Por: Justin Westcott
“Lo que necesitas es dejar pensar tanto en ti mismo y seguir adelante”.
Aunque estas palabras fueron agudas y dolorosas en el momento, era exactamente lo que necesitaba escuchar. Fue una época en la que estaba revolcándome en mi propia autocompasión y llegando a una comprensión más profunda de mi pecado. Debido a la tendencia de sentir la necesidad de pagar por mi propio pecado, no era capaz de apuntarme a mí mismo a Jesús; necesitaba a alguien que había ido delante de mí para caminar a mi lado y guiarme. Necesitaba a alguien que me lo dijera de frente, alguien que no tuviera miedo de decirme las cosas que no quería escuchar, pero que me amara lo suficiente como para ser honesto y apuntarme a la gracia que Jesús me había dado. En esencia, necesitaba un mentor.
Pero este mentor no era alguien que me había estado llamando. Él no sabía por lo que yo estaba pasando y no estaba sentado todo el día sin hacer nada. Él era un hombre muy ocupado en el ministerio que tenía muchas personas clamando por su atención. Pero me di cuenta de mi necesidad, y en lugar de esperar a ponerme en peores condiciones para que otros lo pudieran notar, tomé la iniciativa y busqué su ayuda.
Ya sea en el caso de necesidad personal o de necesidad en el liderazgo, los que han ido antes que nosotros tienen una inmensa cantidad de sabiduría que puede potencialmente irse sin ser aprovechada porque los líderes jóvenes (incluyéndome a mí) no toman la iniciativa en el desarrollo de relaciones de mentoría significativas.
No somos tan inteligentes como pensamos
A veces pensamos que no los necesitamos. En nuestra arrogancia pensamos que realmente sabemos qué hacer y no tenemos necesidad de ellos. Pero como alguien antes pensaba así, he descubierto que es necedad. No me importa cuántos libros has leído del mejor y más actual autor o lo bien que puedes comunicar una filosofía aún no probada, no somos tan inteligentes como pensamos. He visto una arrogancia ingenua entre nosotros los líderes jóvenes al pensar que lo tenemos todo resuelto mejor que la generación anterior. Sí, podemos ser capaces de comunicar ideas conceptuales y tener una perspectiva única del conocimiento de nuestra cultura, pero no tenemos la sabiduría en la aplicación de estas verdades a una situación hacia la cual los mentores tendrán la capacidad de empujarnos. Estamos desesperadamente en necesidad de aquellos que son más maduros y aún así todavía nos cegamos a nosotros mismos pensando que ellos no tienen nada que ofrecer.
Han habido momentos en los cuales pensé que lo tenía todo resuelto. Pensé que el líder (o los líderes) en mi vida no entendían y se centraban demasiado en las cosas equivocadas. A medida que pasó el tiempo y maduré, empecé a ver la sabiduría en sus acciones. El Espíritu me ha permitido arrepentirme y pedir perdón de mis líderes anteriores, ya que, en lugar de tratar de entender, yo estaba creyendo que lo tenía todo resuelto. Mira lo que dice Proverbios:
¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio? Más esperanza hay para el necio que para él. (Proverbios 26:12)
El necio no se deleita en la prudencia, sino sólo en revelar su corazón. (Proverbios 18:2)
Pedro habla de lo mismo en 1 Pedro 5:5 (énfasis añadido):
Asimismo ustedes, los más jóvenes, estén sujetos a los mayores. Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
En esencia, se trata de una cuestión de humildad. Pedro (al igual que Santiago en Santiago 4:6) sugiere que todos nosotros (en especial los que son más jóvenes) tenemos la tendencia a derivar hacia el orgullo en vez de la humildad. Se necesita humildad para ser capaces de reconocer nuestras propias deficiencias y buscar sabiduría a través de la mentoría. Se necesita humildad para reconocer las fortalezas y debilidades de nuestras personalidades y pedir ayuda a otros. Es humilde poder decir que no somos tan inteligentes. Después de todo, es a través de esta humildad que vamos a recibir y reconocer esta porción de la gracia de Dios.
