendí a perdonar”, dice.
Ahora, Phuc irradia una gracia y una paz inconfundibles cuando cuenta su historia. Dice que esa famosa foto es solo una de muchas bendiciones.
“Realmente quiero dar gracias a Dios por perdonarme la vida cuando era una niñita”, dice. “Sin importar lo que me pasó, tuve otra oportunidad de estar viva, de estar sana, de ser una bendición, de ayudar a honrar a otras personas”.
Fuente: CNN Mexico
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