Por: Julio César Barreto
Has tenido miedo (seguro) muchas veces en tu vida. Bueno, yo
no he sido la excepción, así que puedo entenderte perfectamente. El miedo es
uno de nuestros instintos más básicos y sobre el cual recae nuestra
supervivencia. Las fobias vienen (algunas) con nosotros metidas en la piel desde
que nacemos. Existen muchas razones por
las que experimentamos el temor. No pretendo hacer una lista exhaustiva pero se
me ocurre que estas pueden ser algunas:
1. La Muerte
Las personas
temen por el hecho de no saber a qué se enfrentará después de morir.
2. La Soledad
Las personas
prefieren estar acompañadas, necesitan de otras para subsistir. De tal
manera que la Soledad no es
bienvenida, y al contrario; se busca afanosamente la forma de combatirla.
3. La Enfermedad
Una enfermedad
terminal, o que en ocasiones postra a la persona indefinidamente en una cama,
es algo que petrifica a cualquiera. Depender de otros es uno de nuestros
mayores temores.
El miedo se va superando en la misma medida que adquieres conocimiento acerca de aquello
que nos ocasionaba intimidación. Así que
hablemos de estos 3 ejemplos que tomé como algunas de las causas de
nuestros temores.
La Muerte: No le
tengo miedo a la muerte ¿Por qué? ¡Por esto!
“Les voy a contar algo que Dios tenía en secreto: No todos
moriremos, pero todos seremos transformados. En un
abrir y cerrar de ojos, cuando Cristo vuelva, se oirá el último toque de la
trompeta, y los muertos volverán a vivir para no morir jamás. Y nosotros
seremos transformados. Dios cambiará estos cuerpos
nuestros, que mueren y se destruyen, por cuerpos que vivirán para siempre y que
nunca serán destruidos. Cuando esto suceda, se
cumplirá lo que dice la Biblia:
« ¡La muerte ha sido destruida!
¿Dónde está ahora su victoria?
¿Dónde está su poder para herirnos?»
El pecado produce la muerte, y
existe porque hay una ley. ¡Pero gracias a Dios,
podemos vencerlo por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Por eso, mis queridos hermanos, manténganse firmes, y nunca
dejen de trabajar más y más por el Señor Jesús. Y sepan que nada de lo que
hacen para Dios es inútil”
(1 Corintios 15: 50-58 TLA).
La Soledad: Ya no
le temo a la Soledad, sencillamente porque ya nunca más he andado solo.
“Sean fuertes y
valientes, pues Dios peleará por ustedes; no tengan miedo, porque Dios no los
abandonará” (Deuteronomio 31:6 TLA).
“Estaré con ustedes
siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Y por último:
La Enfermedad:
Sí me enfermo, Él me sana.
Mi Dios me perdonó
todo el mal que he hecho;
me devolvió la salud,
me libró de la muerte,
¡me llenó de amor y de ternura!
Mi Dios me da siempre todo lo mejor;
¡me hace fuerte como las águilas!
(Salmo 103: 3-5 TLA)
Por esto y mucho más
es que los hijos de Dios podemos decir: ¿Quién dijo Miedo?
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