No están tan ocupados como pensamos
A veces pensamos que están demasiado ocupados para nosotros. Honestamente, los mentores están muy ocupados. La cantidad de personas que quieren su tiempo es algo que no podemos comprender. Sin embargo, cada líder digno de ser escuchado está dispuesto a tomarse el tiempo para ser mentor. Ellos tienen el deseo y con mucho entusiasmo anhelan ver su trabajo dejar un gran legado en la próxima generación. Casi parece que están en conflicto con sí mismos entre no solo hacer el trabajo ellos mismos, sino dejar a alguien a cargo. Así que de esta manera tenemos que servirles a ellos, así como ellos nos sirven: hacer lo que sea necesario y buscarlos.
Puede parecer contradictorio, pero nuestra búsqueda de ellos revelará nuestra voluntad de ser guiado y nuestra capacidad para dirigir. Tu capacidad de reconocer tus deficiencias y buscar sabiduría es un rasgo vital que creo es absolutamente esencial para los líderes. Podemos pensar que ellos simplemente deben darse cuenta de nosotros. Quiero decir, ¿a caso no reconocen ellos nuestras “grandes” habilidades? Una vez más vemos el orgullo muestra su fea cara. Puede que vean algún gran potencial en nosotros, pero su ajetreo o nuestra arrogancia han de disuadirlos. Es en nuestra búsqueda de un mentor que revelamos nuestro verdadero deseo, no solo nuestra emoción. Es fácil decir que queremos un mentor. Pero si es algo que realmente deseas ¿qué estás haciendo al respecto?
Nuestra búsqueda de mentores nos obliga a reorientar nuestras vidas y sacrificar para aprender. Este año pasado mi familia sintió el Espíritu conduciéndonos a abandonar nuestra posición ministerial de 5 años y tomar una postura de aprendizaje como un residente de plantación de iglesias. Yo he sido impactado grandemente por Jeff Vanderstelt y el equipo de Soma Tacoma desde la distancia, y nos pareció que este era el liderazgo al que el Espíritu nos estaba conduciendo. Pero no fue fácil. La mudanza no era una gran distancia, no obstante era drástica. Tomé una reducción salarial de 50%, comencé un trabajo “normal” en un restaurante (en realidad 3 a la vez) trabajando largas horas por poco dinero mientras mi esposa estaba en casa de reposo en cama con nuestro segundo bebé. En esencia nuestra vida se volcó completamente con el fin de seguir este mentoreo.
Esta búsqueda no es una cosa de una sola vez. Es una búsqueda constante. Para mí, eso requiere tomar la iniciativa en organizar reuniones, despertarme antes del amanecer para llevarlo al aeropuerto o quedarme despierto hasta después de la puesta del sol para acompañarle en grupos de capacitación. Significa utilizar uno de mis días libres para unirme al equipo de liderazgo para estar inmerso en su mundo para aprender. Significa inicialmente no dirigir una comunidad misional para poder sentarme bajo su liderazgo y aprender. En general, se requiere paciencia. Y aquí está la belleza, en realidad se aprende un montón.
Estas cosas que yo he hecho (y que puedes verte obligado a hacerlo) requerirá un sacrificio, ¡pero vale tanto la pena! Estoy muy agradecido a Jesús por esta época de mi vida y creo que va a pagar una enorme cantidad de dividendos más adelante en mi vida. ¿Es difícil a veces? Por supuesto. Pero mi deseo de buscar mentoría y renunciar a otras oportunidades vale la pena.
He visto a muchos líderes renunciar a este tiempo de maduración para “entrar en el juego” lo más rápido posible. Puede que incluso tengan algún éxito inmediato. Pero al largo plazo, creo que un tiempo de aprendizaje se traducirá en un mayor impacto en el maratón que es la vida misional.
Una palabra a mis colegas líderes jóvenes: dejemos de pensar tanto en nosotros mismos y busquen los mentores que Dios ha puesto en sus vidas. No te frustres cuando toma tiempo (en realidad están ocupados) pero reorienta tu vida para hacer lo que sea necesario para aprender de ellos. Sé humilde y la misma vez persistente en tu búsqueda, no porque te merezcas el mentor sino porque deseas adquirir sabiduría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario