martes, 31 de mayo de 2016

¡PAZ! ¡PAZ! ¡CUÁN DULCE PAZ!

Bello canto, surgido a finales del siglo diecinueve, describe la paz espiritual que otorga el Señor. Escrito por Warren D. Cornell y musicalizado por George W. Cooper.

  • ¡Paz! ¡Paz! ¡Cuán dulce paz!
Creada en 1889 en un campamento cristiano realizado cerca de la ciudad norteamericana de West Bend, la canción “¡Paz! ¡Paz! ¡Cuán dulce paz!” es una oda evangélica que describe a la perfección la paz proporcionada por Dios a todos sus seguidores. Escrita por el reverendo Warren D. Cornell, y musicalizada por el compositor y poeta George W. Cooper, la centenaria melodía además es una de las alabanzas más populares que no deja de sonar continuamente alrededor del mundo entero.
Respecto al origen de este canto, el escritor evangélico George Sanville, quien en 1943 sacó a la luz una obra sobre la historia de cuarenta emblemáticos himnos cristianos, apuntó alguna vez que: “el señor Cornell, tras un período de introspección profunda, anotó los pensamientos que poblaron su mente. Después, se levantó y, sin darse cuenta, dejó caer los versos en el suelo de su tienda y salió. Más tarde, el señor Cooper ingresó a la tienda y descubrió los versos y quedó maravillado. Luego, compondría la melodía”.
El pastor Warren D. Cornell, nacido el 25 de abril de 1858 en el seno de una familia cristiana en el estado americano de Michigan, fue un siervo incansable del Señor Jesucristo. Así lo demostró desde sus primeros años de existencia, y bajo el influjo de sus padres, cuando se consagró a las tareas de Dios y se convirtió en un tenaz propulsor del Evangelio. Luego, al cumplir dos décadas de vida, fue nombrado ministro de Dios por la Iglesia Metodista y desarrolló un prolongado ministerio de cuarenta y cuatro años.
De igual forma, el trovador cristiano George W. Cooper, quien llegó al mundo el 14 de mayo de 1840 en la urbe de Nueva York, fue un varón de fe pétrea que dedicó gran parte de su vida al cristianismo. Su destreza literaria, aflorada a corta edad, lo llevó a cosechar la notoriedad en la sociedad norteamericana gracias a su labor enfocada al público infantil y la difusión de las buenas nuevas. Cooper cuenta dentro de su amplio y vasto trabajo musical innumerables alabanzas y cantos consagrados al Creador.
La canción expresa diversas ideas sobre la paz ofrecida por Dios. El primero de sus cinco versos, que se asemeja a un salmo, gira en torno al estado de tranquilidad reservado para los creyentes en el Todopoderoso. En tanto que la segunda y tercera parte de la poesía de Cornell, como una fuente perenne, nos remite a innumerables pasajes bíblicos que hablan de los atributos del sosiego que concede nuestro Dios. Finalmente, los versos cuatro y cinco están dedicados al reino de los cielos y a aconsejar a todos los hombres de la tierra a buscar al Señor 
“¡Paz! ¡Paz! ¡Cuán dulce paz!”, como otros himnos inspirados en el Altísimo, es una conmovedora alabanza que de forma agradable, igual que el azúcar o la miel, está impregnada en el gusto de la comunidad cristiana de los cinco continentes. Sus creadores, el reverendo Warren D. Cornell y el compositor George W. Cooper, lograron con esta canción marcar un hito en la reafirmación de uno de los mayores tesoros que Dios guarda con celo para quienes deciden aceptarlo como su guía y su luz espiritual: la tranquilidad del Señor. Amén.

Fuente: impactoevangelistico.net

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