martes, 31 de mayo de 2016

HISTORIA DEL HIMNO SUBLIME GRACIA

 

   Historia del himno Sublime Gracia

Amazing Grace (Sublime Gracia) es mucho más que una canción cristiana. Se escribió hace 238 años en tiempos que no existía el disco de vinilo, el fonógrafo de Thomas Alva Edison y la industria musical. Hoy suena interpretado por cientos de cantantes de todos los géneros en las más impensadas versiones. Se ha convertido en un himno universal para transmitir un mensaje de que el perdón y redención de los pecados es posible mediante la gracia de Dios.

En un mundo en construcción, una existencia, la del poeta inglés John Newton, asomó llena de contradicciones y conflictos existenciales. De esa vida en blanco y negro nació un himno inmortal, el testimonio de una era y de todos los tiempos. La canción se creó en 1773, producto de una experiencia individual y con el correr del tiempo cobró una dimensión insospechada. 

Newton, nacido en 1725 en Londres, fue el creador de Amazing Grace. Marinero, impío, blasfemo, comerciante de esclavos, un pecador sin formación religiosa. Así fue en gran parte de su vida el hombre que transformó en palabras el ruego eterno de la humanidad por la salvación. Su cristianización ocurrió en una noche de marzo de 1748, mientras una tormenta azotaba a su antojo la embarcación en la que navegaba. Clamó la ayuda del Altísimo y delineó el comienzo de su conversión espiritual.

Según una biografía de Newton, escrita por Jonathan Aitken, el recuerdo de aquella tormenta, mezclada con los cánticos de los esclavos africanos que transportaba en su barco de mercader, comenzaron a obsesionar al marino y entonces empezó a cuestionarse si era merecedor de la gracia de Dios luego de haber sido un tenaz opositor de Cristo, burlarse de otros creyentes, ridiculizar sus ritos y hasta calificarlo de mito. Tiempo después, se convenció de que Jesucristo le había enviado un mensaje. Sin embargo, su entrega al Todopoderoso no fue inmediata. Newton continuó algunos años más entregado a la vida mundana, se casó con Mary “Polly” Catlett y no dejó de estar ligado al mercado de esclavos.

 

Fue a partir de 1756 que Newton dedicó su vida al Señor. En primera instancia, aprendió latín, griego y teología. Después, patrocinado por George Legge, tercer conde de Dartmouth, fue ordenado por el obispo de Lincoln y tomó la Iglesia de Olney (Buckinghamshire) en 1764.

En su misión pastoral, destinada a “romper los corazones duros y curar los rotos”, comenzó a componer cánticos utilizando el lenguaje popular de sus feligreses y se hizo amigo de William Cowper. Junto a él, según el escritor Aitken, escribió a finales de 1772 Sublime Gracia, para la oración del año nuevo de 1773. Tenía la letra, le faltaba la música. Recordó las tonadas de los negros esclavos que transportaba en su barco y nació el himno cristiano.

Seis años después la canción se publicó, de forma anónima, en una colección de los poemas de Newton y Cowper bajo el título de Himnos de Olney. El impacto fue inmediato. La obra de Newton se transformó en una alabanza utilizada por los predicadores evangélicos en Gran Bretaña. Luego viajaría hasta Estados Unidos, y durante el llamado Segundo Gran Despertar, una época de resurgimiento cristiano que duró entre 1790 y 1840, empleó el tema como una poderosa herramienta evangelizadora. 
Sublime Gracia 
Sublime Gracia del Señor 
que a un infeliz salvo 
Fui ciego mas miro yo 
perdido y El me hallo 
 
Su Gracia me enseño a tener 
mis dudas ahuyento 
Oh cuan precioso fue a mi ser 
cuando el me transformo 
 
De mi maldad me liberto 
mi Salvador me rescato 
Y como el mar fluye su amor 
Sublime gracia y amor 
 
En los peligros y aflicción 
que yo he tenido aquí 
su gracia siempre me libró 
y me guiará al hogar 
 
De mi maldad me liberto 
mi Salvador me rescato 
Y como el mar fluye su amor 
Sublime gracia y amor 
 
Y cuando en Sión 
por siglos mil 
brillando este cual sol 
yo cantare por siempre ahí 
su amor que me salvo.

Fuente: impactoevangelistico.net

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