Esta serie de 6 artículos busca mostrar en forma sencilla cuál es el rol de la actividad económica en la vida que vivimos delante de Dios. También pretende mostrar cómo debemos entenderla para hacer un buen uso de ella y evitar los abusos que se cometen en el mundo.
2. LAS RAZONES DE LA POBREZA
Porque nunca faltarán pobres en tu tierra; por eso te ordeno: «Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre en tu tierra.» (Deuteronomio 15:11)
Porque nunca faltarán pobres en tu tierra; por eso te ordeno: «Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre en tu tierra.» (Deuteronomio 15:11)
La administración y la economía deben tomar en cuenta la visión bíblica de la riqueza y la pobreza. Fundamentalmente, la Biblia no dice que ser rico sea inherentemente malo y ser pobre sea inherentemente bueno. La raíz de todos los males es el amor al dinero y no el dinero en sí mismo (1 Ti 6:10). Una persona puede tener grandes riquezas y ser un gran santo mientras no ame su dinero. Abraham, por ejemplo, era muy rico (Gn 13:2). Sin embargo, de él aprendemos cómo vivir por fe (Heb 11:8-19). De la misma manera, los pobres pueden ser grandes pecadores. Judas fue discípulo de Jesús y sufrió pobreza, al menos de vez en cuando. Sin embargo, él amaba el dinero y traicionó a Jesús por plata (Mt 26:14-16; Jn 12:1-8).
La pobreza y la riqueza están determinadas por estándares que cambian de un lugar a otro. Por ejemplo, aunque muchos norteamericanos viven hoy bajo lo que se llama la «línea de la pobreza», todos esos pobres tienen un mejor estándar de vida que los pobres del resto del mundo. A diferencia de muchos habitantes del planeta, aun los más pobres de los Estados Unidos tienen actualmente acceso a agua potable y electricidad.
Sin importar el estándar con que midamos la riqueza y la pobreza, Dios se preocupa especialmente de los pobres, y nuestra respuesta a ellos está determinada por la razones de su pobreza. Ciertas personas son pobres debido a alguna calamidad y no por alguna falta que hayan cometido. La iglesia debe cuidar de este grupo ya que, como se nos ha dicho, la religión pura implica proveer para los huérfanos y las viudas cuyo empobrecimiento, por definición, es producto de una tragedia (Stg 1:27). Otros son pobres debido a una explotación criminal. Cuidar de ellos exige que los cristianos influyan en el sistema judicial (Lv 19:15).
Un tercer grupo es pobre debido a la pereza. Algunas personas se niegan a trabajar, pero no es el caso de cada persona necesitada. Pablo le dice a la iglesia que no ayude a quienes no quieren trabajar (2 Ts 3:10). Finalmente, hay quienes renuncian a grandes oportunidades de adquirir riqueza con el fin de servir al reino de Dios. Un buen ejemplo de esto podría ser un doctor que elige ser misionero médico. Por supuesto, nuestro mejor modelo de este cuarto tipo de pobreza es Jesús, quien dejó las riquezas del cielo para servir sin tener un lugar donde recostar su cabeza (Mt 8:20; Fil 2:1-11).
DE CARA A DIOS
Considera tu actitud hacia los pobres. ¿Asumes que todos los pobres son perezosos? ¿Eres sensible ante quienes se han empobrecido debido a una calamidad? ¿Buscas satisfacer sus necesidades? Considera también cuáles son tus principales preocupaciones. ¿Estás tan preocupado de ganar un cheque más abultado que descuidas las posibilidades de usar tus dones para el reino de Dios por temor a que tus ingresos bajen? Da generosamente a los pobres y sirve al reino con entusiasmo.
Para continuar estudiando: Pr 18:9 • Ez 18:10-13 • Ro 15:22-29 • 1 Ti 5:3-16
(Este es el segundo de 6 artículos sobre el tema de la economía bíblica)
Texto original: http://www.ligonier.org/learn/devotionals/reasons-poverty/
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