Paul Tripp
Hace poco escribí un artículo sobre las Cinco cosas importantes que debemos recordar mientras estemos en la tierra. Si recordamos a Dios, su reino, su gloria, su invitación y su gracia, transformaría radicalmente la forma en la que vivimos aquí y ahora.
Las voces de la gran multitud, que encontramos en Apocalipsis 19:6-8, me inspiraron (y desafiaron). Recuerden que estas personas han terminado su existencia imperfecta en la tierra para vivir eternamente con Dios; en otras palabras, pueden ver claramente y valorar con pureza lo que Dios ve y lo que él valora.
Al escuchar lo que tienen que decir, podemos recibir la gracia para ver y escuchar lo que no podemos al ser ciegos y sordos. A continuación, hablaré sobre una de las áreas en las que necesitamos ayuda:
EVALUANDO LO QUE VALORAMOS
Los seres humanos somos guiados por el valor; es decir, le asignamos valor a personas, a lugares, a objetos y a ideas y acomodamos nuestra conducta, plan y finanzas para conseguir aquellas cosas que consideramos valiosas. Nuestras esperanzas y sueños son definidos por lo que es valioso para nosotros. Definimos nuestra identidad de acuerdo a cuán exitosos seamos —o no— en la búsqueda de ellas.
No hay nada malo en ser guiados por el valor, pues Dios nos creó así. Los animales fueron diseñados para vivir por instinto; los seres humanos, para vivir con valores.
Sin embargo, no fuimos creados para definir lo que es o no es valioso para nosotros, sino para vivir bajo el sistema de lo que Dios valora, ya que fuimos creados a su imagen (Génesis 1:26). No obstante, debido a nuestro pecado, nos hemos alejado de ese sistema, por lo que como humanidad hemos estado en problemas desde entonces.
Tal vez podrías decir que cada acto dañino en la historia del mundo ha sido el resultado de un sistema de valores incorrecto. Sin embargo, la evidencia está en todas partes: necesitamos evaluar nuestros valores.
LOS VALORES CELESTIALES
Leamos la canción de la gran multitud:
"Después oí voces como el rumor de una inmensa multitud, como el estruendo de una catarata y como el retumbar de potentes truenos, que exclamaban: ‘¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. ¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente.’" (Apocalipsis 19:6-8)
Observa que ellos NO están celebrando que:
- Fueron la persona más hermosa, más inteligente y más popular.
- Se casaron con la persona más hermosa, más inteligente y más popular.
- Tuvieron hijos que fueron excelentes en tres deportes y obtuvieron becas para las mejores universidades.
- Ascendieron en su trabajo más rápido que cualquiera de sus colegas.
- Siempre fueron reconocidos como la persona más exitosa de su trabajo.
- Compraron una casa muy cómoda y vivieron en un maravilloso vecindario.
- Pasaron sus vacaciones en los mejores lugares.
- Siempre iban a cenar a los restaurantes más finos de la ciudad.
Si conoces mi enseñanza, debes saber que no pienso que el éxito económico o el prestigio en los negocios sea malo. También creo que, en la Biblia, hay suficiente evidencia que revela el deseo de Dios de que sus hijos disfruten del placer y la comodidad del mundo creado (mientras su corazón esté adorando a Dios apropiadamente).
Sin embargo, cuando escuchamos las voces de aquellos que están al otro lado de lo terrenal, nos damos cuenta de que ellos no están celebrando éxito, reconocimiento, comodidad o placer; lo que están celebrando son las Cinco cosas importantes de las que hablábamos al principio:
- Lo que Dios quiso fue más importante que lo que nosotros quisimos.
- Lo que Dios decidió fue más importante que nuestra trayectoria profesional.
- Lo que glorificó a Dios fue más importante que nuestra popularidad.
- Lo que Dios dijo que era bueno fue mejor que lo que nosotros considerábamos que lo era.
- Lo que Dios trajo a nuestras vidas fue más satisfactorio que una vida de comodidad.
UN LLAMADO A RECORDAR
Escribo estos artículos por muchas razones, pero quizás una de las más importantes es que tú y yo sufrimos de amnesia; somos personas olvidadizas. Otra forma de decirlo es citando el himno de Robert Robinson: "Tiendo a desviarme, Señor, puedo sentirlo, me tiendo a alejar del Dios que debo amar”.
¿Admitirías humildemente que olvidas lo verdaderamente importante? ¿Estarías dispuesto a revaluar tus prioridades una vez más? ¿Confesarías que necesitas evaluar tus valores, no sólo una vez más, sino que cada día?
Gracias a Dios, él nos ha dado su Palabra para recordarnos esto. Nos ha entregado miles de recordatorios diseminados en las páginas de las Escrituras.
Como si todo esto fuera poco, Dios nos colma de gracia: gracia que permite escoger los valores correctos, gracia que perdona cuando fallamos, y tal vez mi favorita, la gracia de que su obra seráterminada en nosotros (Filipenses 1:6).
Vendrá un día en el que tú y yo, como la gran multitud, veremos a Cristo cara a cara y tendremos nuestros valores en el lugar correcto para siempre. Hasta ese momento, necesitamos de toda la gracia que Dios entrega.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso.Traducción: María José Ojeda
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